Después de darle muchas satisfacciones a Netflix con “The Mitchells vs. the Machines”, Sony Pictures Imageworks vuelve a entregar un trabajo de amplia calidad con “Monstruo del mar”, película dirigida por Chris Williams que además de entretener a montones y utilizar animación de primer nivel, maneja un importante tema con madurez para así invitar a todo tipo de público a pensar sobre sus contenidos.
“Monstruo del mar” nos transporta a un mundo en donde los humanos están en guerra perpetua con gigantescos monstruos marinos. Una enérgica niña llamada Maisie (voz de Zaris-Angel Hator) sueña con ser una cazadora de monstruos, así que se escapa de un orfanato y se infiltra en El Inevitable, embarcación navegada por el valiente Jacob (voz de Karl Urban) y el Capitán Crow (voz de Jared Harris), un temerario hombre obsesionado con encontrar y matar a la Ráfaga Roja, la más temible criatura del océano.
Después de una caótica batalla, Maisie y Jacob quedan atascados en una isla llena de monstruos y es aquí donde comienzan a convivir con algunos de ellos, incluyendo la mismísima Ráfaga Roja, eventualmente comprendiendo su verdadera naturaleza pacífica y amistosa. Pronto, comienzan a entender que todos los años bélicos han sido provocados únicamente por un bando.
¿Humanos en guerra con criaturas enormes que luego resultan ser amistosas? Efectivamente el guion de “Monstruo de mar”, escrito por Williams y Nell Benhamin, recuerda mucho a “Cómo entrenar a tu dragón” y de hecho, el diseño de su monstruo principal es muy similar al de Chimuelo. Definitivamente estamos ante un trabajo cuyo concepto se siente derivativo y su historia, predecible. Sin embargo, esos pecados nno generan impacto negativo en el disfrute de esta película gracias a la excelente dirección de Williams (“Big Hero 6”), su impecable mensaje y el enorme corazón con el que cada uno de sus elementos es ejecutado.
Zach Parrish, quien ha trabajado en proyectos como “Zootopia”, “Big Hero 6” y “Frozen”, hace un trabajo magnífico como director de animación. El render de los mares es asombroso, las expresiones faciales cuentan con un altísimo grado de realismo, algunos escenarios parecen live action y las secuencias de acción son logros tan espectaculares como extraordinarios en donde la dinámica utilización de cámaras permite crear momentos deslumbrantes. Esto es particularmente impresionante dada la cantidad de cuerdas que encontramos durante las escenas de batalla (animar cuerdas es una pesadilla).
Pero la acción marítima y el taco de ojo estético no lo es todo. “El monstruo del mar” funciona gracias a una narrativa madura e inmersiva. Estamos en un mundo donde marinos cantan sobre matar bestias y estatuas celebran las sangrientas hazañas de cazadores, hombres aventureros y trabajadores que son enviados a arriesgar sus vidas por aristócratas blancos que justifican vagamente sus mandatos bélicos. La narrativa aborda cómo la gente con riqueza y poder manipula a las masas para enriquecerse, eventualmente expandiéndose hacia una exploración del verdadero significado del heroísmo. ¿Quién es más héroe? ¿Aquella persona que derrota a una gigantesca bestia acatando los mandatos poco éticos de sus superiores o la persona que si bien no ha librado épicas batallas, le planta frente a las injusticias que afectan el verdadero progreso social?
El comentario antiespecista y el rol del capitalismo en nuestro trato a los seres vivos, es también soberbio. Jacob caza porque es lo único que conoce; si ha adquirido fama y el respeto de sus compañeros a través de sus emprendas “heroicas”, entonces, ¿por qué habría de dudar sobre sus motivaciones para matar monstruos? Al igual que el resto del reino, Jacob no conoce otra alternativa. Toda su vida, ha sido moldeado por un entorno sanguinario forjado por la manipulación del capitalismo (aquí representado por los reyes blancos); no conoce otra opción y como resultado, tiene una mente cerrada. Para abrir los ojos y comprender la crueldad animal que está perpetrando, Jacob necesita de pruebas irrefutables de la bondad de los monstruos. Para impulsarlo encontramos a la pureza de Maisie, quien joven y habiendo crecido alejada de barcos, rápidamente comprende y acepta a las criaturas.
Todo esto lo podemos equiparar con nuestra realidad: fuimos criados pensando que somos superiores a los animales, que no sienten dolor o amor y que consumir productos de origen animal (y por extensión apoyar, como Jacob, a la crueldad animal) es la única opción que tenemos para ser saludables — una idea reforzada constante e históricamente por las grandes corporaciones, mismas que están interesadas en generar riquezas para unos cuantos. Y aunque débil en presentación narrativa, el arma utilizada por Crow para intentar matar a la Ráfaga Roja, y por ende cumplir los máximos deseos de sus jefes ricos, no lleva el nombre ‘Mano de Dios’ por casualidad: es una alusión a cómo el ser humano se cree Dios y manipula a la naturaleza a su antojo y sin pensar en las consecuencias ambientales o en el dolor causado a otros seres vivos.
Pero estas ideas no solo se aplican en el cuidado de los animales. Apoyándose de malinterpretaciones de la historia o hasta de libros, la gente rica ha intentado generar odio, miedo y dividir al pueblo desde tiempos inmemorables, todo para seguir generando poder. Y es sorprendente cómo “Monstruo del mar” presenta todas estas ideas de manera natural y sin parecer condescendiente; al contrario, es empática, y nunca impone o pretende irse a extremos, más bien invita a pensar.
Aunque no tiene las ideas más originales, “Monstruo del mar” tiene un corazón tan grande como las criaturas que lo habitan. Es una película aventurera y encantadora con excepcional animación, secuencias de acción y un gran mensaje de amor a los animales que alienta — a chicos y grandes — a reflexionar sobre las tradiciones impuestas por la historia y su tóxica influencia en nuestra relación al medio ambiente y a todo aquello que es considerado como “diferente” por unos cuantos.
“Monstruo del mar” se estrena el 8 de julio en Netflix.