Recuerdo cuando, en 2019, mientras veía “Avengers: Endgame” en la sala de cine y llegábamos a ese clímax con los personajes saliendo de los portales pensaba: “Esto se parece más a un cómic que a una película de superhéroes” y no debí ser el único con el mismo pensamiento pues este año las tramas de estas cintas expandieron los límites de la verosimilitud en los espectadores de maneras bastante extrañas. Eso nos dio momentos divertidos, emotivos, bizarros y también satisfizo los sueños de todos quienes han tenido un cómic en las manos, sin embargo me llevó a preguntarme ¿Acaso estas “películas evento” están dejando de ser películas y Scorsese tiene razón, son parques de diversiones? Platiquémoslo en las siguientes líneas.
Primero: contexto
Si desconoces algo sobre lo último que mencioné arriba o vives debajo de una piedra no te preocupes, aquí está el contexto: en 2019, durante la promoción de “The Irishman”, el director Martin Scorsese emitió unas declaraciones donde criticaba al cine de superhéroes y lo comparaba con atracciones de feria, parques de diversiones o montañas rusas; el veterano cineasta afirmaba no conectar con ninguno de los personajes protagonistas de dichas cintas debido a una falta de emoción o intriga en las tramas pero hacía la aclaración: no le gustan por una cuestión personal, si fuera joven, afirma, tal vez estaría esperando verlas, pero en este momento de su vida él no busca este tipo de cine.
Las reacciones en internet no se hicieron esperar: desde quienes criticaron a Scorsese, aquellos defendiéndolo, directores como James Gunn emitiendo más declaraciones, enardeciendo con ello la hoguera que “Marty” acababa de encender y todo con tal de promocionar su película (muy buena, interesantísima, con actuaciones potentísimas pero larguísima a morir) y, al final, el señor estaba dando su opinión, no le hizo daño a nadie, ni siquiera a la industria pues reconoció la labor de quienes trabajan dentro de las películas de franquicias, son gente con muchísimo talento.
Scorsese no dijo “las películas de superhéroes son del diablo” ni tampoco le pidió a la gente no verlas, al contrario, fue una de las primeras personas con tanto poder mediático en poner el dedo sobre una herida que ha venido afectado a cineastas de todo el mundo durante los últimos cinco o seis años: la exhibición, pues, ¿Cómo puede una cinta cualquiera competir contra el monstruo mercadotécnico de los grandes estudios? Ese es un fenómeno distinto, se abrió la conversación al respecto, sin embargo este tema fue opacado completamente por la palabra clave en todo esto: superhéroes.
Hemos tenido cintas de personajes con superpoderes desde hace un rato, ya sea el “Superman” de Christopher Reeve, el “Batman” de Tim Burton o los primeros “X-Men” de Bryan Singer, sin embargo era una variante del género de acción nada más, fue hasta mitades de la primera década del siglo XXI que la máquina hollywoodense comenzó a funcionar y producir estas cintas a un ritmo aceleradísimo (en 2008, por decir algo, se estrenaron cuatro películas de superhéroes, diez años después, en 2018, tuvimos 8 cintas de este tipo) de tal manera que tenemos, prácticamente, un filme de superhéroes cada dos meses, y a veces, en menos tiempo.
El problema no son las franquicias cinematográficas, éstas han existido desde que los estudios tomaron posesión de la industria sobre los creadores: en los años 30, Universal explotó e hizo continuaciones de “Dracula”, “Frankenstein” y el resto de sus monstruos hasta acabarse a los actores; del mismo estudio tuvimos secuelas casi infinitas de “Tiburón” de Steven Spielberg (se hizo un chiste sobre eso en “Volver al Futuro parte II”), la Hammer creó sus propias películas de monstruos hasta el cansancio y ni hablar de los héroes de acción tipo Rambo, John McClane o Arnold Schwarzenegger en cualquiera de sus películas. Las franquicias de cualquier tipo estuvieron cuando se inventó el cine, están ahora y estarán después, solo que el siglo XXI trajo consigo el concepto de los universos cinematográficos.
Todos ignorábamos el concepto de “universo cinematográfico” hasta el momento en el que a Disney y Marvel se les ocurrió llamar así a su franquicia; a partir de ese momento tenemos el “DC Extended Universe”, el “Wizarding World”, el “Monsterverse” o inclusive el fallido “Dark Universe”, por mencionar algunos. El concepto consiste en interconectar todas las películas de una misma franquicia mediante referencias o “easter-eggs” escondidos, todo en favor de desarrollar un gran arco abarcando todas y cada una de las películas del universo cinematográfico en cuestión.
El problema de esto, al menos a mi manera de ver, es que mientras más y más películas de distintos creadores agregues a este universo será más difícil mantener la consistencia del mismo; los agujeros de guion empezaran a salir tarde o temprano (como ya los empieza a haber en Marvel, por ejemplo). Sin embargo, nosotros, el público, sigue consumiéndolas y aceptando las explicaciones de los guionistas para mantener vivos a estos monstruos gigantes de la industria.
También el hecho de tener cada vez más y más películas formando parte de un universo lleva a los creadores a desenterrar tramas, personajes y momentos del material de origen (los cómics en este caso) cada vez más extraños y menos anclados en la realidad. Esto no es un problema, siempre y cuando el estudio se esfuerce en dotar de verosimilitud a su universo, esto es hacer a la audiencia creer todo lo que se presenta en pantalla y no decir “Ay, ajá” cada cinco minutos.
