Saber que Chadwick Boseman estaba luchando contra el cáncer durante la filmación de “La madre del blues” (Ma Rainey’s Black Bottom) le da una nueva dimensión a su trabajo. Cuando lo ves lleno de vida, devorando la pantalla y ejecutando una actuación para la posteridad, parecería impensable que algo pudiera derribar a este hombre. Y es que este fue su regalo de despedida para todos nosotros: una demostración de fortaleza pura y pasión por el arte.

“La madre del blues” no solo nos permite celebrar la vida de Boseman, sino también el trabajo de dos icónicos artistas afroamericanos: Ma Rainey, la influyente cantante de blues que le da el nombre al filme y August Wilson, el legendario dramaturgo que en los años 80 escribió una obra de teatro alrededor de ella. Esta adaptación cinematográfica habla de las esperanzas, ahelos y obstáculos del hombre negro en Estados Unidos, elementos clave en las obras de Wilson (“Fences”, “The Piano Lesson”)  y que son llevadas a pantalla con musicalidad, intensidad, una formidable dirección de George C. Wolfe y dos magistrales actuaciones de Viola Davis y Chadwick Boseman.

Estamos en los años 20. Con el poder de su presencia y voz, Ma Rainey (Viola Davis) tiene a una multitud rugiendo, pero su joven trompetista Levee (Chadwick Boseman) intenta robarle escenario tocando un espectacular solo. Rápidamente, con mirada de pistola y un par de versos, Ma pone al joven en su lugar y recupera la atención del respetable. En cuestión de minutos, esta tremenda secuencia musical establece la personalidad de los protagonistas y los conflictos centrales del filme. Sin embargo, esta es solo una introducción, pues la verdadera historia de “La madre del blues” se va a desarrollar a largo de una tarde, durante una sesión de grabación en Chicago.

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“La madre del blues” | Cr. David Lee, Netflix

El joven tiene estilo, confianza, grandes ambiciones y poca paciencia. Incentivado por el manejador de Ma, Sturdyvant (Jonny Coyne), escribe sus propias canciones y sueña con tener una banda. Pero su ímpetu está provocando un choque con Ma y los demás músicos. Su compañero Cutler (Colman Domingo) intenta controlarlo pero no escucha. 

Levee utiliza el encanto para esconder la ira de su personaje, misma que poco a poco se va ventilando en forma de monólogos eléctricos que hablan sobre su pasado y su relación con el hombre blanco. También maldice a Dios y con autoridad pregunta ¿por qué Dios deja que le pasen cosas malas al hombre negro? Boseman va de un lado al otro, grita, cotorrea, interrumpe a sus compañeros y hace crecer al pequeño cuarto de ensayos donde se encuentran. Es magnetismo puro.

Mientras tanto, Ma Rainey ladra órdenes a sus manejadores blancos. Se rehúsa a cantar a menos de que tenga una bolsa de coca-colas y su sobrino tartamudo (Dusan Brown) tenga la oportunidad de estar en el disco. Parece una diva, pero su conducta es necesaria. Ma sabe que los hombres del dinero la necesitan y solo la tratan de manera humana por su talento, así que no se va a dejar intimidar. Davis es explosiva y espectacular. Se pavonea con autoridad y solo muestra el dolor de su personaje cuando canta. No podía apartar mis ojos de ella.

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“La madre del blues” | Cr. David Lee, Netflix

El guión de Ruben Santiago-Hudson captura las preocupaciones e ideales de Wilson. Aquí encontramos temáticas de opresión racial y religión, de las esperanzas y decepciones del hombre negro, de empoderamiento y dolor. La ira de Boseman habla del trauma generacional y el orgullo de Davis es un reflejo de la desconfianza a la raza blanca. La condena de Levee llega en forma de un aplastante tercer acto en donde trompetas blancas le quitan el alma a sus canciones, resumiendo una realidad cultural y racial que los años no han podido cambiar. El manejo de estos temas es enérgico y en ningún momento parece que estás viendo la adaptación de una obra de teatro. Wolfe se asegura de ello.

La cinematografía de Tobias A. Schliessler es hermética e íntima; manipula el reducido espacio del sótano con maestría para crear claustrofobia y generar un marcado contraste con el resto del estudio. Sus tomas sacan a relucir el sudor de Ma, la intensidad en los ojos de Levee y la belleza del diseño de producción de época. Es deslumbrante.

Wolfe utiliza poderosas secuencias musicales para redondear el espectáculo que “La madre del blues” tiene en oferta y sin apartar la mente de los temas de injusticia racial que le dan vida a su historia. Y en el núcleo del filme, encontramos la extraordinaria despedida de un Boseman completamente entregado al arte. El mejor trabajo de su carrera, un adiós agridulce y una experiencia trascendental.

“La madre del blues” (Ma Rainey’s Black Bottom) ya se encuentra disponible en Netflix. También puedes seguir su desempeño en temporada de premios rumbo al Oscar en nuestra página de predicciones.