Cuando las personas llegan a una edad avanzada, no es poco común que sus familias las dejen abandonadas en asilos, completamente olvidadas y desorientadas por los achaques del tiempo. “Los ancianos”, del director Andy Fetscher, toma esta idea y la transforma en una interesante premisa de terror, pero lastimosamente el resultado final no cumple con las expectativas planteadas.

Ella (Melika Foroutan) regresa a su pueblo con sus dos hijos para la boda de su hermana. Todo parece ir bien, hasta que en la noche todos los ancianos del pueblo se revelan, sedientos de sangre y venganza ante la indiferencia del mundo.

Tomando la estructura y convenciones del género de zombie, el director y guionista construye una historia bastante peculiar: un mundo en el cual nuestra crueldad y falta de empatía ante la gente vieja tiene consecuencias fatales. El problema es uno con el cual todos nos podemos identificar y la situación lo bastante original para llamar la atención; sin embargo, los malos diálogos, personajes poco interesantes, un guion flojo y un desarrollo lento terminan por hundir lo que era una muy buena idea.

Tras un inicio fuerte y prometedor, la película tarda media hora en arrancar. Si bien se trata de hacer hincapié en el abandono de los ancianos, el planteamiento es tan obvio que se vuelve ridículo: una enfermera pasando frente a un cuadro con la frase “Con la vejez llega la soledad” o un asilo en el cual la gente come en el piso y es amarrada a sus camas por falta de personal son buenos ejemplos.

La mitología de la historia también es confusa. Se supone que los espíritus de los ancestros dominan a los ancianos ante el maltrato de las nuevas generaciones, pero esto deja solo más preguntas que respuestas: ¿Están los ancianos conscientes de esta posesión? ¿Pueden elegir a quién atacar? ¿Recuerdan algo del pasado? Si esperas respuestas claras, deja de hacerlo.

Nada de esto sería problema si los protagonistas fueran interesantes o las situaciones tensas, pero fuera de la primera escena y los últimos (bastante aceptables) 25 minutos, no hay mucho por lo cual preocuparnos. Los personajes son tan unidimensionales y pasa tan poco en términos dramáticos que la verdad nunca los conoces más allá de lo primero que nos dicen de ellos: Ella siente culpa de haberse ido y extraña a su esposo; su hija está resentida porque la culpa de dicha separación; el hijo quiere a su abuelo y tiene asma; el novio de la hija quiere irse del pueblo, y así sucesivamente.

El gore y el suspenso tampoco es suficiente como para compensar las carencias en el fondo: las muertes son escasas y poco memorables, los problemas se resuelven con facilidad, y cuando al fin hay una exploración interesante entre Ella y la nueva pareja de su esposo, el guion desecha la idea como si tuviera miedo de tener que desarrollar a sus personajes.

En el aspecto técnico hay algunas imágenes memorables, como una mujer con un vestido de boda ensangrentado o una orda de ancianos surgiendo de entre la niebla, pero no son suficientes para compensar la falta de un tono consistente o una historia coherente.

“Los ancianos” desperdicia buenas ideas en un guion pobre y una ejecución poco sobresaliente. Pese a un final tenso y un buen mensaje, no justifica su más de hora y media de duración, tiempo que puede ser mejor empleado en muchas otras ofertas de terror para disfrutar este octubre.

“Los ancianos” ya se encuentra disponible en Netflix.