Desde hace algunos años, la animación japonesa ha ido, poco a poco, siendo más conocida en otros países. Desde la película de “Demon Slayer”, hasta propuestas como “Your Name” o “Weathering with You”, es muy grato ver cómo cada vez nos llegan más títulos con mucha calidad, tanto en animación como en sus historias. “Kanna y los dioses de octubre”, del director Takana Shirai, es la más reciente apuesta de Netflix al género, una que tal vez no satisfaga a los espectadores más exigentes.
Tras la reciente muerte de su madre , Kanna (Aju Makita), una niña corredora y competitiva, descubre que es descendiente de dioses y que tiene que cumplir una importante misión. Junto a Shiro (Maaya Sakamoto), un conejo mensajero de los dioses, corre por todo Japón para asistir al festín de los dioses en Izumo.
Desde casi cualquier película de princesas de Disney, hasta la más reciente “Belle”, la muerte de la madre de la protagonista como elemento narrativo ha sido usado hasta el cansancio y de maneras mucho más poderosas. Cuando comienza la película uno ya sabe cómo va a terminar: aparte del ya usado recurso de la madre fallecida, el guion está lleno de diálogos expositivos que no dejan lugar a la imaginación, cada movimiento o acontecimiento requiere ser explicado, no vaya a ser que el público no entienda.
Algo que hacía muy bien “El viaje de Chihiro” o, en menor grado, “Belle” era dejar cierto misterio en su mundo. Sí, había algunas explicaciones, pero parte de su magia consistía en no saber muchas cosas de su enigmático universo (hasta ahora me sigo preguntando el origen del encantador Sin Cara). Cualquier duda o enigma en “Kanna y los dioses de octubre” queda resuelto al segundo: como si, al igual que su protagonista, la historia tuviera prisa por terminar su misión.
Donde la película brilla es en su animación, sobre todo en los ingeniosos diseños de los dioses. Uno casi desearía que esta fuera una serie en lugar de una película, en la cual Kanna tuviera que cumplir una misión para un dios diferente en cada capítulo. El potencial de esto se ve en una escena en la cual la niña llega al santuario de un dios dragón: es fácilmente la mejor secuencia de la película, la única en donde la deslumbrante animación es complementada por una trama digna de ella.
“Kanna y los dioses de octubre” no es la mejor película de anime jamás hecha, pero tampoco es un desastre. Su bonito mensaje, aunque llega un poco tarde, conmueve a aquellos dispuestos a quedarse hasta el final, y sus coloridos personajes son suficientes para pasar un buen rato.
“Kanna y los dioses de octubre” ya se encuentra disponible en Netflix.