En su debut como directora, Robin Wright decide que matar animales inocentes es una buena manera de procesar un duelo. Es una visión patética, especista y, por supuesto, muy blanca. Esto es “Land”.
Edee (Wright) es una mujer que acaba de perder a su familia. Consumida por el dolor, decide vender sus cosas y mudarse a una cabaña remota en la montaña sin acceso a vehículos y sin tener conocimiento absoluto de supervivencia. Cuando llega la nieve y poco después de que un oso destroza su cabaña, Edee se ve en serios aprietos. Convenientemente, el hábil cazador montañés Miguel (Demián Bichir) la encuentra justo a tiempo para rescatarla de una muerte segura. Pronto, Miguel le enseña a cazar para poder sobrevivir en tan hostil ambiente; su ayuda y compañía ayudan a Edee a sobrellevar su pérdida.
“No estoy corriendo de nadie”, explica Wright en uno de los pésimos y poco imaginativos diálogos que plagan esta película. Y entre Bichir cantando “Everybody Wants to Rule the World” constantemente y comparaciones con Yoda, el guión no mejora.
Robin Wright hace un gran trabajo interpretando a este personaje sumergido en tan profundo dolor. Sin embargo, es imposible empatizar con alguien que decide matar venados junto al mexicano de adorno porque es incapaz de continuar yendo a terapia. Y para enfurecerse más, la matanza es acompañada por música “bonita”. ¿Qué hay exactamente bonito en cazar? ¿Por qué debería empatizar con alguien que ha decidido tratar a la naturaleza así? Con tantas alternativas posibles, no existe justificación para las acciones de esta señora. Y es que estamos ante un problema común en la industria del cine: la minimización de la muerte de animales. Wright nos muestra a un montón de animales muertos con toda tranquilidad y hasta dándose el lujo de poner adornos estéticos, como si su vida fuera completamente inútil. Es una reducción especista que habla del privilegio egoísta de la directora estadounidense.
E independientemente de las cuestiones éticas, un gran problema con “Land” es su indecisión. La película inicia como una fuerte exploración de pérdida en donde el dolor se apodera de la pantalla; Wright utiliza flashbacks toscos, pero convincentes para comprender el autoaislamiento de Edee. Aquí encontramos la mayor fortaleza de la película. Sin embargo, el dolor es rápidamente intercambiado por una narrativa de supervivencia mal lograda que más tarde se convierte en un melodrama cualquiera, eventualmente desembocando en un final apresurado y manipulador. No hay nada interesante aquí.
“Land” es una película más que aborda el tema de la pérdida y el duelo. No ofrece nada nuevo ni valioso. Al contrario, tiene una visión muy estrecha y trata a la vida animal como algo completamente secundario e indigno. La historia no evoca ni convence, simplemente está ahí, plana, olvidable e inútil.
“Land” tuvo su premiere en el Festival Sundance 2021.