Pinocho es uno de los personajes de ficción con más adaptaciones al teatro, la misma literatura, la televisión y, por supuesto, el cine; tan solo en los últimos tres años hemos tenido cuatro películas (dos live-action y dos en animación) del muñeco de madera más famoso de la historia. Una de esas cuatro es el nuevo remake de Disney dirigido por el ganador del Oscar Robert Zemeckis (“Forrest Gump”), protagonizada por Tom Hanks (“Elvis”), Cynthia Erivo (“Widows”), Luke Evans (“La Bella y la Bestia”) y con el joven actor Benjamin Evan Ainsworth como la voz de la marioneta buscando ser un niño de verdad. ¿Es buena o solamente busca capitalizar sobre la nostalgia como muchos de los últimos remakes de la compañía?
Empecemos diciendo que la película no busca ser una nueva adaptación del famoso libro escrito por Carlos Collodi en 1883 (así de vieja es esta historia), sino más bien se trata de una “adaptación” de la película animada producida por Walt Disney en 1940. Dicho eso, y si hoy aún existe alguien para quien la historia le resulte ajena, la película nos cuenta las aventuras de Pinocho, una marioneta de madera traída a la vida mediante la magia del Hada Azul (Erivo) para cumplir el deseo de Geppetto (Hanks), un viejo y solitario carpintero cuya esposa e hijo han muerto, sin embargo, para poder convertirse en un niño de verdad, primero debe aprender las diferencias entre el bien y el mal, ser bueno, honesto y generoso, tareas nada fáciles. Para esto lo acompaña Pepe Grillo (voz de Joseph Gordon-Levitt), un grillo quien sirve de su conciencia De esta forma seguimos a Pinocho y su pequeño grillo mientras se enfrentan a distintas pruebas con tal de demostrar el buen corazón dentro del niño de madera.
La película de 1940 es una obra maestra de la animación y una de las cintas animadas más importantes de todos los tiempos debido a sus avances en cuestiones técnicas como la animación del agua, el fuego y las sombras de los personajes. Además ganó el Oscar a Mejor Canción Original por “When You Wish Upon a Star” (la cual se convirtió en la fanfarria del logotipo de Walt Disney Pictures y la escuchamos al inicio de todas las películas del estudio). Pese a esto, el remake comandado por Zemeckis carece completamente de la magia de la cinta original, de las emociones transmitidas por sus personajes o de la complejidad de la animación; en cambio se transforma en un festival de personajes y escenarios en CGI que intentan replicar algo de esa esencia.
Todos los actores involucrados son buenos en su trabajo y cantan correctamente las canciones, sin embargo hay muchas decisiones cuestionables: Tom Hanks, por ejemplo, trata de imitar los movimientos y los gestos del Geppetto animado, algo completamente innecesario pues esta es una versión live-action; Cynthia Erivo entrega una interpretación interesante y sus escenas deberían haber sido algunas de las más emotivas de la cinta pero todo queda arruinado por el terrible trabajo de efectos visuales alrededor de ella y un mal manejo de la cámara, lo cual me lleva a otro gran problema dentro de la cinta: Robert Zemeckis no sabe cómo introducir a sus personajes. Lejos quedaron aquellas magníficas escenas de presentación de personajes como el Doc Brown, Marty Mcfly, Jessica Rabbit o el Teniente Dan. Aquí el director no genera ninguna expectativa, los personajes aparecen en la pantalla sin ningún tipo de reparo en su importancia o peso sobre la historia; ni siquiera lo logra con el mismo Pinocho, con el cual intenta jugar tapándolo de nuestra vista con el cuerpo del carpintero para luego revelarlo en un plano simple y sin chiste; lo mismo puede decirse del Hada Azul, Geppetto, Pepe Grillo y Stromboli (el malvado titiritero).
La película original es muy famosa porque da bastante miedo en muchas de sus secuencias: el show de marionetas de Stromboli, la aparición del Zorro y el Gato, la ballena y, sobre todo, la brutal escena en donde los niños son transformados en burros. En “Pinocho” de 2022 todo esto es tratado sin un mínimo de respeto: no hay secuencias atemorizantes, el score original (Alan Silvestri, colaborador frecuente de Zemeckis) nunca destaca, la excepción son las escenas con las canciones de la película de 1940. Asimismo, muchas escenas son arruinadas por el cargado uso de efectos visuales, algunos incluso recuerdan a las escenas de “El Expreso Polar” diseñadas para verse en 3D . Ni siquiera Pinocho, cuando es una marioneta y Geppetto está haciéndolo bailar por medio del sistema de cuerdas, luce real.
“Pinocho” es una película sin alma. El estudio no se arriesga ni un poco en su realización, misma que demuestra la decadencia de un director como Robert Zemeckis quien ya está lejos de aquel creativo innovador de los años 80. Disney tomó un cadáver, le ató hilos en las extremidades y lo puso a bailar frente a la cámara para seguir capitalizando con él. Eso hacen sus remakes: copian absolutamente todo de las originales (sin siquiera acreditar a los creativos de aquellas viejas producciones) y creen que los efectos especiales, los brillitos y actores queridos por el público van a eclipsar su ambición corporativa.
“Pinocho” (2022) ya se encuentra disponible en Disney+.