Cuando del cine de Wes Anderson hablamos, no solo se trata de admirar y dejarse llevar por su encantadora estética, sino de revelar las capas que hay detrás de ella. Su nueva película, Asteroid City, no es la excepción. ¿Qué esconde Anderson detrás de los colores pastel y paisajes inmaculados? ¿Qué hay detrás de sus peculiares personajes y singulares diálogos? En este caso, la experiencia descifrando estas preguntas dependerá en gran medida de tu afinidad por las películas de Anderson, pues si bien aquí hay diversión de sobra y fascinantes temas existencialistas, el uso de elementos metanarrativos prueba ser flojo y en ocasiones frustrante.
En esta ocasión, Anderson nos lleva a mediados de los años 50 para visitar Asteroid City, un pueblo ficticio desértico estadounidense en donde se está organizando un concurso junior de astronomía. Jason Schwartzman interpreta a Augie Steinbeck, un fotógrafo de guerra cuyo hijo Woodrow (Jake Ryan) es uno de los finalistas; pero el concurso es el menor de los problemas para Augie quien todavía está en duelo por la muerte de su esposa y no sabe cómo revelarle la verdad a Woodrow y sus otras tres hijas (Ella, Gracie y Willan Faris).
Durante su estancia en Asteroid City, Augie entabla una amistad con Midge Campbell (Scarlett Johansson), una madre y famosa actriz con aires de Marilyn Monroe, cuya hija (Grace Edwards) también está en el concurso. Sin embargo, un acontecimiento genera caos en el pueblo y una cuarentena indefinida impuesta por el gobierno.
Las historias de Augie y Woodrow son el corazón de la película pero a su alrededor tenemos personajes coloridos y fascinantes como un condecorado militar (Jeffrey Wright), una importante astrónoma (Tilda Swinton), un suegro gruñón (Tom Hanks), un mecánico (Matt Dillon), un animado gerente de motel (Steve Carrell), una maestra de primaria (Maya Hawke) y un vaquero (Rupert Friend) que la quiere enamorar, por mencionar a algunos. A pesar de la vastedad del elenco, Wes Anderson le saca brillo a cada integrante para hacerte reír y alimentar su narrativa existencialista. Dillon, Friend, Hawke y el elenco infantil, en particular, son divertidísimxs. Es posible que te enamores de más de uno de estos personajes, y es ahí donde encontramos el gran problema de la película.
Todo lo que acabo de platicar es una obra de teatro dentro de una transmisión televisiva a blanco y negro conducida por un anfitrión sin nombre (Bryan Cranston). El programa tiene como objetivo mostrar el proceso creativo, casi como un detrás de cámaras, de la popular obra (que lleva por nombre Asteroid City) dirigida y escrita por los exitosos Schubert Green (Adrien Brody) y Conrad Earp (Edward Norton) respectivamente.
Aunque este framing device deriva en una gran escena involucrando a Margot Robbie (Babylon) y hay una capa temática que vale la pena descubrir, su existencia en general no tiene una recompensa que valga la pena y más bien es un constructo distractor. Al ir y venir entre las ocurrencias de Asteroid City y este “detrás de cámaras”, Anderson provoca frustración: justo cuando la película crea un sentido de intimidad con sus personajes (a raíz de la cuarentena por la que atraviesan) o cuando estás metido al 100% en la relación Augie/Midge, el director interrumpe todo con su metanarrativa. Lo mismo ocurre con un sinfín de elementos.
Me hubiera encantado pasar más tiempo explorando la relación entre Augie y su suegro, meditar sobre la importancia de las conexiones humanas en un ambiente de soledad, ver a adultos intentando explicarle a los jóvenes aspectos sobre la infinidad del universo, indagar en las temáticas de paranoia y militarismo que inundan la trama, o simplemente pasar más tiempo con el brillante Jake Ryan (quien lleva un paso más allá a su personaje de Eighth Grade), pero Anderson siempre frena las acciones para subyugarnos a escenas débiles que nos alejan de sentir las emociones burbujeantes de su historia central. El aspecto meta del filme no es más que un pretencioso aguafiestas que, de manera innecesaria, hace inaccesible el filme para espectadores casuales; da la impresión de que si Anderson hubiera reemplazado todo esta paja con más tiempo para profundizar en los acontecimientos del desierto, esta podría haber sido una de sus mejores obras.
En cuanto al aspecto audiovisual, esto es, tal y como te imaginas: un deleite. El diseño de producción de Adam Stockhausen, tanto del pueblo desértico como del teatro neoyorquino, es impecable. Los encuadres de Robert Yeoman son utilizados sabiamente para reforzar ideas de soledad, mientras que su paleta de colores, cielo azul aqua y montañas rojizas, te invita a relajarte y descubrir las irreverencias de un pueblito con aires caricaturescos que recuerdan a El Coyote y el Correcaminos (también ayuda la presencia de un adorable correcaminos). Además, los toques extra de creatividad de Anderson, como una máquina expendedora de martinis o una inolvidable secuencia animada involucrando a Jeff Goldblum, te dibujarán una enorme sonrisa.
En Asteroid City parece que Wes Anderson está dirigiendo dos películas, una es interesante, melancólica y vibrante, pero la otra es un intento raquítico y pretencioso de hablar sobre procesos artísticos. Afortunadamente, la primera tiene tanta vida y tantos momentos memorables que la segunda no logra descarrilar la obra completa. De haberse dedicado a darle mayor profundidad a su mitad fuerte, Anderson nos hubiera llevado a un viaje fuera de este mundo.
“Asteroid City” se estrena en México el 14 de junio a través de Universal Pictures.
Imagen de portada cortesía de Universal Pictures México.