Ver “Mis dos vidas”, de la directora Wanuri Kahiu, es como tener un romance pasajero en una fiesta: no dura mucho, la pasas bien, pero no te deja mucho más que un buen rato. De manera similar a “Love, Rosie”, es difícil no disfrutar su gran optimismo y tono reconfortante, sobre todo con el carisma Lili Reinhart al frente.

Ella interpreta a Natalie, quien tras una noche casual con su mejor amigo, Gabe (Danny Ramirez), se hace una prueba de embarazo en su noche de graduación de la universidad. Hay dos posibles resultados, y a partir de aquí la película nos muestra ambos: en uno de ellos, el test da positivo, Natalie decide continuar el embarazo de la mano de Gabe y quedarse en su ciudad natal para ser madre; en el segundo, no está embarazada y se va a Los Ángeles a cumplir sus sueños profesionales junto a su mejor amiga, Cara (Aisha Dee).

Quienes estén interesados en esta película por Lili Reinhart no saldrán decepcionados: la actriz es más que suficiente razón para disfrutar esta historia. Tiene esa extraña cualidad de las grandes heroínas de romances que iluminan la pantalla con solo estar en ella. Pese a lo flojo de la historia, ella la hace creíble y disfrutable.

La acompaña un grupo de personajes adorables interpretado por un muy buen elenco. Danny Ramirez (“Top Gun: Maverick”) y David Corenswet son tan encantadores, atractivos y tiernos como los dos intereses románticos de Natalie en sus respectivas vidas, y la maravillosa Aisha Dee (quien estuvo genial recientemente en “Sissy”) es esa amiga que todos quisiéramos tener.

Aunque la premisa es interesante, fuera de presentarnos las dos vidas al mismo tiempo el guion se mantiene en lo convencional: no hay grandes obstáculos, ninguna de las dos vidas de Natalie es particularmente terrible y te deja con esa sensación de que todo va a salir bien al final.

Temas como el aborto o las dificultades de ser madre soltera son evadidas completamente: el primero ni es mencionado, y Natalie tiene el apoyo total de sus padres, con quienes regresa a vivir mientras trabaja como barista. Gabe es encantador y se hace responsable en todo momento, más bien es ella a quien le cuesta aceptar su amor por él.

La vida de Natalie en Los Ángeles tampoco es muy distinta, le cuesta conseguir trabajo pero finalmente lo encuentra (con la persona que admira), conoce a un chico guapo y amable, y la mayor dificultad es encontrar su voz y plasmarla en su arte. Quienes busquen desestresarse seguro la pasarán bien.

En el aspecto técnico tampoco hay nada arriesgado: aunque está por encima de los romances televisivos de Netflix, recuerda mucho a películas como “Uptown Girls”, tiernas y entretenidas pero sin muchas pretensiones.

“Mis dos vidas” es un lindo aunque poco memorable trabajo, perfecto para una tarde de relajación en casa. Si bien no explota su premisa al máximo, ver a Lili Reinhart enamorarse y enfrentarse a las dificultades de la adultez no una, sino dos veces, es una experiencia que te saca una ligera pero cálida sonrisa.

“Mis dos vidas” está disponible en Netflix.