Denis Villeneuve, uno de los directores más seguidos en la industria americana de los últimos años, entrega una nueva versión cinematográfica de la obra literaria más conocida de Frank Hebert: “Dune”, la cual resulta ser muy ambiciosa visualmente, pero que sucumbe ante los requerimientos mercantiles y huecos de Hollywood.

La cinta, casi fiel a lo escrito por Hebert en 1965, narra la historia de Paul Atreides (Timothée Chalamet), un joven intrigado por sueños extraños y un debate sociopolítico de su región. Cuando a su padre, el duque Leto (Oscar Isaac), se le encomienda hacerse cargo del planeta Arrakis, comienza una batalla mortal en contra del emperador Harkonnen (Stellan Skarsgard), quien busca apoderarse del planeta y de la “especia”, una droga con la capacidad de conceder longevidad y alta conciencia. 

El responsable de mejorar (sin mucho esfuerzo) el concepto de lo hecho por David Lynch en 1984, es el canadiense Denis Villeneuve, quien ha sido enfocado y alabado por el ojo cinéfilo por  ofrecer propuestas cinematográficas distintas a lo acostumbrado. Sin embargo, poco está quedando de ese Denis que intentaba mostrar una elocuente y atípica forma de plasmar imágenes y desarrollar tramas (tal es el caso de  “Maelström”, “Prisioners” y “Enemy”). “Dune” es prueba de ello. 

Esta “nueva” “Dune”, se olvida de la profundidad narrativa, pues rápidamente  se vuelve estéril, para lo cual ayuda su plantel actoral, digno de una campaña de marketing, pero no de una aventura cinematográfica épica como el gran estudio y los publicistas de las redes sociales lo visualizaban. Timothée Chalamet (“Call Me By Your Name”) continúa valiéndose de su atractiva composición facial, sin aún alargar su rango actoral, lo cual pone en duda que lo tenga; por otro lado, la publicitada Zendaya (“Malcolm & Marie”), se queda en un producto meramente de cartelones y no de efectismo dramático en pantalla. Únicamente Rebecca Ferguson, Jason Momoa y Oscar Isaac, apenas con limitados minutos en pantalla, logran interesar. 

Por otro lado, el filme se revuelca en su innegable magnificencia técnica que va desde la fotografía sobria y provechosa de espacios que entrega Greig Fraser (“La noche más oscura”, Rogue One: Una historia de Star Wars”), hasta el apartado sonoro a cargo del legendario Hans Zimmer (“Sin tiempo para morir”). A excepción de las espléndidas composiciones sonoras, la fotografía responde a un solo objetivo: sorprender a través de la manipulación; hay un poderío estético, pero sin mucho significado. La cinematografía atrapa, apantalla y es… linda, pero carece de originalidad y proposición. Hay forma, pero nunca se intenta llegar al fondo. 

“Dune” no tiene la intención de alejarse de la industria porque al final está amarrada al tema de franquicias, pero no por eso es deficiente, es más bien desalmada y cumple, pero no va más allá. Más que una película, es una experiencia, que sin duda se debe de disfrutar como tal. 

Lo hecho por Villeneuve funcionará espléndidamente para un sector del público, ya sea por los temas estilísticos o por los apartados narrativos y técnicos, propios de una cinta no convencional. Aunque  sin duda será una decepción para otro sector que tal vez no esté tan acostumbrado a largas duraciones, no le interesen los asuntos técnicos o no esté tan empapado del universo de Hebert. Y eso sí, este producto será provocador de grandes discusiones con respecto a quien se jacta o no de “apreciar”  el espectro cinematográfico. 

“Dune” / “Duna” ya está disponible en cines y próximamente en HBO Max.