Al inicio de “Jurassic World: Dominio”, dirigida por Colin Trevorrow, Claire (Bryce Dallas Howard) entra con un grupo de activistas a grabar la explotación a la que se han visto sometidos los dinosaurios que ahora viven con los humanos, marcando así el tono del resto de la película. Ha sido un largo camino para Claire, lejos está la mujer cuyo propósito era ser perfecta y sólo ofrecer diversión a los espectadores, y lo mismo puede decirse de la franquicia: si bien este camino está lejos de ser perfecto, llega a su fin en una entrega con un mensaje claro y urgente, tensas secuencias y espectaculares efectos especiales.

Cuatro años han pasado desde los eventos de “Jurassic World: El reino caído”: ahora los dinosaurios viven con los humanos, lo cual ha generado choques y caos entre ambos. Claire (Bryce Dallas Howard) y Owen (Chris Pratt) tratan de llevar una vida tranquila con su hija adoptiva Maisie (Isabella Sermon), quien es buscada por peligrosos grupos cuyo propósito es explotarla por ser el primer clon humano. Sin embargo, un acontecimiento inesperado los obligará a regresar a la aventura. Por su lado, Ellie Satller (Laura Dern) y Alan Grant (Sam Neill) investigan la conexión entre una gran corporación y alteraciones al genoma de otros animales, y cómo esto puede estar relacionado con los dinosaurios.

Mencioné la escena del inicio porque me recordó a la de un gran documental que vi recientemente: “Just Animals”, un trabajo sobre el activismo animal y sus consecuencias  en la vida de quienes lo practican. Aunque “Jurassic World: Dominio” no deje de ser un blockbuster en todo el sentido de la palabra (persecuciones, grandes secuencias de acción, una historia fácil de seguir), es refrescante ver una producción con este presupuesto y alcance que esté interesada en un mensaje en favor de los animales y sea crítica con las actitudes humanas respecto al medio ambiente. Ian Malcolm, interpretado de nuevo por el carismático Jeff Goldblum, dice en una parte que los seres humanos no tenemos más derecho que ninguna otra criatura en la Tierra a vivir en paz, una afirmación que podría resumir el mensaje de la película.

A esto se suman los esperados dinosaurios, y quienes vayan para ver a estas interesantes bestias cobrar vida en la pantalla grande no saldrán decepcionados. Además del clásico T. rex y velociraptor, tenemos una infinidad de criaturas tan imponentes como bellas. Hubiera sido interesante ver más de la interacción de ellas con el mundo fuera del parque, un recurso que prometía mucho al final de la entrega pasada y pudo explotarse más en ésta.

Pese a todas estas virtudes, esta entrega no es perfecta o está al nivel de la “Jurassic Park” original: el guion tiene demasiadas situaciones convenientes y coincidencias; los elementos de nostalgia no funcionan tan bien, sobre todo cuando intentan trazar paralelismos (a veces de manera forzada) entre la nueva generación y la antigua, o cuando elementos de la trama dependen del conocimiento que tengas de la primera película (son pocos, pero pueden confundir a quienes no tengan tan fresca la original); los villanos no terminan de ser amenazadores y al terminar uno tiene la sensación de que todavía quedan varios cabos sueltos. Sin embargo, la dirección de Trevorrow (quien estuvo a cargo de la primera “Jurassic World”) y el carisma de su elenco (tanto el nuevo como el antiguo) hacen la experiencia más que disfrutable: si fuiste fan de la primera película de esta trilogía, probablemente disfrutes “Jurassic World: Dominio” muchísimo, aunque te deje con ganas de más.

“Jurassic World: Dominio” se estrena en cines el 1 de junio. Imagen de portada cortesía de Universal Pictures México.