El tono y ritmo que la directora Patty Jenkins había construido en la primera entrega de Wonder Woman, se desdibujan en esta secuela, “Mujer Maravilla 1984” que se acerca más a lo visto en “Shazam” o “Aquaman”, pero que no resulta tan satisfactoria.
Lo que parecía ser otra película triunfal para la superheroína más importante de la casa de cómics azul, termina por ser otra víctima de la fórmula probada (y del Coronavirus) donde los villanos son caricaturas con efectismos que aluden a la empatía, pero que siempre se mantienen en la forma y no exploran el fondo; con luces de colores neón y brillantes por doquier; con varios chistoretes para solventar escenas que no interesan y, por momentos, aburren. Lo peor de todo son los imperdonables efectos visuales que hacen ver a la película de baja calidad y hasta inconclusa.
Gal Gadot, interpretando por cuarta ocasión a la Mujer Maravilla, vuelve a cautivar a quien sea que la vea en la pantalla. El personaje no sólo evoluciona y madura, sino que se enfrenta a nuevos temores y amenazas verdaderas encarnadas por Pedro Pascal como el ambicioso empresario de petróleo Maxwell Lord y Kristen Wiig como la Doctora Barbara Minerva, alías Cheetah. A nivel actoral, Wiig y Pascal sobresalen de entre los múltiples villanos que DC Cómics ha presentado en sus películas, pero nuevamente con el talón de Aquiles por delante: un endeble desarrollo que sí, busca que el espectador empatice y entienda las motivaciones de cada uno, pero con un estancamiento en los clichés de la historia de vida, personalidad y desenlaces. Muchas escenas en donde los antagonistas están involucrados alargan innecesariamente la película hasta la mitad de su duración.

Uno de los aspectos sobresalientes es el tratamiento de la historia de amor entre Diana Prince y Steve Trevor (de nuevo interpretado por Chris Pine). Si bien hay situaciones convenientes e incluso ilógicas — y un ejemplo de ello es la incorporación de Steve a la trama —, esta narrativa realza el arco dramático del personaje de Gadot, al grado de sensibilizar y conectar con el espectador.
La antecesora de 2017 construyó un panorama fílmico distinto. Por ejemplo, ubicó la historia en el contexto de la Primera Guerra Mundial; desarrolló a los villanos a partir de las facciones de la época y con giros “inesperados”; no abusó de los efectos visuales y mejor aprovechó los prácticos; usó adecuadamente los leimotiv sonoros (la canción de la Mujer Maravilla). No obstante, en esta nueva película, no tiene ningún motivo ubicar la trama en 1984, sólo para ser efectista con la ambientación, vestuarios y música que ya bastante se ha explotado actualmente. Además, los nuevos elementos y la expansión del universo quedan en un hoyo negro con respecto a lo cronológicamente mostrado en las anteriores películas de la franquicia.
“Mujer Maravilla 1984” no se acerca al desastre porque tiene momentos entretenidos, complacientes para los fanáticos tanto del personaje como de las cintas del subgénero, y por su elenco que naufraga a pesar de las construcciones clichés. Sin embargo,hay que puntualizar que esta película genera más dudas y preguntas con respecto al rumbo del Universo Extendido y su lugar en éste. Asimismo, pone en jaque las ideas autorales de Jenkins, quien ha sucumbido poco a poco ante la industrialización.