Hace más de 30 años, Paul Schrader escribió “Taxi Driver”, un clásico del cine que trata sobre la desesperación de un hombre ante un sistema corrupto, y cómo éste lo lleva a la locura. Este ha sido un tema recurrente en su filmografía, lo retomó recientemente de forma magistral con “First Reformed” y este año lo vuelve a explorar en “El contador de cartas”, una película que se toma su tiempo para darnos otro retrato de un hombre atormentado en busca de redención.
William Tell (Oscar Isaac) es un contador de cartas metódico y calculador: después de varios años de haber estado en prisión, dedica su vida entera a sobrevivir de apuestas pequeñas en el casino. Un día, La Linda (Tiffany Haddish), una reclutadora de jugadores de póker, se acerca a él y le ofrece un trato que los puede hacer ganar mucho dinero. En un inicio él la rechaza, pero la llegada de un joven sin padre llamado Cirk (Tye Sheridan) revive viejas heridas y lo llevan a aceptar el acuerdo en busca de enmendar su pasado.
La gran tragedia de las películas de Schrader es la imposibilidad de sus personajes de enfrentarse, como individuos, a un gran sistema corrupto y podrido: No importa si el protagonista logra o no derrotar al gran enemigo (detener al proxeneta en “Taxi Driver”, volar la iglesia en “First Reformed”), siempre el mundo es más grande que él. Este pesimismo queda muy bien plasmado en “El contador de cartas”, donde la gran actuación de Oscar Isaac nos transmite, con mucha sobriedad, la desesperación silenciosa de alguien que lucha con todas sus fuerzas por reprimir su identidad y pasado. Parco y poco expresivo, cada cara de Isaac, cada pequeño gesto por ocultar sus emociones nos muestra el daño que este hombre ha sufrido y cómo lucha por dejarlo atrás: para él la vida es un juego de póker en el cual se juega su integridad, el único juego que no puede ganar.
En el papel del personaje inocente cuya alma William debe salvar (el equivalente al personaje de Jodie Foster en “Taxi Driver”), está Cirk. Al igual que en “The Tender Bar”, Tye Sheridan trae a su papel una mezcla de inocencia y ansias comerse al mundo que lo hacen la persona perfecta para tener un mentor. Si bien su relación con William debería ser el corazón de la cinta, algunas decisiones del guion (particularmente en el tercer acto) hacen que su impacto no sea tan fuerte como debería.
A esto se suma la magnífica actuación de Tiffany Haddish, la cual le da mucha ligereza a la historia sin nunca salirse del tono sombrío de la misma. Haddish convierte a la que pudo ser un personaje trágico y estereotipado en todo un enigma: graciosa, carismática, desesperada, temerosa, La Linda nos tiene constantemente adivinando qué tipo de persona es. El contraste entre su expresividad y el estoicismo de William, sumado a la química entre ambos, convierten a esta relación en el centro emocional de la película, por sobre la que el protagonista tiene con Cirk.
Schrader puede llegar a desesperar a los más impacientes: la información se revela lentamente, como un juego muy largo que mantiene al espectador adivinando hacia dónde irá la historia. Desde su escenografía hasta su banda sonora, éste es un trabajo de extrema mesura de inicio a fin, lo cual puede hacer que el clímax se sienta poco satisfactorio, sobre todo si se tiene en cuenta la tensión acumulada hasta ese momento.
“El contador de cartas” dista mucho de ser el mejor trabajo de Schrader, incluso si se lo compara únicamente con sus obras más recientes; sin embargo, sigue siendo un estudio interesante sobre la moralidad humana, lleno de misterio, tensión y preguntas difíciles de responder.
“El contador de cartas” o “The Card Counter” se estrena en cines mexicanos el 24 de febrero. Imagen de portada cortesía de Cine Caníbal.