El director estadounidense Ramin Bahrani tuvo un espléndido debut con “Un Café en Cualquier Esquina”; criticó al sistema económico y de bienes raíces en “99 Homes” con Andrew Garfield; y entregó una desastrosa adaptación de la famosa novela distópica de Ray Bradbury “Fahrenheit 451”. En “Tigre blanco” disecciona de forma humorística el actual sistema geopolítico de la India y el resultado son dos horas de sumo disfrute.
La película obtiene su título de la designación a personas indias que salen de lo más bajo del sistema económico hasta llegar a la cima por el medio que sea. Estos individuos son llamados Tigres Blancos, puesto que sólo aparecen una vez cada generación y ese es Balram Halwai (interpretado por Adarsh Gourav), un joven indio que encuentra la oportunidad de trabajar como chofer para una familia adinerada y que en el camino se da cuenta de la corrupción y manipulación que ejercen éstos para arreglar sus crímenes, y con lo cual logra rebelarse del sistema corrompido al que pertenece.
El filme bien podría caber entre el cúmulo de productos que cada año entrega Bollywood, sin embargo, al ser producida con dinero americano y bajo el concepto de Netflix, se atreve a poner sobre la mesa la posibilidad de una superioridad total de los gringos, aunque siempre regresa a satirizar y desmentirse a sí misma. Su punto central, tanto de humor como de crítica, prevalece en la exploración de la India y sus frágiles sistemas religiosos y políticos: la utilización de chivos expiatorios, la doble moral de los fanáticos adoctrinados, la corrupción a favor de los que más tienen, la democracia como un síntoma y no como una cura, el capitalismo como antagonista.

Por el tema de las clases sociales podría comparársele con “Parásitos” de Bong Joon Ho, “El Sirviente” de Joseph Losey, “La Doncella” de Chan Wook Park o incluso a “Quisiera Ser Millonario” de Danny Boyle y Loveleen Tandan; la diferencia con éstas es que aquí, el humor tiene más peso y funciona como arma poderosa y principal para no sólo construir una historia interesante, sino además con discursos analíticos.
Al ritmo de “Mundian To Bach Ke”, la cinta entretiene no solo porque satiriza casi cada imagen y diálogo, sino por sus múltiples saltos en la línea cronológica y por la jugosa construcción de su carismático y deformado protagonista, quien constantemente se encuentra entre la pérdida y la búsqueda de su identidad. Todo esto sin olvidar a Priyanka Chopra (a quien vimos como cuasi villana en “Superheroícos”) y Rajkummar Rao, quienes provocan y sostienen gran parte del argumento.
“Tigre Blanco” está lejos de ser una de las grandes películas del catálogo de Netflix, pero tal vez se puede posicionar como una de las más atractivas con respecto al país indio. En conclusión, no habría que dejarla pasar, ya que tiene garantía de entretenimiento y bastante humor.
“Tigre Blanco” (White Tiger) ya se encuentra disponible en Netflix.