Cuando vemos una película, ocurre un acto de magia: por un breve instante suspendemos nuestra incredulidad y, si el autor es lo suficientemente hábil, nos dejamos llevar por su historia. Si la película ha sido buena, salimos con la sensación de que refleja cómo es el mundo, pues nos ha llevado a un poderoso viaje emocional. Esa es exactamente la sensación que se tiene al ver “Zapatos rojos”, del director Carlos Eichelmann Kaiser, un emotivo y visualmente poderoso viaje de dos personajes en busca de la expiación.

Don Tacho (Eustacio Ascacio) deja sus tierras y cultivos tras la noticia de que han encontrado el cadáver de su hija. Ahora debe ir a la Ciudad de México a recuperarlo y darle un entierro apropiado. En esta implacable ciudad recibe ayuda de Damiana (Natalia Solián), una chica aparentemente siempre alegre pero que oculta también un oscuro secreto.

Con una fotografía bellísima que contrasta la calma del campo con los peligros de la ciudad, la trama avanza lentamente y con pocas palabras a través de la odisea de don Tacho. Este callado personaje es interpretado brillantemente por Eustacio Ascacio, en su debut cinematográfico. El propio director ha dicho en entrevistas cómo fue la propia historia la que pedía la participación de este hombre, y tras ver cómo carga de forma aparentemente sencilla con gran parte del peso emocional de un tema tan fuerte, uno puede ver por qué.

Su acompañante es Natalia Solián (“Huesera”) quien una vez más nos muestra lo brillante que es en capturar las complejidades emocionales de un personaje. Pese a ser una persona suelta y de carácter fuerte, el monólogo final te helará la sangre, pues en un intenso plano sostenido la actriz nos revela tantas capas y sentimientos que le dan todo un nuevo significado a sus acciones anteriores. Es una escena que rompe el corazón.

Si esto suena melodramático, es porque lo es, pero eso no tiene por qué ser algo malo: al fin y al cabo el melodrama es un género como cualquier otro, y el guion emplea su capacidad de mover emociones y casualidades inverosímiles para llegar a una catarsis poderosa. Al final del día las coincidencias no son importantes, pues llevan a un descubrimiento transformador para nuestros personajes.

Estos dos protagonistas encuentran el uno en el otro aquello que les faltaba, una persona en la cual confiar y con la cual desahogar sus culpas. “Zapatos rojos” es una película sobre violencia, pero expresada de tal forma que no necesitamos ver balazos o golpes para sentirla, sino que percibimos sus efectos en la vida de la gente más vulnerable.

Carlos Eichelmann Kaiser nos da una historia sencilla pero contundente, en la que su ritmo pausado y bellas imágenes permean en el espectador y le dejan grabado un poderoso mensaje. Es un ejemplo perfecto de cómo el melodrama bien empleado puede ser una herramienta efectiva para conmover y transmitir ideas importantes a través de la emoción desbordada, una que muy probablemente te sobrecogerá el corazón.

“Zapatos rojos” formó parte de la Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia 2022.