Claudia Sainte-Luce utilizó a “Los insólitos peces gato” y “La caja vacía” como poderosas herramientas de empatía, e intenta hacer lo mismo con su nueva cinta “El camino de Sol”, pero irónicamente su ejecución falla a causa de un discurso carente de dicha intención.

Sol (Anajosé Aldrete) está buscando a su hijo secuestrado pero las autoridades hacen poco (o nada) para ayudarla y ante la necesidad de juntar dinero para su rescate, comienza a secuestrar perros con el objetivo de pedir rescate.

Al utilizar elementos como un manipulativo intercambio de diálogos en un ginecólogo, los llamados amorosos de un dueño a su perro y la imagen de un par de pugs en una carreola, Claudia Sainte-Luce critica la manera en cómo la sociedad parece estar más preocupada por el bienestar de mascotas que el de humanos, pero su narrativa termina siendo intolerante y profundamente especista, pues utiliza como excusa el secuestro de un niño para intentar desvalorizar la vida animal y juzgar los mecanismos que la gente utiliza para obtener su propia paz. Y encima, busca reducir el impacto de los actos criminales de su protagonista, mismos que rebasan la importante historia de desaparición en su núcleo. Al decir que una persona es menos por darle afecto o preocuparse por la vida animal, la película se convierte en una farsa total. ¿En dónde está la empatía ahí? La directora demuestra no comprender el significado de dicha palabra. Es una contradicción total.

Además, “El camino de Sol” aborda la corrupción de las autoridades pero lo hace a través de una caricaturesca representación de las mismas: el típico funcionario que a regañadientes hace su trabajo y necesita sobornos para proceder. Esta trivial representación no se desarrolla, solo existe para crear impotencia en el primer acto y pronto queda olvidada. Y hablando de caricaturas, el tercer acto, llevado a cabo en un hospital psiquiátrico, está lleno de ellas: las representaciones utilizadas por la directora parecen sacados de un manual de ofensas.

Anajosé Aldrete hace un buen trabajo navegando por un filme soso con la misma expresión vacía, pero su personaje nunca evoluciona: el retrato de trauma de Sol es unidimensional. La débil fotografía y apresurada edición hacen poco para representar los sentimientos de angustia de esta madre. El voiceover utilizado cerca del final del filme solo potencializa los problemas del guion.

El personaje de Jaime (Armando Hernández), expareja de Sol, también se desaprovecha. Es contrario a lo que vemos en, por ejemplo, “La Civil” (película con temática similar a la de “El camino de Sol”) en donde la transformación de la relación entre mujer y exesposo, a raíz de la desaparición de su hija ,representa efectivamente la vulnerabilidad e hipocresía patriarcal. Aquí, Sainte-Luce juega con la idea pero nunca se atreve a desarrollarla.

A pesar de contar con buenas actuaciones, “El camino del Sol” no explora satisfactoriamente la cultura de violencia en México o los estragos del trauma, más bien parece estar más preocupada por crear un ataque reductivo, superficial y rencoroso a los seres vivos. Claudia Sainte-Luce propone que mostrar amor hacia un perro, es decir, un acto de empatía hacia un ser vivo, es algo que propicia negatividad en la sociedad. Es un filme egoísta que generaliza a través de un discurso especista.

“El camino de Sol” formó parte de la programación del Festival Internacional de Cine de Morelia 2021.