Hace más de 10 años se estrenó “Avatar” de James Cameron, la cual se convirtió en la película más taquillera de la historia, superando a la entonces campeona “Titanic”, igual de Cameron. Mucho tiempo ha pasado, pero el director de “Terminator” y “Aliens” regresa con la muy esperada secuela a este blockbuster: “Avatar; El camino del agua” llega al fin a los cines, pero ¿cumple con las altas expectativas a las que nos tiene acostumbrado su creador?
Tras la victoria de los de los na’vi contra los humanos, Jake Sully (Sam Worthington) y Neytiri (Zoe Saldana) se dedican a cuidar a su pueblo y construir una familia compuesta por ellos y sus cuatro hijos: Neteyam (Jamie Flatters), Kiri (Sigourney Weaver), Lo’ak (Britain Dalton) y Tuk (Trinity Jo-Li Bliss). A ellos se suma un niño humano llamado Spider (Jack Champion), quien por ser un bebé no pudo regresar a la Tierra y fue criado con los na’vi. Sin embargo, su feliz existencia se ve amenazada ante el regreso de los humanos, lo cual los obliga a ocultarse entre las tribus del agua y aprender un nuevo estilo de vida.
Al igual que para muchos, “Avatar” fue una experiencia inolvidable en mi adolescencia y aunque no ha envejecido tan bien (sobre todo su trama ya muy vista del salvador blanco), técnicamente se ha mantenido tan espectacular como el día de su estreno, como se pudo ver en su reciente remasterización. En este aspecto, “Avatar: El camino del agua” no decepciona: Pandora nunca lució mejor, los paisajes son impresionantes, las criaturas hermosas, el funcionamiento del mundo hipnotiza y la experiencia es inmersiva.
Si bien el aumento de cuadros por segundo (esta fue grabada a 48) le da una nitidez extrema que a ratos le da el aspecto de un videojuego, es fácil acostumbrarse, sobre todo con fotogramas tan hermosos. Esta es una experiencia para ser vivida en el cine, a gran escala y con el sonido envolvente, y quienes busquen un escape de la realidad por casi 3 horas y media lo tendrán sin problema: James Cameron vuelve a ofrecernos un festín para los sentidos.
Sin embargo, donde la secuela palidece en comparación con su primera parte es en algo que también ha padeció la reciente entrega de “Black Panther”: la inevitable sensación de que esta es solo la pequeña parte de una gran franquicia, su necesidad de construir un mundo que dé para varias películas, en lugar de una historia contenida. La primera película no tenía la trama más original del mundo, de hecho siempre ha sido su punto más criticado, y las comparaciones con “Pocahontas” o “Danza con lobos” son un tema común, pero funcionaba por sí sola y cada arco narrativo estaba pensado para cerrar en cuanto aparecieran los créditos.
En cambio, esta entrega parece obsesionada por plantear nuevas situaciones, tribus, personajes y conflictos que tendrán un cierre en futuras entregas, lo cual hace que la experiencia se sienta un tanto incompleta. Tanto los peligros como el clímax no comparten el sentido de urgencia de la original, acá son solo un escalón para algo más grande. Supongo que en la tercera parte recibiremos la gratificación prometida, pero con 13 años de espera y 3 horas de metraje uno esperaría salir un poco más satisfecho.
Los protagonistas anteriores son dejados un poco de lado en favor de la nueva generación, sobre todo Lo’ak y Kiri, quienes prometen tener un gran papel en las batallas futuras. Esto es coherente con el tema de renacer y cambiar que propone la historia, un mensaje muy valioso sobre las segundas oportunidades y la redención. James Cameron nos da algunos de los personajes más interesantes de sus películas a un nivel interno, lo cual le da un balance emocional a todo el asombro visual provocado por los paisajes y criaturas.
Los temas de protección del medio ambiente y crítica a la explotación de los animales siguen presentes aún con más fuerza, sobre todo en una brutal secuencia que da inicio al tercer acto. Queda claro que Cameron y su equipo tienen muy claro su mensaje y hacia dónde quieren dirigirlo, ahora sólo queda ver si suficiente audiencia está dispuesta a sumarse a este viaje y esperar algunos años más.
Aunque no alcanza el impacto emocional ni cuenta con el factor sorpresa de la original, “Avatar: El camino del agua” hace lo que Hollywood sabe hacer mejor: un gran espectáculo de proporciones épicas y con avances tecnológicos inigualables. Tal vez no será el regreso deseado por todos, pero es imposible no admirar su ambición.
“Avatar: El camino del agua” ya está disponible en cines.