Carmen, del director Benjamin Millepied, es un experimento muy extraño: por un lado, es un ejercicio audaz con imágenes impactantes que usa varios recursos interesantes; por otro, cuenta con un ritmo lento y guion un poco superficial que hacen la experiencia un tanto pesada. Sin embargo, una cosa es segura, no se puede negar su gran ambición.

Carmen (Melissa Barrera) huye a Estados Unidos tras el asesinato de su madre. Es salvada de tener el mismo destino gracias a un veterano de guerra llamado Aidan (Paul Mescal), quien mata a un guardia fronterizo en el proceso. Juntos tratan de escapar de las autoridades que implacablemente los persiguen.

En la trama no ocurre mucho más de lo ya descrito, lo cual puede frustrar a algunos, pero Carmen se trata más de experimentar sensaciones: el sonido detallado, la música operática como de coro celestial y, sobre todo, las ingeniosas coreografías de danza contemporánea que funcionan como números musicales para expresar el estado interno de los personajes.

Estas últimas son acompañadas de una hermosa fotografía de Jörg Widmer, la cual sigue fluidamente la danza de forma hipnótica para adentrar al espectador en el ritmo de los bailarines. También vale la pena destacar el diseño de producción de Steven Jones-Evans, quien convierte espacios cotidianos en escenarios preciosos: una escena en la cual Melissa Barrera canta frente a un fondo rojo neón es particularmente inolvidable.

Tras mostrar sus talentos para el musical en In the Heights, Melissa Barrera nos vuelve a dar otra gran interpretación en la cual canta, baila y transmite el dolor de Carmen a la perfección. Paul Mescal (Aftersun) tiene un papel mucho más sutil, pero igual logra expresar muy bien el trauma de Aidan. Ambos hacen creíble el romance entre estos personajes pese a lo difuso de la historia.

Con todo esto dicho, el punto más débil de la cinta es que su guion no está a la altura de su extravagancia técnica. Además de que no sucede mucho en la historia, los elementos surrealistas nunca terminan por integrarse del todo a la trama lineal, lo cual da como resultado una historia que no es lo suficientemente abstracta para que el espectador se deje llevar por sus belleza audiovisual, pero tampoco lo suficientemente concreta para que la trama tenga resonancia emocional.

Aun así, Carmen sigue siendo un ejercicio atrevido con suficientes hallazgos interesantes que muchos apreciarán. Los bellos números musicales y su estética cuidada son suficiente razón para verla, aunque el producto final sea un poco distante emocionalmente.

“Carmen” ya está disponible en cines mexicanos.

Imagen de portada cortesía de Cine Caníbal.