La actriz y directora Ana Katz, una de las artistas cinematográficas más prolíficas de Argentina, trae “El perro que no calla”, una cinta sobre la catástrofe, la humanidad y la desolación personal vista desde un ángulo humorístico e irónico.

Daniel Katz, hermano de Ana, interpreta a Sebastián, un joven sensible en un mundo áspero y ruidoso. Sebastián no tiene un rumbo claro y definido, únicamente sabe que debe cuidar a su perro y por ello decide renunciar a su trabajo e irse a otro lugar para respirar un aire más fresco, sin embargo, la pérdida y la derrota le invaden a cada paso que da. “El perro que no calla” no se enfoca en el poder de su trama, sino en sus mensajes existencialistas que enganchan tanto al protagonista como al espectador. 

La derrota no suele ser apta para todos, pero en la infinidad de circunstancias que invaden a millones de personas, algunas comienzan a lidiar con ella sin sorpresa y hasta con humor, ese es el caso de Sebastián, un ser acostumbrado a las desventuras y las ironías de la vida. Ana Katz propone una cinta en la que no pasan situaciones extraordinarias, más bien se enfoca por estructurar problemas que alienten al protagonista a reaccionar como posiblemente alguien no ficcional — los espectadores, por ejemplo — reaccionarían; se desdibuja la figura heroica del protagonista cinematográfico y se vislumbra un personaje más apegado a la realidad. 

Conforme la vida continúa, más preguntas surgen sobre su funcionamiento y el porqué de éste. La nostalgia acerca de lo que fue, es y será o no será, invaden nuestro ser con apabullante invisibilidad, casi como un pestañeo. El mero y puro existencialismo nos ataca sin cesar y sin tregua alguna, lo cual nos puede llevar al movimiento, es decir, al cambio, o al sofocamiento con resultados negativos. Esta película, con sus meros abordes temáticos en su no tan pulcra narrativa, plantea todo lo anterior sin el afán de conseguir respuestas o generar conductas, solo de provocar al espectador a pensar sobre sí mismo.

La directora de películas como “Una novia errante” o “El juego de la silla”, explora un estilo más personal y con objetivos filosóficos y existencialistas a través de un ritmo suave, con humor irónico y ligero que se aparece como no queriendo hacerlo. A Katz también le importa teorizar acerca de la sofocación del planeta a nivel ambiental, pues retrata un futuro apocalipsis en un mundo por demás maltratado, en donde lo único reconfortante es la aceptación del destino, sin llegar al pesimismo.

“El perro que no calla” es una película discursiva y temáticamente más compleja que el título podría sugerir. Su construcción y resultado sin problema son acreedores a vivir un tiempo en nuestra mente y aun así no obtener respuestas reconfortantes. 

“El perro que no calla” ya está disponible en MUBI y fue acreedora de muchos premios en festivales como Rotterdam, Mar del Plata, Seattle, entre otros.