Exploraciones de la cultura influencer y los traumas del bullying se fusionan a través del horror, el slasher y la comedia negra en “Sissy”, una imperfecta pero efectiva y sangrienta cinta australiana dirigida por Hannah Barlow y Kane Senes.

Después de ver pietaje casero de dos niñas jurándose amistad eterna, Barlow y Senes nos presentan una escena que representa tonalmente el resto del filme. En primerísimo primer plano tenemos a Cecilia (Aisha Dee), una influencer grabando un video para sus más de 200,000 seguidores. Con un score misterioso y ligeramente tétrico de fondo, la cámara hace un lento push out mientras Cecilia explica su ritual para evitar ansiedad y realiza inquietantes hiperventilaciones. Pero conforme se aleja la cámara para mostrar a Cecilia en su totalidad y a las lindas plantas de su pequeño y pacífico set de grabación, el score cambia de manera paulatina hasta adquirir un tono juguetón al tiempo que la influencer introduce sus mascarillas “Elon Masks”. La inquietud provocada por el guion, score y el movimiento y posición de la cámara, se esfumó en un santiamén para dar paso a júbilo y hasta risas. Y eso es una constante a lo largo de “Sissy”: perturbadores momentos entremezclados con comedia negra.

Cecilia se regodea en la dopamina que los likes y mensajes de agradecimiento de su más reciente video de autoayuda está generando. La joven de verdad cree en su misión de hacer sentir mejor a otras personas. Todo parece en orden… hasta que se encuentra con Emma (la codirectora Barlow, en doble labor), su mejor amiga de la infancia. Cecilia reacciona con miedo mientras que Emma es toda sonrisas, incluso invitándola a una fiesta y una escapada a una remota casa en las montañas con sus amigas y prometida. 

Tras el shock inicial, Cecilia rememora con alegría, y un poco de obsesividad, su amistad con Emma: parece que la vida le ha brindado una segunda oportunidad de estar con ella. Cecilia acepta la invitación pero al llegar a la casa se encuentra con otra invitada: Alex (Emily De Margheriti), la bully de su infancia y la mujer que le robó la amistad de Emma. De repente el apodo de “Ceci la Sissy” (cobarde) retumba en los oídos de Cecilia nuevamente, y aunque intenta mantener la calma, la hostilidad de Alex (quien tiene su propio trauma en relación a Ceci) y el arrogante trato del resto de amigos de Emma, paulatinamente la llevan a perder su estabilidad.

La primera mitad de “Sissy” es altamente efectiva. Barlow y Senes construyen una historia de venganza que juega con los sentimientos de la audiencia, alentándonos a sentir compasión por Cecilia y ganas de verla redimirse. Emily De Margheriti lo hace perfecto como una bully mala leche que repudia a Cecilia e inmediatamente intenta desacreditar todos su logros de influencer; su conducta desagradable, combinada con la actitud nefasta de los demás amigos de la bienintencionada Emma, aumentan tu sed de venganza. Sin embargo, mezclado en ese sentimiento encontramos creciente preocupación: ¿por qué Alex odia tanto a Cecilia? Es claro que la influencer no es sólo una víctima. Y en una actuación revelación, Aisha Dee plasma esta dualidad con gran precisión.

Cuando la carnicería comienza, “Sissy” sirve un memorable banquete de gore apoyado por fenomenales efectos prácticos que además de proveer visuales satisfactorios, hábilmente incorporan humor negro a cada uno de los brutales actos, manteniendo asi la esencia de la película. Y es que a pesar de las perturbadoras acciones y temáticas, Barlow y Senes no buscan generar miedo o sentimientos lúgubres, sino diversión retorcida.

Debo advertir que muchas veces tendrás que suspender cualquier tipo de credibilidad viendo “Sissy”, pues las acciones de algunos personajes son ilógicas y un evento clave en el tercer acto es demasiado inverosímil. Pero la verdad es que ignorar todo esto es sencillo cuando hay tanta diversión de por medio.

La película pone sobre la mesa cuestionamientos sobre bullying y trauma. La protagonista utiliza sus traumas del pasado para justificar sus atrocidades, y a pesar de que se hace llamar una experta en autoayuda, en realidad nunca ha buscado la ayuda necesaria que le permita sanar esas heridas emocionales. Lastimosamente, al subirle el volumen a la locura y la carnicería, estas ideas sobre trauma y salud mental comienzan a desvanecerse, al igual que la ambigüedad moral, hasta ser reemplazadas por gore y acción tipo slasher.

Barlow y Kane Senes hacen un mejor trabajo creando un comentario sobre la cultura digital moderna en donde miles o millones de personas siguen a ídolos que fácilmente podrían ser falsos; nada nos asegura que un influencer vegano en realidad lo sea o que las recomendaciones psicológicas de una youtuber tengan algún sustento. Así como hay creadores de contenido honestxs, también hay muchxs charlatanes difundiendo enseñanzas vacías o hasta tóxicas. Y peor aún, debido a la mentalidad borrego y la potencia de la cultura ‘stan’, cualquiera de estas personas pueden usar su fama para disfrazar la verdad y manipular a las masas (véase lo que hizo Johnny Depp recientemente).

Asimismo, encontramos una valiosa reflexión sobre el daño de las redes sociales en la salud mental. Una de las razones por las que Cecilia nunca buscó ayuda psicológica es porque su dolor estaba siendo anestesiado por la dopamina generada por la aprobación en redes sociales. En este caso, los likes le brindaban felicidad a Cecilia, pero cuando, en la vida real, se enfrenta a críticas y negatividad, el espejismo de las redes sociales es revelado. De nada sirve la aprobación de mil seguidores.

Al final, “Sissy” se preocupa más por ser una película slasher que una crítica al bullying o las redes sociales. Pero, aunque su falta de seriedad le juega en contra y limita su habilidad para innovar, su compromiso por entregar humor negro y brutalidad forjan un producto efectivo, aborbente y divertido.

“Sissy” tuvo su premiere canadiense en Fantasia Fest 2022.