De manera discreta y sin una gran campaña de marketing (Disney haciendo de las suyas otra vez), Zach Cregger nos trae “Bárbaro”, una de las propuestas de terror más sorpresivas y entretenidas del año.
Previo a una importante entrevista de trabajo, Tess (Georgina Campbell) renta una pequeña casa en un derruido vecindario de Detroit pero al llegar se encuentra con que alguien más, Keith (Bill Skarsgård), ya está ocupando el lugar. Al parecer, AirBnB hizo una doble reserva. Como es mitad de la noche y hay una tormenta rugiendo afuera, Keith invita a Tess a compartir la vivienda por lo menos esa velada. Con muchas dudas y tras tomar las debidas precauciones, Tess acepta.
Esto apenas cubre los primeros 10 minutos de la película, pero decir más sobre “Bárbaro” sería arruinar la sorpresa que le aguarda a nuestra protagonista. Cregger establece tensión desde la primera escena para luego inducirte a un falso estado de seguridad. Sabes que algo malo va a ocurrir pero no sabes cuándo y Cregger juega con esa interrogante, así como las ideas clásicas de “mujer en aprietos” en cintas de terror, hasta llegar al primer giro, desplegado a través de una escalofriante escena que probablemente haga saltar a tu sala de cine entera. Es a partir de este punto que el director comienza a agregar capas de locura narrativa a una película casi siempre impredecible que se reinventa constantemente.
Pero en vez de explicarnos qué está pasando después del primer giro, el guion de Cregger drásticamente cambia de dirección, audaz decisión que funciona a la perfección pues además de presentar una interesante subtrama, extiende la duración del misterio central. No puedes despegar los sentidos porque quieres respuestas: ¿Qué está pasando en esa casa? Descubrirlo es muy divertido, en particular gracias a los caóticos descensos al terror de la trama.
Tal vez “Bárbaro” no sea la película más innovadora en cuanto a términos narrativos se refiere pero la manera en cómo Cregger presenta la historia hace toda la diferencia. La edición concisa permite tener una constante presencia de tensión; la fotografía de Zach Kuperstein utiliza con aterradora precisión los espacios, tanto largos como estrechos. Esto se combina con una soberbia utilización de luces para crear secuencias claustrofóbicas y estresantes en túneles subterráneos. Asimismo, el diseño artístico y maquillaje de la bárbara “sorpresa” es digno de la más horripilante de las pesadillas: un personaje que bien podría convertirse en la nueva consentida de amantes del género. Y como cereza en el pastel, el inquietante score de Anna Dubrich complementa esta retorcida orquesta audiovisual.
Georgina Campbell (“Black Mirror”) y Bill Skarsgård (“El diablo a todas horas”) hacen un fenomenal trabajo pero es la primera quien, con más tiempo en pantalla, se luce gracias a su mezcla de terror, hacia lo conocido y desconocido, con curiosidad. Como ya te habrá sugerido el póster, Justin Long (“Jeepers Creepers”) también aparece en esta película y aunque su personaje de repente cae en tintes caricaturescos, su gran trabajo permite aterrizar con efectividad a un ser odioso y egoísta que, a pesar de las lecciones aprendidas en el camino, al final del día solo está interesado en la autoconservación: es un monstruo más.
Y precisamente, el personaje de Justin Long forma parte del comentario social en torno a la misoginia y violencia contra la mujer que Cregger explora a lo largo del filme con una mano pesada; es un comentario interesante, pero desarrollado a medias y que agrega poco a la conversación.
El guion tiene algunas conveniencias y en más de una ocasión sacrifica credibilidad para mantener el flujo de suspenso a tope, pero esto se perdona fácilmente gracias a la determinación de Cregger por llevar a “Bárbaro” a nuevas dimensiones de locura, factor que da como resultado un producto fresco y perverso que fácilmente se posiciona entre lo mejor del año en el género.
“Bárbaro” ya se encuentra disponible en cines. Imagen de portada cortesía de 20th Century Studios.