Hace poco encontré en Twitter un cautivador video en donde un gato adulto intenta desesperadamente, una y otra vez, ayudar a un gato bebé saltar a una superficie segura en medio de una complicada situación climática. Aunque el final es feliz, mientras veía el tenso video solo me podía preguntar una cosa: ¿por qué carajos la persona filmando esto no fue capaz de dejar el celular y mejor ayudar a los gatos? Las respuestas pueden ser muchas pero dada la cultura de explotación y adicción a las redes sociales en la que vivimos, sospecho que la razón sencillamente se haya reducido a dos opciones: el morbo o el hambre de obtener views, likes o seguidores (y hasta monetización) en Twitter, TikTok o sus similares. En “¡Nop!”, Jordan Peele explora este comportamiento social a través de su típica mezcla de géneros y una narrativa que, si bien es inferior a las de sus anteriores trabajos, es divertida y sumamente creativa.
Hay algo extraño ocurriendo en el rancho de OJ (Daniel Kaluuya) y su hermana Emerald (Keke Palmer). Caballos desaparecen, cosas caen del cielo y apagones eléctricos son una constante. Ante los problemas económicos encarados por su negocio familiar de entrenamiento de caballos para producciones hollywoodenses, OJ y Emerald deciden monetizar el fenómeno sobrenatural que amenaza su terreno.
A pesar de que la película se fundamenta en la ciencia ficción, las motivaciones de los protagonistas le dan una capa de realismo a la historia porque, efectivamente, pareciera que la reacción de nuestra actual sociedad ante un acontecimiento extraordinario o asombroso sería grabar un TikTok: la promesa de fama instantánea, dopamina y dinero es muy grande como para dejarla pasar.
También en la historia tenemos a Ricky “Jupe” Park (Steven Yeun), un personaje que acentúa el comentario sobre la explotación. Jupe carga con un espeluznante trauma de su infancia actoral, mismo que utiliza como herramienta de monetización; prefiere no dejar atrás el horror vivido con tal de obtener una ganancia. Peele utiliza a un animal que estalla de ira contra los humanos tras años de explotación como una metáfora de nuestra realidad: ya sea una franquicia exitosa ordeñada por estudios hollywoodenses hasta el hartazgo o la destrucción de nuestros recursos naturales, vivimos en una cultura que explota todo y a todos hasta extremos peligrosos para obtener una ganancia que en realidad es efímera. Peele aterriza esta crítica con apoyo de composiciones magníficas, nítidas y, en ocasiones, escalofriantes.
Y además del elemento social, “¡Nop!” es una película con sorpresas, risas, sustos y altas dosis de tensión. A nivel de dirección, Jordan Peele vuelve a exhibir un exquisito manejo de tono para navegar entre géneros y sensaciones: en medio de tensión total, Peele es capaz de soltar un excelente chiste sin romper la atmósfera de estrés —nunca falla el uso del título de la película para provocar risa.
Y cuando el director te quiere poner la piel de gallina, lo hace con contundencia: una escena en un establo es absolutamente aterradora. Aquí, el director de fotografía Hoyte van Hoytema juega con la oscuridad para montar una sensación de creciente pavor: a lo lejos y entre sombras vemos algo moviéndose de manera antinatural y mecánica al tiempo que la atmósfera sonora te acelera el corazón. Precisamente, el excepcional diseño sonoro es un constante potencializador de emociones a lo largo de “¡Nop!”: gracias a ello, el costo del boleto de IMAX se paga solo.
Todos estos elementos técnicos se conjuntan con el atrapante e impredecible desarrollo del misterio central para llevarnos cómodamente hacia una colosal secuencia en el segundo acto que divierte, asusta y cautiva con la misma dosis. El problema es que después de eso, Peele comienza a explorar un género nuevo en su filmografía: el western. Y es ahí donde las numerosas fallas del guion causan problemas.
Con un segundo acto extraordinario, “¡Nop!” parece encaminarse hacia algo increíble pero una vez que el misterio sobrenatural está resuelto, la película nunca te vuelve a atrapar con la misma intensidad y eso es debido a un guion desconectado y al pobre desarrollo de sus personajes. Peele no se molesta en explorar el deseo de fama de Eme (sugerido en el primer acto), quitándole valor a su personaje, pero el problema más grave radica en la débil relación entre ella y OJ: el superficial intento de abordarla durante el segundo acto no es suficiente para plasmar un lazo de hermandad convincente, y como consecuencia, no existe un verdadero impacto emocional en el tercer acto, en donde dicha relación es clave. Tampoco ayudan los problemas de ritmo del desenlace y la introducción de un cinefotógrafo (Michael Wincott) que hace poco por conectar con la audiencia y más bien es carnada narrativa para darle emoción al asunto. Entre tanta desorganización, el comentario social también queda desdibujado.
Daniel Kaluuya (“Judas and the Black Messiah”) y Keke Palmer (“Hustlers”) lo hacen muy bien —en particular el magnético Kaluuya— y gracias a ellos la película sigue siendo entretenida durante su caótico tercer acto, pero el guion definitivamente limita a sus personajes. Brandon Perea (“The OA”) es excelente y seguro te sacará muchas risas, sin embargo su personaje, Angel, se queda atascado en el papel de alivio cómico: ¿por qué está tan interesado en ayudar a OJ y Eme? ¿Qué quiere ganar? ¿Cuáles son sus motivaciones? Nunca lo sabemos… pero igual la pasamos muy bien junto a él. Y eso podría resumir a “¡Nop!”: una experiencia divertida que utiliza imaginación para desafiar y sobrellevar su carencia de profundidad narrativa.
“¡Nop!” no alcanza los niveles de “Get Out” y “Us” porque Peele no conecta con cohesión las ideas de su guion, pero eso no impide que, como un todo, la película sea una experiencia absorbente y creativa de ciencia ficción, terror y humor, con una destacada crítica social a nuestra desquiciada cultura.
“¡Nop!” ya se encuentra disponible en cines. Imagen de portada cortesía de Universal Pictures MX.