Con la reciente llegada de Disney+ a México y Latinoamérica, la gente ha comenzado a revivir las películas que durante mucho tiempo sólo estuvieron arrumbadas en los muebles de cada casa. La tecnología avanzó y “fallecieron” formatos como el Betamax o el VHS; algunos pudieron actualizar su colección a los nuevos formatos, pero no es tan barato. 

Ahora, con la oportunidad que dan las plataformas digitales; con Netflix a la cabeza y Amazon Prime Video siguiéndole el paso (y sin ignorar a los demás competidores), sólo faltaba en la ahora “colección de servicios”, al monstruo monopólico de la industria hollywoodense: Disney. Y si bien, han estado constantemente los detractores atacando a los amantes de los materiales de la Casa del Ratón, no cabe duda que el monstruo ha sabido cómo explotar su nicho de mercado: readaptando clásicos (y arruinándolos como el caso de “El Rey León, 2019); exprimiendo franquicias como “Star Wars” y el Universo de Marvel; trayendo de nuevo a la vida a series juveniles como “High School Musical, y un sinfín de ejemplos.

Sin embargo, más allá de lo que puede gustar o no, y de lo que es bueno o no, el regreso a los clásicos, ésos que Walt Elias Disney se enfocó en adaptar (de las obras literarias) y llevar a la pantalla grande en épocas complicadas para un Estados Unidos problemático (Segunda Guerra Mundial; la Gran Depresión, la Guerra Fría, la Guerra de Vietnam, etc.) y con la animación de largometrajes aún en pañales, son los que deben volver a revisarse, porque nos daremos cuenta que sí, se adecuaban a su época a nivel social y cultural, y mostraban discursos que en la actualidad serían motivo de censura y crítica imperdonable, pero que a su vez, mostraban una complejidad a nivel temático y visual, que por la industrialización en serie, se ha dejado de hacer, y donde los niños, en palabras de Walt, no debían ser tratados como tontos. Uno de esos materiales, es a la que yo considero como una de las mejores películas del monstruo productor: Pinocho. 

Existe un múltiplo infinito de lecturas que se le pueden dar a una obra sujeta a la interpretación como lo es “Pinocho(1940), adaptación de la novela italiana Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi. Este filme mostraba una idea moralina sobre la educación que sorprendentemente sigue vigente en nuestro tiempo, en el mundo y en nuestro país, como lo es el hecho de caracterizar y juzgar a los niños que no estudian y que eventualmente y casi literalmente, se convierten en burros, no sólo por abandonar su educación , sino por ingerir drogas porque al parecer sólo la escuela forma a las personas y sólo la escuela te hace “alguien en la vida”.

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Por otro lado, encontramos una exploración de aspectos macabros como la trata de personas, la trata de blancas y el tráfico de niños, propiciada por la figura del roba chicos (¿a cuántos de nosotros no nos amenazaron con ofrecernos en platillo a esos sujetos?): véase, no sólo cuando El Honrado Juan y Polilla secuestran a Pinocho, sino la misma Isla de los Juegos y las bailarinas rusas que se presentan en el show de Strómboli (y donde se echan una combinación de pintorescos bailes rusos, porque sí, Estados Unidos y la  Unión Soviética eran aliados, quién lo diría). 

La conciencia forma parte esencial del individuo, y en términos de personaje, funciona como el arquetipo de guía y brinda conocimiento para una mejor toma de decisiones, pero ¿qué pasa cuando ese guía es un grillito verde que le encantan las mujeres y por momentos hace y dice cosas sugerentes a nivel sexual? Aunque tal vez el futuro de su aprendiz no sea el más correcto, Pepe Grillo es una representación de las actitudes y acciones que parecen ser finas y elegantes (luego de haber estado en la miseria), pero que esconden un nivel machista propio de cierta clase intelectual y económica. 

Estos puntos presentados, en la actualidad serían motivo de “cancelación” y linchamiento, sin embargo, habría que entender que en su momento eran normalizados y se deben analizar desde las distintas perspectivas que hasta el día de hoy se conciben en la sociedad. Asimismo, lo que hace buena a Pinocho, es que utiliza la animación de la época no para condenar o juzgar (a excepción de lo moralino, ya mencionado), sino para poner sobre la mesa aspectos críticos y dañinos que se encuentran en el tejido social hasta nuestros días. Una película compleja en sus lecturas, en sus análisis y que no por nada es parte del National Film Registry, sólo por mencionar un ejemplo de su relevancia.