Las relaciones románticas entre humanos y tecnología no son algo nuevo en el cine: desde “El hombre bicentenario” y “Flubber”, hasta las maravillosas entregas de “Blade Runner” y la conmovedora “Her”, este es un tema que sigue fascinando a las audiencias. “Amor artificial” (o “AI Love You” en inglés), de los directores Stephan Zlotescu y David Asavanond, trae algunas ideas interesantes a la mesa, todo para tirarlas por la borda en un tercer acto caótico y apresurado.

En un mundo en el cual los edificios tienen inteligencia artificial, Dob (un edificio de oficinas) está enamorado de Lana (Pimchanok Leuwisetpaiboon), sin embargo ella no le corresponde porque no es humano. Un día Lana sale con Bob (Mario Maurer) un patán macho alfa grosero que la trata terrible: la cita sale fatal. Para mala suerte de Lana, Bob va a su oficina a arreglar a Dob, pero éste aprovecha para robar el cuerpo de Bob y al fin conquistar a Lana.

La química entre los protagonistas es increíble. Un atributo fundamental de cualquier película romántica es la dinámica de la pareja central, y tanto Lana como Bob/Dob son personajes entrañables. Pimchanok Leuwisetpaiboon le da a Lana una mezcla de vulnerabilidad, testarudez y fuerza de carácter que hace creíbles sus contradicciones; por su lado, Mario Maurer es perfectamente odiable cuando es Bob, y tierno e irresistible como Dob: a su gran atractivo físico se le suma una ingenuidad que enamora a cualquiera.

El mundo creado también es interesante: los edificios robots y la estética son llamativos, originales y te sumergen en el mundo. En varias partes la película recuerda a “Tiong Bahru Social Club” en que no es un mundo del todo alejado del nuestro, pero sí es lo suficientemente distinto como para tener personalidad propia. La dinámica entre las inteligencias artificiales y los humanos son bastante naturales y nunca llaman la atención sobre sí mismas, lo cual le da mayor naturalidad a la película.

Es por eso que el tercer acto resulta particularmente molesto, al punto de romper con el ritmo construido a lo largo de la película. Si bien todo lo anterior tenía ciertas inconsistencias, uno era capaz de pasarlo por alto gracias a la bonita relación de sus protagonistas. Lastimosamente, en un intento por agregar tensión y cerrar cabos, la película se va por un camino incoherente y apresurado que no sólo traiciona la esencia de la historia, sino que resulta confuso en el peor de los sentidos. Los últimos 30 minutos recuerdan a las películas live action de “Ben 10”, y no de buena manera.

“Amor artificial” tal vez guste a los amantes más fieles de las películas románticas o a quienes buscan experiencias nuevas y ligeras en la ciencia ficción. Sin embargo, pese a varios buenos momentos, su caída en la caricaturización puede dejar a muchos deseando haber usado su hora y media de duración en algo más interesante. 

“Amor artificial” o “AI Love You” ya se encuentra disponible en Netflix.