Fresco de haber dirigido la bombástica “Free Guy”, Shawn Levy vuelve a hacer equipo con Ryan Reynolds para intentar obtener otro éxito, ahora en las pantallas de Netflix, con “El proyecto Adam”, una atiborrada cinta de acción sci-fi.
La historia comienza en 2050 cuando un piloto llamado Adam (Ryan Reynolds) roba un jet para viajar al pasado. Accidentalmente llega al 2022, cuatro años más tarde de su destino planeado, en donde se reúne con su yo de 12 años (Walker Scobell), un flacucho y parlanchín niño aún lidiando con la pérdida de su padre Louis (Mark Ruffalo), quien murió en un accidente de carro hace algunos años. Al estar herido, Adam no puede abordar su jet, por lo que necesita de la ayuda del Adam del pasado para hacerlo (la nave está adherida a su ADN) y viajar al 2018 con el objetivo de buscar a su esposa perdida (Zoe Saldaña). Sin embargo, la maquiavélica Maya Sorian (Catherine Keener) y sus tropas llegan desde el futuro para intentar detenerlos.
“El proyecto Adam” comienza como una linda historia sobre un chico en duelo sufriendo de bullying que sostiene una complicada relación con su madre (Jennifer Garner), también dolida por la reciente muerte de su esposo. Pero cuando el heroico y musculoso Adam del futuro aparece, el guion, escrito por cuatro personas (Jonathan Tropper, T.S. Nowlin, Jennifer Flackett, Mark Levin), comienza a inventar reglas y restricciones aleatorias que buscan justificar los hilos temporales de la historia, así como elementos dramáticos poco convincentes que nos alejan de conocer íntimamente a los protagonistas y comprender sus problemas emocionales.
Pronto, la comedia es utilizada para distraernos de la pobre exploración de los temas de duelo, así como reducir la tensión de escenas con jugoso potencial dramático. El joven Walker Scobell evoca la vibra estrafalaria y cotorra de Ryan Reynolds, pero no logra transmitir carisma con la misma efectividad, provocando que sus chistes y los one-liners que ambos comparten se sientan forzados. Y aunque el humor funciona a ratos, usualmente raya en lo bochornoso, particularmente cuando la película hace referencias innecesarias y baratas que solo buscan sacarle una risa a fans de Disney (“multiverso” ,”sables de luz”, “aterrizaje de superhéroe”).
Sin embargo, cuando director, guion y actores están comprometidos con una escena dramática, “El proyecto Adam” logra cautivar. Esto ocurre en un par de escenas, la mejor de ellas involucrando una emotiva conversación entre Reynolds y Garner en un bar, en donde la comedia forzada es reemplazada por sinceridad y calidez. Más tarde, el compromiso de Reynolds (y sus famosos ojos de cachorrito enamorado) elevan un reencuentro y hacen creíble un romance. La película se hubiera beneficiado de pulir estos momentos dramáticos y enfocarse en desarrollar las motivaciones de sus personajes, pero en vez de eso tenemos una historia vaga sobre un futuro distópico y humor inconsistente.
Como ya demostró en “Real Steel” y “Free Guy”, Shawn Levy tiene talento cuando de acción se trata y aquí nos regala secuencias emocionantes encumbradas por una excelente implementación de VFX, sólidas coreografías y un uso creativo del arma principal del protagonista.
Es curioso que a pesar de la enorme cantidad de elementos que “Free Guy” manejaba, Levy encontró el balance perfecto para generar un producto creativo y divertido. Lamentablemente, lo mismo no ocurre en “El proyecto Adam”, un filme sobresaturado cuyas escenas de acción y actuaciones comprometidas del elenco rescatan a un guion apresurado e incapaz de hacer sentido de sus propias ideas de viaje en el tiempo, dando como resultado un producto entretenido destinado a ser otro éxito pasajero pero poco memorable para el gigante del streaming.
“El proyecto Adam” ya se encuentra disponible en Netflix.