Después de ganar la Camera d’Or en Cannes 2021, “Murina” llegó a TIFF 2021 para deslumbrar como uno de los mejores coming-of-age de la justa. Antoneta Alamat Kusijanović nos presenta una historia íntima y psicológica de opresión patriarcal y paso a la adultez desarrollada en las costas croatas. 

Julija (Gracija Filipovic) es una joven de 16 años viviendo en una hermosa isla con su madre Nela (Danica Curcic) y su abusivo padre Ante (Leon Lucev). Contrario al dinamismo que exhibe cuando está sumergida bajo el mar, Julija mantiene una expresión hosca en la tierra en donde obedece a regañadientes los agresivos mandatos de su padre y utiliza métodos pasivo-agresivos para responder a sus insultos. 

Ante constantemente lanza ataques verbales hacia el físico, la ropa y la actitud de su hija: se siente el rey indiscutible de la familia y si alguien muestra señales de rebelión, inmediatamente toma algún tipo de represalía. Es por ello que cuando Javi (Cliff Curtis), un adinerado amigo de sus padres, llega para pasar unos días en la isla, Julija lo ve como un salvador.

Javi es coqueto, apuesto, claramente está enamorado de Nela y le tiene cariño a Julija. Ante percibe esto pero se mantiene callado porque está intentando venderle un pedazo de tierra a su viejo amigo. Con cada coqueteo o comentario amable de Javi con respecto a Nela y Julija, las fricciones con Ante aumentan, pero también la esperanza de Julija porque todo acabe en un cuento de hadas: que el intruso seduzca a su madre o a ella, y así pueda escapar de las garras de su padre. Pero la joven no se da cuenta de que Javi también está vendiendo humo: tal vez sea un buen tipo, pero sus coqueteos son solo eso y él tiene sus propios problemas en casa. Al igual que Ante, Javi está montando su propio show.

En su desesperación, Julija voltea hacia su madre: la ve como culpable. Fue ella quien decidió casarse con ese monstruo y permitir tantos años de abuso. Al ver su actitud sumisa, Julija se motiva a sí misma. No cometerá el mismo error.

Como las anguilas (o murina, como les llaman) que caza en el mar, Julija no deja de forcejear contra el control de su padre. Utiliza pequeños actos rebeldes para resistir y hacer enojar, o hasta humillar a Ante. E impulsada por la esperanza que Javi representa, sus arranques de rebeldía se hacen más grandes hasta culminar en una explosión. A través de esa actitud, esas reacciones y ese atisbo esperanzador, Kusijanović te mantiene al filo del asiento. 

“Murina” utiliza exquisitas y sutiles metáforas para alimentar la trama y representar los sentimientos de su joven protagonista. El océano es el más notorio de ellos. Durante una cena con invitados, Ante obliga a Julija a leer un poema que él mismo compuso y en donde anuncia que el mar siempre lo traerá de vuelta a su hija: es una de las muchas tácticas que el padre utiliza para intentar oprimir psicológicamente a Julija. Y es así que Kusijanović utiliza al océano como un poder liberador y opresor. Es una dualidad generada a partir del goce que Julija siente mientras está en el mar: esa noción de poder nadar y nadar hasta que la tierra desaparezca del horizonte y finalmente poder escapar de su familia. Pero es también un recordatorio del poder de su padre, quien parece estará siempre ahí para regresarla a tierra firme. Este tipo de simbología aparece en la película de manera orgánica y es llevada a la vida con gran efectividad gracias al precioso trabajo de fotografía de Hélène Louvart (“Never Rarely Sometimes Always”).

Gracija Filipovic es una revelación en su interpretación de Julija. La joven encarna con determinación y autenticidad a este ser inocente aprendiendo duras lecciones en su camino a la adultez y al hacerlo, te contagia de la cualidad más importante del filme: esperanza. No podrás despegar los ojos de ella hasta conocer hacia qué destino conduce tal sentimiento.

Leon Lucev le imprime tal crueldad a su interpretación de Ante que lo convierte en un personaje altamente despreciable – por lo menos el más irritante que su servidor ha visto este año. En primera instancia pareciera que el desarrollo de Ante es unidimensional y su única función es antagonizar en un extremo. No obstante, Kusijanović lo hace interesante pintándolo como un ser calculador y acomplejado cuyo profundo machismo le impide ver a una mujer, en este caso su propia hija, ser buena o exitosa en algo. Como él no logró sus objetivos monetarios, tiene que descalificar constantemente a Julija e impedir que ella sí alcance sus metas. En sus ojos, una mujer jamás debería superarlo. 

“Murina” es un debut redondo para Antoneta Alamat Kusijanović, quien forja una refinada y cautivadora experiencia conceptual sobre crecimiento en medio de opresión familiar y patriarcal. 

“Murina” formó parte de los programas Contemporary World Cinema y TIFF Next Wave del Festival Internacional de Cine de Toronto 2021.