La asexualidad rara vez es representada en el cine y la televisión, y fuera de algunas menciones o personajes secundarios no puedo recordar un romance en cuyo centro estuviera una persona asexual. Esto hace a “Slow”, de la directora Marija Kavtaradze, una película muy especial, pues además de ser un efectivo drama romántico es también un paso adelante en representación.

Elena (Greta Grineviciute) es una bailarina de danza contemporánea y Dovydas (Kestutis Cicenas) es un intérprete de lenguaje de señas. Ambos se conocen y tienen una conexión inmediata, pero conforme el romance y el cortejo avanzan, Dovydas le revela a Elena que él es asexual. Con esto en mente, ambos buscan la forma de construir una relación en sus propios términos.

Lejos de mostrar la asexualidad como una ausencia de sexualidad o como algo que convierte a la persona en alguien frío o incapaz de mostrar afecto, la directora y guionista nos muestra cómo estos dos personajes encuentran intimidad no solo desde un plano afectivo e intelectual, sino también físico. Muchas veces no hay palabras en pantalla, pero un abrazo, una caricia, un baile revelan el cariño que estas dos personas sienten el uno por el otro: hay mucho cariño aun cuando no exista contacto sexual.

La elección de las profesiones de la pareja ayuda mucho, pues ambos usan su cuerpo para comunicarse, pero de formas muy distintas, y no por ello menos válidas. La sensualidad y erotismo que Elena siente a través de la danza es contrastada con el cómo Dovydas utiliza su físico para comunicar pensamientos y emociones igual de profundos. Una presentación de baile en la cual ambos guían a un grupo de estudiantes sordos es bellísima porque justo muestra su capacidad de construir algo hermoso con dos mundos aparentemente incompatibles.

El acercamiento sobrio de Kavtaradze evita caer en lo melodramático y acentúa la intimidad de la pareja: su paleta de colores suave ayuda a mantener el centro de atención en los actores, mientras que la música nunca satura. Es más, en muchas ocasiones las escenas de baile se desarrollan en completo silencio, permitiendo que los cuerpos hablen por sí mismos y mostrando la importancia del contacto físico en la vida de Elena, elemento que  contrasta con bellos planos en los cuales Dovydas traduce canciones románticas a lengua de señas: ella sudorosa y pegada a otros cuerpos, él solo pero expresando amor.

Otro acierto es cómo la asexualidad no se convierte en todo lo que define a Dovydas: es una persona con virtudes e inseguridades, quien también está confundido sobre cómo comportarse con Elena o cómo expresar sus sentimientos. La química entre ambos actores es fantástica, desde el primer momento podemos ver la chispa que los lleva estar juntos y sentir su atracción mutua.

“Slow” es un éxito porque logra mostrarnos un romance distinto a muchos otros que ya se han visto y a la vez transmitir temas universales con los cuales cualquier pareja puede identificarse. Kavtaradze nos trae una historia muy humana sobre la belleza de las relaciones románticas, con sus distintas aristas y complejidades.
“Slow” tuvo su estreno en el Festival de Sundance 2023, en donde compite en la categoría World Cinema Dramatic Competition.