Cassandre (Adèle Exarchopoulos) intenta sonreír durante su trabajo como sobrecargo en una línea aérea de bajo costo, pero la rutina y una vida personal dolorosa se lo impiden. En “Zero Fucks Given” (Rien à foutre), el dúo francés de Julie Lecoustre y Emmanuel Marre nos muestra la intimidad de una millenial nómada atorada entre la comodidad y el vacío.
A pesar de tener un buen récord como sobrecargo, Cassandre tiene una mirada de indiferencia y tristeza mientras da indicaciones o sirve a pasajeros en el avión. Si aparecen en su rostro, las sonrisas son forzadas. Parece estarse dejando llevar por la rutina de un trabajo que le brinda seguridad y distracción. Entre vuelos, visita clubs nocturnos y tiene encuentros casuales a través de Tinder.
Parece que la profesión de sobrecargo le queda bien porque no tiene novio o compromisos que le hagan sentir nostalgia por volver a casa, tampoco parece estar interesada en establecer una amistad o conexión duradera con alguna de sus citas o compañeras laborales. Aunque sueña con trabajar para una línea aérea más grande que le permita llegar a lujosos destinos como Dubai, está aferrada a su puesto actual y opone resistencia a la posibilidad de un ascenso porque no se cree capaz. Pronto aprendemos que esta desconfianza, así como el miedo al apego y al cambio tienen una razón de ser: Cassandre perdió a su madre en un accidente de carro y utiliza su trabajo para alejarse, literalmente, volando del dolor. Los encuentros casuales proporcionan inmediatez, pero no la ternura que necesita.
La ansiedad laboral de Cassandre es palpable y reconocible, sobre todo si compartes generación con ella. Hay un hartazgo por la carencia de alternativas y la rutina. La cultura laboral solo está interesada en generar dinero, sin importar el bienestar físico y mucho menos emocional del empleado. Se obliga a trabajar con una sonrisa para el cliente, pero esa sonrisa no suele ser correspondida. Parece que la sociedad te presiona a trabajar en lo que sea, sin importar que te genere un vacío; de lo contrario, eres tachade como inútil.

“Zero Fucks Given” es también una interesante observación de la profesión de sobrecargo. Durante su entrenamiento forzado para ascender de puesto, Cassandre es instruida a “poner sus emociones de lado” porque a los pasajeros no les importa su vida o problemas personales. Más tarde, se mete en problemas por empatizar e intentar ayudar a una pasajera atravesando por un momento personal complicado. La profesión conlleva crear una barrera y ponerse una máscara para darle servicio y satisfacer a extraños, sin importar lo groseros o amables que sean. Claro, este análisis se relaciona estrechamente con el camino personal de la protagonista, quien debe ocultar sus heridas emocionales como parte del trabajo y aprender a deslindarse de cualquier conexión. Aunque eso empata con sus deseos de afrontar la realidad, no es la cotidianidad ideal para superar un proceso de duelo.
Pero el desarrollo de Cassandre no se queda atascado en el trabajo. Pronto, se ve forzada a regresar a casa y afrontar a su padre y hermana; debe revivir memorias, reconectar y apoyarse de familia para sobrellevar la pérdida.
Lecoustre y Marre tienen un gran control sobre el ritmo de esta historia. Es tan contemplativa como empática y con ayuda del íntimo trabajo fotográfico de Olivier Boonjing, los cineastas le otorgan una cualidad documental al filme. Vemos el entrenamiento de las sobrecargos, los procedimientos de trabajo, las instrucciones y la limpieza del avión, pero aún más memorables son los plano secuencias que siguen a Cassandre arrastrando su maleta por las calles o su recorrido por los aeropuertos. También comendable es la conclusión, filmada en medio de la pandemia de COVID-19 y orgánicamente adaptada al arco de la protagonista. Todo esto tiene como constante la mirada melancólica de Cassandre, llevada a la vida por una fenomenal y convincente Adèle Exarchopoulos (“La vida de Adèle”).
“Zero Fucks Given” es un estudio cuidadoso, paciente y auténtico de aislamiento como resultado de un trauma. El aspecto “millenial”, alimentado por las citas de Tinder y el agobio laboral, funciona como motor empático de una historia extrañamente identificable que plasma la ansiedad y el hueco espiritual de una generación.
“Zero Fucks Given” (Rien à foutre) se proyectó en el Festival Cannes 2021 como parte de la Semaine de la Critique 2021.