El falso documental es una técnica complicada: gran parte de su éxito recae en qué tan amateur se ve la película en cuestión. Los mejores ejemplos de este tipo de producciones son aquellas en las cuales las costuras se hacen notar: la frenética cámara en mano, tomas largas y sin cortes, ausencia de música, sonido ininteligible. Es extraño decir que una película está demasiado bien hecha para su propio bien, pero ese es el caso de “Maleficio”, del director Kevin Ko, un trabajo cuya cuidada factura evita que el público se sienta en un documental, lo cual mata gran parte del terror.

Ruo-nan (Hsuan-yen Tsai) está grabando un documental para explicar a quien lo vea cómo puede aliviar una terrible maldición que la persigue a ella y su hija. Sin embargo, conforme avanza la historia, poco a poco nos damos cuenta de que tal vez Ruo-nan no nos está contando todo, y su secretismo podría tener terribles consecuencias para todos.

A los más aficionados al género, esta entrega probablemente les recuerde a “La Médium”, otra producción asiática de falso documental sobre una misteriosa maldición familiar. Aunque esa otra película distaba de ser la mejor de su tipo, cumplía con una regla básica: todo lo grabado tenía alguna justificación de existir; y es en este punto donde “Maleficio” falla una y otra vez: en su afán por tener una edición dinámica cambia de encuadres constantemente, lo cual hace que el espectador se pregunte por qué hay tantas cámaras convenientemente puestas en ese lugar; en su necesidad de conmover, recurre a música extradiegética, pero eso nos lleva a cuestionarnos: si esto es un “documental”, ¿quién puso la música allí? ¿Por qué la pondría? Si Ruo-nan estaba desesperada por buscar ayuda, ¿entonces por qué se tomaría la molestia de componer música para su documental? ¿Quién editó esto?

Esto no quiere decir que uno no pueda hacer uso de estos recursos, pero al ser un truco cuya efectividad depende (contrario a lo usual) de que la audiencia sepa por qué se está grabando todo, las justificaciones son muy importantes: “Lake Mungo” y “Observar las aves” lo hacen al establecer que son “documentales” ya editados de una experiencia; “El proyecto de la bruja de Blair”, “Actividad Paranormal” y “Cloverfield” se tratan de “material encontrado” que alguien más editó de forma precaria y dejando tomas largas; “Unfriended” y “Searching” nunca salen de la pantalla del computador. “Maleficio” nunca deja claro esto y saca al espectador constantemente de la trama para hacerse preguntas innecesarias. Si bien el final trata de justificar su estructura, aún así no termina por convencer en el porqué todo está tan cuidado.

Esto es una lástima, porque todos sus elementos son bastante buenos: las actuaciones son sólidas, la maldición está bien construida y cómo se va revelando es interesante, la ambientación es apropiadamente tenebrosa, los efectos especiales están bien empleados y la fotografía encuentra formas ingeniosas de revelar los secretos a la vez que mantiene la apariencia de ser grabada por cámaras caseras. Además, hay varios buenos sustos y la relación madre e hija es un conflicto interesante para mantener el centro emocional de la historia; sin embargo, falla en algo tan fundamental, como lo es traicionar su concepto de falso documental, que hace muy difícil dejarse llevar por su tenebrosa atmósfera.


“Maleficio” o “Incantation” ya se encuentra disponible en Netflix.