¿Qué harías si tuvieras que aislarte del mundo y dejar todo aquello que amas? ¿Si de la noche a la mañana pasaras de ser una persona común y corriente a un ente oculto en la oscuridad tras capas de cobijas para protegerse del mundo exterior? Honesto, empático e hipnotizante, “Electric Malady” es un documental que cuenta la historia de William, un hombre con electrosensibilidad que, desde hace casi una década, vive encerrado en una cabaña en medio de la nada con la esperanza de encontrar una solución a su problema.

Con mucho cariño y una estética que nos hace sentir como en un mundo de fantasía, la directora Marie Lidén nos presenta en su ópera prima un mundo desconocido para muchos. En esta entrevista nos cuenta los múltiples retos que representó este proyecto, desde un duro proceso de financiamiento hasta dudas éticas sobre cómo abordar el tema.

A través de su compromiso y tenacidad (su comunicación con William, por ejemplo, se manejó por medio de cartas escritas por años debido a que él no podía acercarse a un teléfono), Marie Lidén nos comparte varios consejos para nuevos cineastas y la historia de un rodaje que, así como el personaje que retrata, fue impulsado por la esperanza y el optimismo.


Jorge Espinoza: Tú has dicho que ser alguien diferente, una extraña, ha moldeado los temas hacia los que te sientes atraída en tu trabajo. La historia de William es la de un extraño: ¿cómo llegaste a ella? ¿Cómo lo conociste y dijiste: “quiero contar su historia al mundo”? Y, más importante aún: ¿cómo lo convenciste de compartirla?

Marie Lidén: Puse un anuncio en un periódico que va a mucha gente electrosensible en Suecia y dije: “Mi mamá padeció esto y quiero hacer un proyecto sobre ello, entonces estoy buscando historias”. Fue allí cuando el padre de William me llamó: estuvimos mandándonos mensajes por teléfono por un tiempo y decidí ir a verlo. 

Ver a William por primera vez es muy impactante, y al comienzo estaba nerviosa por eso, pensé: “No puede ser, el personaje es muy extravagante y la gente no le va creer cuando lo vea, porque es demasiado llamativo”. Pero después de estar con él como una hora, dije: “Este hombre es maravilloso, es tan divertido y consciente de sí mismo”. Creo que también fue su historia lo que me atrapó: había tres bibliotecarios en el mismo lugar donde trabajaba, y en tres meses todos desarrollaron electrosensibilidad. Su relato era muy creíble. 

Lo cierto es que al inicio la película iba a ser diferente, iba a tratar sobre mi propia historia, mi propia experiencia de cómo afecta esto a una familia, de cómo afecta a una niña. Creo que por eso estuve atraída a la familia de William, porque usaban la esperanza y el amor para superarlo y mantener su espíritu en alto, lo cual me parece muy admirable. Exploré muchos personajes diferentes, pero siempre terminaba regresando a esta familia.

JE: Hay mucha controversia alrededor de la electrosensibilidad, pero tú tomas un acercamiento personal, te enfocas en el amor y cómo vive, más que un enfoque médico o científico. ¿Fue esta siempre la idea o hubo algún punto en el que pensaste hablar de  este padecimiento desde otro punto de vista?

ML: De hecho, esta película fue increíblemente difícil de financiar porque es un tema muy controversial y todos me seguían diciendo: “Necesitas tener más ciencia, si le pones  más ciencia tal vez te demos el dinero”. Entonces, intentamos varias veces entrevistar científicos, meter otros acercamientos de este tipo, pero nunca funcionó, y yo nunca estuve interesada en ello. Simplemente no era yo, no quedaba bien.

