Hay veces que el cine nos entretiene de maneras inesperadas, ocasiones en las que uno va a ver una película no para ser conmovido o sorprendido, sino para reírse y disfrutar, pero por las razones equivocadas. Este es el caso de “After”, una saga que muchos aman odiar por sus ridículas situaciones, terribles diálogos y lo tóxico de sus protagonistas. Lastimosamente, “After: Almas perdidas” de la directora Castille Landon, comete un terrible error: se toma tan en serio que priva a la película de todo el caos que hacía entretenidas a sus entregas pasadas.

La tercera parte de la franquicia nos trae de regreso a la autodestructiva pareja de Tessa y Hardin, interpretados de nuevo por Josephine Langford y Hero Fiennes Tiffin (de los pocos miembros del elenco que no han sido sustituidos). Tras una decisión de Tessa, el futuro de la pareja cambia para siempre: nuevos obstáculos, oscuros secretos y viejas inseguridades amenazan con arruinar la relación que han luchado por construir.

Desde su material original, “After” ha sido criticada por romantizar varias ideas nocivas para las relaciones juveniles: la violencia sicológica, el estereotipo del hombre malo y agresivo, la idea de que tu pareja tiene que ser una especie de terapia para tus problemas, comportamientos posesivos y de celos, y un largo etcétera. 

Las cintas mantuvieron este aspecto pero, al igual que las peores comedias románticas, lo hacían con una ejecución tan terrible que el resultado era casi cómico: los exagerados berrinches de Hardin (uno de los más insoportables intereses románticos de los últimos años), las escenas de sexo innecesariamente largas y gratuitas, conversaciones “profundas” sobre literatura (varias referencias superficiales a “El gran Gatsby” se vienen a la mente), el ya mencionado descarado cambio de elenco entre cada entrega, todo daba como resultado una serie de películas que bordeaban en la autoparodia y a las cuales uno no podía tomar en serio, pero que resultaban entretenidas para ver con qué ridiculez nos sorprenderían los creadores la siguiente vez.

“After: Almas perdidas” corrige varios errores de las cintas anteriores, pero a costa del entretenimiento y de contar una historia. En esta película Hardin al fin comprende a Tessa y lucha por cambiar, y aunque esto parecería algo bueno en papel, no ayuda mucho si no hay una trama que lo respalde; el resultado es que ninguna de las situaciones tienen mucho peso: las películas eliminaron gran parte de las tramas secundarias de los libros que aportaban abundante drama ridículo, y al quitar también las peleas exageradas entre Tessa y Hardin, no hay mucho que sostenga la historia.

Conflictos como la aparición del padre de Tessa o la mudanza de ésta a Seattle se solucionan sin ningún problema, parecen existir únicamente para alargar lo que pudo ser un cortometraje y no para aportar a la historia o a los personajes. Finalmente, se nos presenta la boda de la madre de Hardin en Londres, la cual es sólo una excusa para llevarnos a una predecible revelación que nos deja en suspenso para la cuarta entrega de este romance juvenil.

Con todo esto no quiero decir que el cine debería perpetuar comportamientos dañinos en favor del entretenimiento: por más que uno disfrute el burlarse de obras como “After” se necesita exigir contenido de calidad para un público joven, sobre todo uno que constantemente es víctima de la burla y la invalidación de sus emociones y gustos como son las chicas adolescentes. Lo que quiero decir es que si se va a cambiar todo el sentido de una saga, no basta con quitar lo malo y pretender que nada pasó: se debe hacer un verdadero trabajo por entregar un producto de calidad y no un vago intento por recaudar dinero con el mínimo esfuerzo. 

Al final del día, el peor pecado de “After: Almas perdidas” es ser aburrida. Traiciona tanto a su público fiel como aquellos que vamos en busca de un escape que no requiera pensar, pero sobre todo se traiciona a sí misma.

“After: Almas perdidas” ya se encuentra disponible en Prime Video.