Hace unos meses se levantó una valla en la República Dominicana para intentar detener la inmigración haitiana. El excepcional documental “Apátrida” (Stateless) de Michèle Stephenson sirve como un antecedente para comprender tal suceso, pues se centra en las consecuencias de una inmisericorde ley que, en 2013, le arrebató la ciudadanía a dominicanos con padres haitianos, dejando a cientos de miles de personas sin nacionalidad.
“Son, pero no existen”, explica Rosa Iris a sus hijos al inicio del filme. Es una abogada activista dedicada a luchar por las personas apátridas, siendo una de ellas su primo Juan Teófilo, quien perdió su modo de vida y fue obligado a separarse de sus hijos a pesar de haber nacido en el país y ser de madre dominicana.
Junto a Rosa Iris, Teófilo intenta atravesar una serie de barreras burocráticas para restaurar su identidad y nacionalidad. Pero entre respuestas negativas y un trato antipático, Stephenson captura el trauma psicológico derivado de esta agotante lucha. Las lágrimas de Teófilo hablan de tristeza e impotencia; es el dolor causado por injusticia y segregación.
Racismo y genocidio forman parte de la complicada historia entre Haití y República Dominicana, países ubicados en la isla caribeña La Española. La discriminación siempre ha estado presente, pero el uso de redes sociales y surgimiento de grupos nacionalistas han removido el velo de invisibilidad e incrementado el problema. Por intentar ayudar a haitianos, Rosa Iris se topa ante amenazas y experiencias traumáticas involucrando a compañeros activistas víctimas de violencia. El odio es desbordante.
Stephenson ejemplifica los inquietantes extremos de la intolerancia a través del seguimiento de Gladys, una desagradable señora líder de un grupo nacionalista que expresa ideas de supremacismo blanco con total descaro. Su objetivo es sacar a toda persona con sangre haitiana de República Dominicana. “Se merecen una oportunidad, pero no aquí”, dice durante una reunión entre repugnantes señoras blancas xenofóbicas, capturada por la lente de la directora. Dicen no odiar a los haitianos, pero igual los clasifican a todos como violadores y ladrones.

Aunque sus caminos no se cruzan, Gladys representa todo lo que Rosa Iris intenta cambiar. Es un contraste increíble a través del cual este documental crea un retrato amplio y auténtico del problema social en la isla.
El desarrollo de la narrativa está siempre bajo la sombra del presidente Danilo Medina, cuyos discursos y retórica racista son presentados de manera intermitente durante el filme. Busca la reelección, misma que pondría en serios aprietos a la población de origen haitíano. A raíz de ello, Rosa Iris decide involucrarse a la política para intentar cambiar las cosas desde raíz, pero rápidamente se topa con una realidad corrupta y conocida en todo el mundo. El sistema político está diseñado para hacer perder al honesto.
Los hechos no se limitan a República Dominicana. Desde la corrupción política hasta el racismo sistémico, las actitudes y patrones visualizados en “Apátrida” son similares a lo que ocurre en muchos otros países en donde los discursos de odio y la xenofobia están dividiendo pueblos y sacando a relucir lo peor de la humanidad. La historia es universal.
“Apátrida” es un documental redondo en donde Michèle Stephenson representa de manera íntima y desde distintos ángulos, las facetas de un conflicto cultural y social con profundas raíces de odio. Historias como estas son necesarias para comprender, empatizar y darle voz a víctimas de un problema cada vez más común en el planeta.
“Apátrida” (o “Stateless”) ganó el Premio Especial del Jurado en Hot Docs 2020 y forma parte de la programación del Tribeca Film Festival 2021. Asimismo, tendrá su estreno por broadcast a través de la plataforma documental PBS POV el 19 de julio.