Creo que con este tema depende mucho de dónde investigues: si vas en una dirección parece la mayor conspiración del mundo, y si vas por otro lado puedes decir, “¡Oh! Tal vez solo pasa en su mente”. Digo, tal vez haya gente que solo finge, pero hablé con tantas personas, sobre todo cuando puse el anuncio; estuve tan abrumada por las respuestas, tenía dos asistentes y no podíamos escribirles a todos. Entonces, sea real o no, hay mucha gente que está sufriendo por esto: su dolor es real, tan real como para dejar la sociedad y ponerse en situaciones difíciles y en aislamiento. A veces es muy fácil ignorar a la gente, no tomarla en serio y decir todo está en su cabeza, y creo que en este caso hay una línea muy delgada entre algo mental y algo físico.

Creo que era importante para mí ir por ese proceso de intentar justificarlo científicamente, porque al final me hizo regresar al inicio, pero más convencida de que este era el camino correcto.

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“Electric Malady” de Marie Lidén | Cortesía de CPH:DOX

JE: La película en general se siente como de ensueño, como de otro mundo, pero hay partes, particularmente cuando William está más deprimido, donde todo es mucho más terrenal. ¿Cómo balanceaste este tono? ¿Fue tu intención desde el inicio darle esta sensación de cuento folclórico moderno o fue algo que se dio en el proceso?

ML: Al inicio usamos cámaras de manivela porque estábamos tratando de encontrar una manera de grabarlo que no lastimara a William, y cada vez que tratábamos de hacer una cámara más grande, se enfermaba. El sonido también fue muy difícil, tratamos de usar espejos, la cámara hacía mucho ruido. De toda esta experimentación vino mucho de ese sentimiento, porque el celuloide tiene esta textura y estética, pero también de cuando ves a  William, y se lo he dicho muchas veces: es tan hermoso, este pulpo o medusa gigante, como un fantasma que se mueve de manera etérea en esta prisión, en esta jaula, en medio de este gran bosque. Hay algo increíblemente triste, pero también hermoso: es muy metafórico.

La verdad yo no lo inventé, esta idea de que es un cuento folclórico moderno ha venido más de quienes ven y escriben de la película; pero sí lo es, es lo peor que te podrías imaginar: tener que aislarte de esta forma; aunque puede ser muy romántico para muchos encerrarse en el bosque y alejarse de la sociedad, para William no es una elección: él es un hombre muy sociable, ama la música, la política y las películas. 

Supongo que vino del proceso, porque la película comenzó como algo diferente pero terminó siendo otra cosa.

JE: ¿Qué precauciones tomaste al grabar la película para no lastimarlo? ¿Hubo alguna parte del proceso en el que el estuvo incómodo con la grabación y todo lo que ésta implica?

Hicimos varias pruebas y encontramos una manera para causarle el menor daño posible. Aun así, cada vez que grabábamos, él tenía que recuperarse al día siguiente. Lo cual es muy extraño como cineasta porque de alguna forma estás lastimando a tu personaje, pero obviamente él quería hacer esto y  él tomó la decisión de participar aun con los efectos, porque para él también era importante: quería contar su historia. Entonces nos aseguramos de hacerla sin lastimarlo mucho o sin causar mucho daño.

JE: ¿Cuál fue el mayor reto de la película?

ML: Conseguir el financiamiento fue muy difícil. Fue un proceso muy largo, no sólo por el tema sino también por las emociones. Hay muchas escenas en las que William está muy deprimido y habla del suicidio. Hay varios momentos en la película en que escuchas mi voz rara y es porque yo estaba llorando, pero él no me veía, él no lo notó; y qué bien porque eso no hubiera sido bueno para la situación: estar entrevistándolo y llorando. 

Es una situación emocionalmente muy difícil, sobre todo cuando tu personaje está muy deprimido. Te hace preguntarte sobre tu responsabilidad como cineasta y como ser humano. Amo a esta familia, ellos me recibieron, me quedé en su casa, y todavía hablamos todo el tiempo, y están en esta terrible situación en la que extrañan mucho a su hijo. Fue emocionalmente muy demandante.

JE: ¿Cuál fue la mayor sorpresa en este proceso?

