En “499”, Rodrigo Reyes utilizó elementos de ficción — un conquistador español despertando en el México moderno a 499 años de la conquista — para crear un documental reflexivo en torno a la actual situación de violencia en el país. Y esa creatividad se vuelve a hacer presente, ahora con mayor potencia, en “Sansón y yo” (“Sansón and Me”), un brillante filme de no ficción creativa que consolida a Reyes como uno de los documentalistas mexicanos más propositivos de la actualidad.
Hace 10 años, Reyes se encontraba trabajando como intérprete de la corte en California cuando fue asignado a un juicio de homicidio involucrando a un joven inmigrante de 19 años: Sansón. El veredicto fue de cadena perpetua para el acusado sin posibilidad de libertad condicional. Pero el encuentro, el caso y la amabilidad de Sansón se quedaron grabados en la memoria de Reyes, quien mantuvo comunicación con él a través de cartas y visitas a la cárcel. Eventualmente, el director le propuso hacer una película sobre su vida.
Pero este no es ni un filme de ficción, ni tampoco un documental común. Similar a lo que vemos en “Framing Agnes” o “Dick Johnson is Dead”, “Sansón y yo” integra pequeños segmentos de ficción a una narrativa de no ficción. ¿Cómo? A partir de las historias redactadas por Sansón en sus cartas, Reyes reimagina momentos importantes en su vida, desde su infancia hasta el hecho que lo llevó a la cárcel. Sin embargo, salvo por una foto, el Sansón de carne y hueso nunca aparece en el filme porque el sistema nunca se lo permitió (“sería como darle un premio” le dijeron a Reyes). Por ello, el director realizó un casting para encontrar al Sansón adulto perfecto y, para explorar la etapa infantil, se apoyó de la propia familia de su sujeto: su sobrino Toñito interpreta al Sansón niño y su hermana Débora interpreta a su madre.
Pero además de las escenas de ficción y el casting, Reyes hila con gran precisión narraciones de sus correspondencias con Sansón, entrevistas a su familia, talleres de expresión artística, las dificultades del rodaje y la violenta actualidad en Tecomán, pueblo en donde creció su sujeto. El resultado es un fascinante retrato de vida con múltiples aristas que respetuosamente escarba en el trauma de su sujeto para comprender su historia.
A través del tejido híbrido se abordan una gran cantidad de temas tanto personales como universales, tales como la vida en la cárcel, la violencia en México, el sentido de no pertenencia de migrantes en Estados Unidos. la pobreza y los estragos psicológicos de revivir memorias. La gran cantidad de temas no es abrumadora, sino que permite crear una visión íntima y equilibrada de la vida del sujeto para así comprender sus antecedentes, circunstancias y el camino que lo llevó a la cárcel, generando así una experiencia que visibiliza al convicto y crítica tanto a sistemas de justicia como a las estructuras sociales que nunca le dieron herramientas para salir adelante. La buena edición de Andrea Chignoli y Daniel Chávez Ontiveros nos ayuda a navegar por estas turbulentas aguas con total tranquilidad.
Este filme funciona gracias a la honestidad que corre por sus venas. Así como Sansón cuenta sus experiencias y expone sus motivaciones para apoyar la realización, Reyes comparte vivencias muy personales y delicadas; también reconoce e intenta corregir los errores de dirección que provocan estragos emocionales en la familia de Sansón. La estructura del documental permite que la intimidad y creciente amistad entre director y sujeto sea palpable.
“Sansón y yo” es un sobresaliente y multifacético producto de no ficción creativa, uno en donde el poder cinematográfico es utilizado para hacer visible a una persona que la sociedad ha intentado hacer invisible. El sistema de justicia busca reducir a la totalidad del ser humano llamado Sansón (y muchos otros) a tan solo un crimen, pero Reyes lucha contra eso, dándole luz y dignidad a su pasado y presente, a sus experiencias y traumas, siempre utilizando la aguja de la esperanza para tejer su asombrosa y desafiante red lírica.
“Sansón y yo” / “Sanson and Me” tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine de Tribeca 2022.