Una serie de globos de cantoya digitales iluminan la pantalla. Abajo están dos mujeres que miran al cielo virtual: se acompañan tras una tragedia. Aunque se tratan de avatares (una con orejas animales y otra con un largo y vivo cabello rosa neón), su conexión es real: ambas amigas podrán estar a miles de kilómetros de distancia en el mundo real, pero la tecnología les permite compartir un momento íntimo como si estuvieran realmente una al lado de la otra. Esta es una escena de “Nos conocimos en la realidad virtual”, un hermoso trabajo del director Joe Hunting, el cual nos trae una curiosa pregunta: ¿qué tal si ese mundo virtual al que tanto tememos en realidad es el lugar donde muchos pueden encontrar una familia, un hogar y el amor?
Este documental grabado completamente en realidad virtual sigue el día a día de distintas personas que han hecho una vida en ella: una maestra de lenguas de señas, una chica que se dedica a la danza, un par de parejas que se conocieron allí. A través de un estilo de cine directo, el director los sigue en sus actividades cotidianas, capturando la increíble belleza de la convivencia humana: una cita en un parque de diversiones, una tarde en el billar, una preciosa boda y la llegada del Año Nuevo son algunos de los acontecimientos retratados. Llegamos a conocer tan bien a estos personajes, que uno deja de ver hombres con cuernos de dragón o peculiares e ingeniosas quimeras, sino personas llenas de vida y con mucho que contar.
Lejos de ser ingenua, la película trata de forma directa muchos temas relevantes como la soledad, la salud mental, las relaciones humanas y la exploración de nuevas identidades. Tras una pandemia en la cual el encierro tuvo fuertes efectos psicológicos en todos, este mundo se abre como una posibilidad de conocer nueva gente y tener una vida más allá de las cuatro paredes de nuestra casa. Miles de personas de distintos países son capaces, así sea por un instante, de dejar a un lado sus inseguridades y miedos, para mostrar una cara completamente nueva de quiénes son. Hay varios personajes que mencionan cómo esto les ha salvado la vida, y el director de forma empática y con mente muy abierta no se apresura a emitir juicios: nos enseña esta realidad y nos permite sacar nuestras propias conclusiones. En un mundo tan lleno de cosas horribles en el cual muchos recurren a diversiones banales para desconectarse, ¿realmente hay mucho que juzgar en tener una vida en un universo hecho a computadora?
En el aspecto técnico, Joe Hunting (quien trabaja en parte como fotógrafo de eventos virtuales) recurrió a una cámara nativa de la plataforma y a un programa externo para darle a la película un acabado cinematográfico: lejos de ser una grabación de pantalla, la tecnología le permite al director fotografiar todo con un estilo de cámara en mano y hacer los movimientos propios de cualquier producción hecha en el mundo físico. Esto le da al trabajo una intimidad acorde a sus temáticas, a la vez que nos ayuda a sumergirnos en las escenas pese a lo fantástico de todo.
La realidad virtual suele pintarse en las películas como algo negativo a lo cual hay que temerle: su capacidad de aislarnos del mundo y real ha sido un tema recurrente en dramas futuristas sobre los miedos de un mundo en el cual ya no conectamos unos con otros por culpa de dicha tecnología. Aunque las redes sociales parecerían dar la razón a esta teoría, “Nos conocimos en la realidad virtual” presenta las conexiones humanas que se pueden dar a partir de este recurso. Nos muestra con alegría y optimismo todo un mundo oculto, una invitación que definitivamente deberías aceptar.
“Nos conocimos en la realidad virtual” ya está disponible en HBO Max.