Después: el 2021
Muchas de las películas de superhéroes que vimos este año venían retrasadas del año pasado: tuvimos siete en total (más todas las series de Disney+ y Netflix), cuatro fueron de Marvel/Disney, dos de Warner/DC y la última de Sony/Marvel; algunas fueron arriesgadas, otras jugaron muy a la segura y otras fueron productos extrañísimos que extendieron la verosimilitud del público como pocas veces se había visto.
Entre estrellas de mar gigantes siendo devoradas por ratas, dragones, fortalezas flotantes, multiversos y criaturas celestiales nacidas del planeta como si este fuera un huevo, así fue el 2021 en cuestiones de superhéroes.
Marvel jugó a la segura en tres de sus cuatro proyectos del año: “Black Widow” no corrió ni un solo riesgo, se sintió como una película más para satisfacer a la actriz y otorgó poco a este rompecabezas del universo cinematográfico. Sabíamos que el personaje no podía morir, su destino se sellaba en películas cronológicamente posteriores, y la dinámica entre la familia disfuncional de Natasha no fue lo suficientemente fuerte como para ser memorable. “Shang-Chi” se trató de todo menos de los Diez Anillos prometidos por su subtítulo; una trama con un centro emocional bastante potente terminó convertida en un desfile de efectos visuales, algunos mejores y otros demasiado malos, y el clímax de la cinta pasó volando al lado del protagonista sin ser visto; lo más interesante de todo será verlo incluido con los demás héroes. Por último, “Spider-Man: No Way Home” es la realización física de todas las teorías de los youtubers y fanáticos, cumple con darles el producto soñado y desarrolla violentamente al personaje (pues la segunda película no sirvió de nada) ¿Me gustó? Sí, me emocioné, pero está lejos de ser LA mejor cinta del arácnido.
La verdadera joya de Marvel este año pudo ser “Eternals” de la ganadora del Oscar Chloé Zhao. Desafortunadamente, su ritmo le exige demasiado al espectador promedio y pide que le creamos cosas insólitas. El concepto, en papel, es interesante y juega con cuestiones como el libre albedrío o el propósito en la vida, pero se distrae tratando de contar una historia de amor y otra de superhéroes y al final, seguro ni los mismos creadores de la película terminaron de entender la cinta. Visualmente hermosa pero de narrativa confusa.
Sony fue ese alumno que hizo el mínimo esfuerzo y terminó con un taquillazo: “Venom: Let There Be Carnage” continúa con el ritmo frenético característico de su primera entrega, y dinámicas chistosas entre su pareja-dispareja de protagonistas pero termina justo cuando la diversión está empezando. Siendo honesto, ni siquiera la recuerdo del todo a pocos meses de haberla visto.
Warner presentó dos extremos opuestos del espectro: “La Liga de la Justicia de Zack Snyder” regresó el tono sombrío y serio al universo DC (contrario a las coloridas y divertidas películas que venían entregando) mientras que “El Escuadrón Suicida” de James Gunn fue vivaz, irreverente y entretenida. La cinta de Snyder mejoró ciertos aspectos respecto a su versión de cines, alargó secuencias, pulió detalles y al final terminó convenciendo al público, sin embargo sus problemas siguen radicando en el cómo Snyder busca hacer de esto casi una epopeya de proporciones bíblicas; la cinta no despega debido a esa misma ambición por contar todo en un estilo casi sagrado. Gunn fue raro, extraño, presentó personajes desconocidos como solo él sabe hacerlo y al final entregó un buen blockbuster con problemas de ritmo y montones de diálogos de exposición, decente, típico de Gunn, pero curioso y llamativo.
Querido lector, por favor no me mate, acabo de expresarle mi opinión respecto al cine de superhéroes del 2021 y por lo mismo es subjetiva, entiéndalo y mejor discutamos con argumentos.
Ahora, conociendo el panorama de los héroes en 2021 ¿Martin Scorsese tiene razón? ¿Se están convirtiendo estas películas en parques de diversiones? Sí y no.
Para empezar, siempre lo fueron: toda película cuyo argumento está basado en material previamente existente y forme parte de la cultura popular provocará expectación por parte de los fanáticos ya existentes de la misma, quienes se encargarán de iniciar a miles de nuevos fanáticos y, eso, la verdad es un proceso muy bonito. El hype provocado por estas cintas es equiparable a la emoción que se tiene cuando se está en la fila para la montaña rusa de cualquier parque de diversiones: sientes un cúmulo de cosas en el estómago y necesitas tener la experiencia cuanto antes.
Pero aquí el lado negativo: las películas empiezan a sentirse vacías, la ves por la emoción, funcionan al momento, son casi golpes de adrenalina y no te acuerdas de ellas en una semana por el poco impacto que tuvieron en ti. Esto último es discutible y varía de espectador a espectador, de acuerdo su nivel de compromiso con las cintas, edad y muchos otros factores a considerar, aunque en casi todos el efecto es momentáneo.
Estamos en un momento donde el streaming avanzó muy rápido por las cuestiones de la pandemia. El cine ya no es lo que era hace casi dos años, la taquilla lo demuestra: las películas de los grandes autores y directores se estrellan y recaudan poco dinero en comparación con las películas de franquicia (aunque aquí volvemos al problema de la exhibición y distribución) y eso afecta a una industria cinematográfica cada día más estudiada para hacer dinero y arriesgar poco.
Mientras tanto, seguiré haciendo fila para “Doctor Strange In The Multiverse of Madness” porque podré criticar al cine de superhéroes pero también soy un fanático y eso me da el derecho de exigir mejores cintas.