El año pasado, durante el período de aislamiento, Sam Levinson (“Euphoria”) escribió el guión de “Malcolm y Marie” en seis días. La producción principal duró alrededor de dos semanas. Esas prisas dieron como resultado una película elegante y muy bien actuada, pero no del todo cohesiva.
El director de cine Malcolm (John David Washington) y su novia Marie (Zendaya) acaban de llegar a su hermosa casa en Malibú. Vienen de la premiere del nuevo filme de Malcolm, quien se encuentra en estado de éxtasis por el éxito de la misma. Malcolm quiere celebrar, pero Marie no está tan contenta y pronto revela que su molestia proviene del hecho de que Malcolm olvidó darle las gracias en su discurso introductorio de la premiere. Esto desata una serie de iracundas discusiones que, como audiencia, nos permiten comprender las personalidades de cada parte.
Marie dice que la película de Malcolm está basada en sus experiencias como exadicta y le parece aborrecible el hecho de que su novio no haya sido capaz de agradecer la inspiración. Y esa es apenas la punta del iceberg. Rápidamente comprendemos que Malcolm es un completo patán. A base de gritos intenta hacerla sentir mal por pedir agradecimiento, se defiende a capa y espada, y utiliza historias de adicción para atacarla. Todo mientras come mac’n’cheese que ella misma preparó.
Y después de los gritos, Malcolm y Marie encuentran un momento de reconciliación, solo para explotar en otra despiadada pelea verbal minutos más tarde. Es un ciclo tóxico. Ella le llama dependiente y él la llama loca. Se pelean, se besan, discuten, ríen juntos y se gritan un poco más. Su relación es emocionalmente desgastante.

Levinson logra imprimirle autenticidad a la toxicidad de la pareja gracias al retrato complejo de sus protagonistas. Malcolm es un mamón manipulador que utiliza el pasado de su novia como arma y solo señala sus propias virtudes como pareja. Grita como energúmeno y hace berrinches por cosas tontas como no encontrar su cartera. En un solo arranque de ira le dice a Marie que puede “romperla como una rama” para luego expresar su profundo amor.
Al aprender sobre los errores pasados de Marie, también comprendemos por qué son pareja. Él le ayudó a salir de las drogas y ella tiene demasiadas heridas emocionales. A pesar de la conducta totalmente narcisista de Malcolm, parece satisfecha con recibir un poco de su afecto y respeto. La dependencia alimenta el abuso.
El papel de Malcolm es explosivo. John David Washington (“BlacKkKlansman”) debe de ir de cero a cien y cien a cero en cuestión de segundos; de un confianzudo seductor a un patán intolerable, y viceversa. El esfuerzo es encomiable y el actor brilla en momentos de ira, pero luce poco convincente en sus monólogos emotivos. Del otro lado, Zendaya (“Euphoria”) es una fuerza vulnerable, poderosa y silenciosamente agresiva que no falla al momento de dar sus monólogos; una excelente actuación que logra tapar los problemas del guión.
Y además del aspecto tóxico, Levinson utiliza “Malcolm y Marie” para lanzar un ataque contra la crítica de cine. El filme arranca con Malcolm celebrando la recepción positiva de la crítica, pero también burlándose de ella. Para él, todos los críticos blancos son pedantes y solo pueden ver al cine como algo político. Correctamente señala la abundancia de críticos blancos en la industria, así como la incesante cascada de abstracciones y palabras rimbombantes que emplean muchos de ellos a la hora de escribir. Más tarde, junto a su novia, señala la falsedad de esos mismos críticos en redes sociales. Es un discurso provocativo que, a juzgar las reacciones, funcionó.
El punto más interesante de todo esto es cuando Malcolm lee la reseña de una crítica del LA Times (mismo medio que atacó la anterior película de Levinson, “Assassination Nation”). A pesar de que la reseña es positiva, Malcolm está furioso porque la mujer señaló su utilización de desnudos, así como su manera de representar violencia hacia la mujer. Malcolm es incapaz de ceder y reconocer su propio privilegio como hombre director y de familia acomodada. El problema de todo esto es la manera en cómo Levinson, un director blanco, utiliza a un personaje negro para hacer su propia interpretación del valor del cine afroamericano y atacar a los críticos que han sido negativos contra su trabajo previo. Sus intenciones hablan de una carencia de convicción. Pero, ¿es este el caso? o ¿está Levinson haciendo una crítica hacia su propio privilegio blanco y masculino? Estas interrogantes prueban ser problemáticas y distraen de la puesta a la escena.
Al final, “Malcolm y Marie” comienza a sufrir por un guión poco pulido. La exploración de relaciones abusivas se queda corta por la falta de explicaciones sobre sus personajes y la insistencia de Levy por desviarnos del tema. El resultado es un filme volátil que utiliza las fuertes actuaciones de Washington y Zendaya, así como la habilidosa fotografía de Marcell Rév, para producir frustración, interés y desasosiego.
“Malcolm y Marie” ya se encuentra disponible en Netflix.