El nuevo filme de Netflix “Vampiros vs. el Bronx” me recordó a mi infancia viendo cintas de aventura en el canal 5. La historia se siente extraída directamente de los noventas y la ejecución es exactamente lo que promete el título, pero con un fresco giro social.
Un chico llamado Miguel (Jaden Michael) es el primero en notar lo obvio: hay vampiros en el Bronx y su objetivo es apropiarse de la zona. A pesar de que estos seres de la noche prácticamente caminan por las calles con un enorme cartel que dice “Hola, soy un vampiro y vengo a matarlos a todos”, nadie le cree a Miguel excepto por sus dos fieles amigos Luis (Gregory Díaz IV) y Bobby (Gerald W. Jones III), quienes le ayudan a investigar y pelear contra los invasores.
El desarrollo genérico. Los tres amigos intentan obtener pruebas de la existencia vampírica en la zona, se meten en problemas, sus mamás los regañan y eventualmente deben encontrar la manera de salvar al vecindario sin ayuda de los adultos. Hay diálogos cursis, giros tontos y la historia no es nada del otro mundo.

Lo que hace resaltar a “Vampiros vs. el Bronx” es la representación. Normalmente Hollywood trata al Bronx como un nido de criminales, pero aquí el director Osmany Rodríguez le da una luz positiva a la zona y la retrata como un sitio en donde existe el amor y la comunidad. Esto lo hace con ayuda de un excelente grupo de actores y actrices latinxs y de color. Los tres niños protagónicos hacen un sólido trabajo en sus papeles, pero los adultos del reparto ayudan a redondear la historia con humor, destacando a The Kid Mero (“Desus & Mero”) como el dueño de la tiendita local en donde se juntan los morritos. Hay detalles, como las amenazas del chanclazo o la obsesión por la religión de las mamás, que le dan más color y autenticidad al barrio.
También existe un tema de gentrificación que ayuda a la historia. Bajo el nombre de una empresa de bienes raíces, los vampiros están comprando todos los negocios locales. Es un proceso que les resulta bastante simple gracias a la cantidad de dinero que ofrecen y el hecho de que muchos adultos están felices de salir del Bronx para buscar mejores pasturas. Esta gentrificación es una obvia representación de la supremacía blanca; los vampiros (todos blancos) están aprovechándose del Bronx porque “a nadie le importa que su gente desaparezca” y por lo tanto quieren eliminar su cultura. Había oportunidad para aunar más en este tema, pero Rodríguez decidió mantener la trama ligera.
“Vampiros vs. el Bronx” es un filme poco original que probablemente has visto antes. Los vampiros son tradicionales, el humor simplón y hay un par de subtramas que no llevan a ningún lado, pero hay una vibra sincera de comunidad que Rodríguez utiliza para efectivamente contar una historia entretenida que podrás disfrutar en familia.
Esta película ya se encuentra disponible en Netflix.