ML: Tal vez que aprendí a confiar más en mi visión, porque es mi primera película. El proceso de pitching para el financiamiento puede ser brutal: todo el mundo quiere agregar algo y, antes de que  te des cuenta, has perdido un poco tu visión. Digo esto porque el proceso fue importante para aprender a confiar en mi instinto. De haber sabido cuando comencé que iba a tomar 10 años, tal vez no lo habría hecho. Digo, grabé con ellos por 7 años, pero desde antes ya estaba presentando el proyecto a varias personas y demás. 

JE: ¿Cuándo sabes dónde terminar la película? ¿Cómo defines cuándo ya es momento de dejar de grabar?

ML: El financiamiento (se ríe). Digo, hubo un par de años entre la última vez que grabamos y que nos dieran el financiamiento final  para terminar. En cuanto nos lo otorgaron dije: “Tenemos que acabar la película con este dinero”; y de alguna forma se sintió como un final muy natural, porque las cosas ya se verían mucho mejor para William.

Por mucho tiempo pensamos “si esta es la película, será muy oscura”, y me dije “tenemos que seguir grabando porque si acaba aquí sería brutal”. Creo que la razón por la que tardó tanto es porque estuvimos esperando a que este proceso funcionara, y ahora William está mucho mejor: tiene una novia que también es electrosensible. No puedo decir que está bien físicamente, pero mentalmente está muy fuerte.

JE: ¿Cómo fue el proceso de editar siete años en la vida de una persona y hacer que se sintiera fluido, como si no fuera tanto tiempo?

ML: En realidad, por mucho tiempo las cosas no cambiaron en su vida, entonces eso ayudó a que no se sintiera diferente. Estuvo deprimido por algunos años, y tuve que ser muy precavida por su bienestar porque me dije: “Si le pasa algo, ¿qué haré? ¿Haré una película de alguien que se suicidó?”. Fue muy difícil, pero aunque él estaba muy deprimido a mí me enamoró este personaje, porque incluso en sus puntos más oscuros era capaz de reírse de sí mismo, y era tan consciente de su situación. Creo que es una persona muy especial y nunca pude dejar ir esta historia pese a los momentos más pesados.

JE: Finalmente, ¿qué tanto de tu experiencia con la electrosensibilidad está en la película? ¿De lo que viviste con tu familia?

ML: No sé, mi experiencia con esto fue principalmente la de una niña, fue muy ingenua, porque mi mamá se enfermó cuando yo tenía 8, cuando tuve mi primer Nintendo. A mí me encantaba ver tele y todo eso, y tuvimos que quitarlo de nuestra vida. De repente tu mamá es una persona rara que está enferma, pero a la que no entiendes. Aunque podía ver que estaba muy afectada, era complicado porque cuando lidias con una enfermedad que no puedes ver, como una persona que lo experimenta desde afuera, de repente ésta afecta tu vida y te frustras. Tus padres te tratan de explicar, pero les dices “deben intentarlo más”, porque no puedes entender del todo su enfermedad, no la puedes ver. Es difícil para una familia lidiar con una situación así. La verdad así iba a ser al inicio: quería explorar la enfermedad desde la perspectiva de una niña, como una manera ingenua de verla. 

Creo que es esta perspectiva la que da la sensación de cuento de hadas de la película. De alguna forma remite a eso porque, cuando lo ves como una niña, dices: “Ok, ella es sensible a las luces, tiene que vivir en un cuarto oscuro: probablemente es un vampiro”. ¿Sabes? Tenía todas estas ideas de niña, porque mi mamá podría incluso sentir los cables a través de las paredes de lo afectada que era por ellos y yo pensaba: “Bueno, es una especie de superheroína”. Esa es una experiencia muy imaginaria del padecimiento, porque se convierte en algo más que una enfermedad: se transforma en un superpoder.

“Electric Malady” se estrenó en CPH:DOX 2022. Puedes seguir el trabajo de Marie Lidén, así como futuras proyecciones en las páginas oficiales de Facebook e Instagram del filme.