Han pasado más de 10 años desde la última vez que vimos a Sophia Loren en un largometraje. Su nuevo proyecto “La vida ante sí” nos demuestra que no importa cuanto tiempo pase: esta mujer sigue siendo un poder en pantalla.
Edoardo Ponti dirige a su legendaria madre en una nueva adaptación de la novela “The Life Before Us” (el último filme basado en este libro ganó el Oscar a Mejor Película Extranjera). Loren interpreta a Madame Rosa, una anciana sobreviviente del Holocausto y exprostituta que cuida temporalmente a niños abandonados por sus madres, muchas de ellas trabajadoras sexuales. Tras mucha persuasión de un amigo, Rosa adopta a Momo (Ibrahima Gueye), un niño huérfano inmigrante de 12 años.
Momo perdió a su madre cuando tenía seis años y desde entonces ha sido un niño problemático. Fue expulsado de la escuela, roba y clandestinamente trabaja como vendedor de droga en el vecindario. Su arco de reconciliación con la vida es predecible, pero llevado con gran sensibilidad por Ponti.

Madame Rosa es una mujer fuerte que comanda respeto y no se deja manipular. Pero la dura vida que ha llevado la ha dejado con profundas cicatrices emocionales. Pasa mucho tiempo en el sótano de su edificio – una “baticueva” como le dicen los niños – en donde se siente segura de los traumas pasados que pronto comienzan a rebasarla. Loren le da autenticidad al papel y magistralmente balancea fragilidad con calidez e ímpetu.
En las periferias tenemos a personajes entrañables que ayudan a crear un ambiente compasivo y de amor para el pequeño Momo. El amigable Carabiniere (Babak Karimi) le da trabajo y con gran tacto comienza a cambiar su mentalidad; el amistoso Dr. Coen (Renato Carpintieri) que busca lo mejor para Momo y Rosa; y la maravillosa Lola (Abril Zamora en fenomenal actuación), una mujer trans que exude respeto por su pasado como campeón de box y que ahora es la mejor amiga de Rosa. La relación de amistad que existe entre ellas produce hermosos momentos derivados de una química exorbitante.
Rosa, Lola, Momo y el pequeño Iosif (otro de los niños adoptados) comparten algo en común. Son personas que se han visto aplastados por la sociedad y ahora buscan amor. Pero evidentemente, es la relación entre Momo y Rosa la más importante. Aunque con edades muy distintas, son seres que se comprenden mutuamente por las experiencias de desplazamiento vividas. Una sobreviviente de Auschwitz y un joven inmigrante musulman lejos de su cuna. El cuidado de Rosa comienza a sanar a Momo, quien intenta responder con afecto muy a su manera.

Ibrahima Gueye es todo un descubrimiento. Con un papel tan explosivo, fácilmente pudo haber dado una actuación insoportable y genérica, pero el joven lo hace todo bien. Sus arranques de furia, acciones infantiles, las risitas, la irrupción de lágrimas en su rostro, todo es orgánico. Es una actuación sobresaliente que habla de pérdida, dolor contenido y un anhelo de afecto.
La carencia de originalidad de “La vida ante sí” es compensada por calidez y excepcionales actuaciones. Estamos ante un filme tradicional que, con gran elegancia, te presenta una conexión llena de vida y humanidad.
“La vida ante sí” ya se encuentra disponible en Netflix.