En los últimos años, Ron Howard se ha enfocado en contar historias optimistas o sobre superación humana — “Hillbilly Elegy” y los documentales “We Feed People” y “Rebuilding Paradise” son claros ejemplos de ello. Ahora, el director estadounidense busca relatar, en formato de ficción, una historia increíble y uno de los más optimistas ejemplos de humanidad que hemos tenido en los últimos años: el exitoso rescate de 12 niños y su entrenador de fútbol de una cueva inundada en Tailandia en 2018. Sin embargo, estamos hablando de Ron Howard, un cineasta limitado que últimamente no ha podido escapar de la superficialidad y “13 vidas” no es la excepción.
Todavía peor para Howard es el hecho de que el año pasado tuvimos la llegada de “The Rescue” (ya en Disney+), magistral documental dirigido por Elizabeth Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin que aborda la misma historia. Al inevitablemente comparar dicho filme con “13 vidas”, los defectos de Howard dirigiendo esta cinta salen a relucir con mayor fuerza.
Viggo Mortensen (“Crimes of the Future”) y Colin Farrell (“The Batman”) interpretan a Richard Stanton y John Volanthen respectivamente, dos buzos británicos especializados en rescates en cuevas que acuden al llamado de auxilio de la comunidad tailandesa cuando los 12 niños y su entrenador quedan atrapados en la cueva Tham Luang. Con implacables lluvias torrenciales y fuertes corrientes dificultando considerablemente su labor, John y Richard deben trabajar en equipo con las autoridades tailandesas para intentar el milagroso rescate.
Ron Howard nos presenta, de manera metódica, la llegada de los buzos, los esfuerzos comunitarios por encontrar soluciones, las dinámicas de poder relacionadas al gobernador de la provincia (Sahajak Boonthanakit), el valor de la fe en esta población, el sufrimiento de las madres de los niños y la importancia del trabajo voluntario de tantas personas, destacando al ingeniero hidráulico Thanet (Nophand “Aon” Boonyai). En cuanto a hacer un recuento de los hechos, “13 vidas” cumple, pero Howard nunca puede ir más allá para transmitir la esencia de lo que hizo este rescate tan increíble.
Uno de los muchos aciertos de Vasarhelyi y Chin dirigiendo “The Rescue” fue darle cara a los héroes responsables de tan increíble hazaña; a través de una tremenda edición, entrevistas íntimas y algunos apoyos visuales, dicho documental nos permitió conocer su gran personalidad, sus motivaciones para hacer buceo, sus antecedentes como jóvenes inadaptados y su enorme determinación por rescatar a los niños. El filme nos dice que, en el fondo, todos tenemos la capacidad de ser héroes. Pero nada de eso existe en “13 vidas”. De hecho, es todo lo contrario.
Aquí, el insípido guion de William Nicholson reduce a los rescatistas, tanto británicos como tailandeses, a un montón de caras sin personalidad. Nunca existe un intento de introspección en torno a alguno de ellos y, de hecho, la mayor parte del tiempo, John y Richard tienen una actitud demasiado relajada con respecto a la intensidad del asunto y todo lo que está en juego. En lugar de aprovechar la larga (e innecesaria) duración de dos horas y media de la película para pulir todo esto y desarrollar tanto conflictos como personajes, Nicholson se conformó con decirnos de paso que John tiene un hijo e intentar hacer una metáfora sobre confianza a través de unas galletas. Peor imposible.
Uno de los pecados más grandes de “13 vidas” es su intento por darle un giro al personaje de Richard, quien pasa de ser un sujeto amargado, nihilista y pesado a comprender el valor del trabajo en equipo y la fe. Esta hollywoodización de Richard Stanton, cuyo objetivo es intentar manipular emociones a través del seguimiento de un hombre gruñón aprendiendo que “amistad es amigo”, es un miserable fracaso que se siente particularmente insultante si viste “The Rescue” y sabes que las acciones del Stanton de “13 vidas” son todo lo opuesto a lo que el hombre de carne y hueso nos demuestra en el documental. Y aunado a esto tenemos una lamentable dirección actoral de Howard y un Mortensen completamente antipático, trabajando en piloto automático y fallando en capturar la personalidad del hombre real al que está interpretando.
A pesar de todo esto, “13 vidas” logra ser efectiva en más de una ocasión: además de buenas dosis de tensión, es imposible no emocionarte durante los momentos de celebración. Pero todo esto no es gracias a la dirección, sino al poder de la historia en sí misma. Estamos hablando de 5000 personas de 17 países distintos que se unieron para hacer un milagro, dejando en claro que, a pesar de todo la fealdad en este mundo, todavía es posible unirnos por una buena causa. Aunque Howard y Nicholson casi lo logran con su acercamiento convencional y tradicionalista, es imposible arruinar una historia con tal poderío. El pastel ya estaba casi hecho y solo había que hornearlo; el problema es que al director se le olvidó prender el horno.
Lo que “13 vidas” hace muy bien es darle un enfoque al factor espiritual del rescate. Howard se detiene en la visita del monje Kruba Boonchum a la cueva, la explicación de la estatua de Jao Mae Nang Non, la crucial relevancia de la meditación para la supervivencia de los niños y, en general, el poder de la fe y las oraciones del pueblo.
Además, la fotografía de Simon Christidis es efectiva en sus intentos por generar ansiedad durante algunas escenas de buceo. Asimismo, la diseñadora de producción Molly Hughes hizo un destacado trabajo recreando las cavernas y túneles de este infierno laberíntico. Sin embargo, Benjamin Wallfisch quedó a deber en el score, pues su trabajo no logra evocar emoción alguna.
Al decantarse por un relato superficial y carecer de construcciones narrativas sustanciales, “13 vidas” no logra inspirar al espectador con la grandeza que merece tal historia, ni transmitir la incansable perseverancia y generosidad de los héroes involucrados. Como ya es costumbre en su filmografía, Ron Howard entrega un producto conformista que funciona con lo mínimo y, en este caso, es elevado no gracias a su autoría, sino al poder innato de la extraordinaria historia real del rescate.
No es casualidad que los momentos más emotivos del filme no llegan durante el desarrollo del mismo, sino en el epílogo, cuando unas líneas de texto nos explican la magnitud del acontecimiento, cosa que Howard tiene problemas haciendo en los 140 minutos previos. Aunque conmueve y entretiene durante largos ratos, en realidad no existe razón alguna para ver “13 vidas” cuando ya existe un producto completo y muy superior sobre la misma historia: mejor invierte tu tiempo viendo “The Rescue”, un filme que sí evoca todo lo que esta milagrosa historia merece.
“13 vidas” ya se encuentra disponible en Prime Video.