Guillermo del Toro, en su onceavo largometraje llamado “Nightmare Alley” o en español “El callejón de las almas perdidas”, no solo rompe con sus propias aficiones narrativas, sino que entrega uno de los mejores remakes de los últimos años, pues su majestuoso estilo visual impregna de misterio y sofocamiento a cada secuencia del filme, en especial a su impactante desenlace. 

Esta versión de Del Toro es un remake de la cinta homónima dirigida por Edmund Goulding en 1947; ambas se basan en la novela también del mismo nombre de William Lindsay Gresham. El personaje principal de esta historia es Stan (Bradley Cooper), un hombre perdido en la inmensidad del mundo, quien por suerte consigue trabajo en un circo de “freaks”. Poco a poco todo se le va dando: pasa de ser un asistente a tener su propia rutina; conoce el amor en una ingenua y hermosa joven llamada Molly (Rooney Mara), y logra abandonar el circo para crear su propio espectáculo de mentalismo dedicado a las élites neoyorquinas. Sin embargo, sus graves problemas de necesidad, abandono y soberbia, provocan su inminente destrucción. 

El director mexicano por primera vez se despega de la representación hiperbólica y explícita de los monstruos y los seres fantásticos que lo han acompañado en casi todos sus proyectos. En esta ocasión también existe la figura del monstruo, pero no como nos tiene acostumbrados, sino desde una forma más psicológica y simbólica, ya que la mayoría de los personajes sucumben ante la rebeldía, la necedad y la insatisfacción, las cuales poco a poco van deformando sus decisiones y por supuesto, sus vidas. 

Stan, el protagonista, junto a su contexto (el inicio y el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial), representa toda aquella vida y personalidad vacía, propiciada por la gran pérdida de la empatía; por más que logre sus objetivos, la insatisfacción lo invade y lo carcome al punto de tomar decisiones perjudiciales para él y quien lo rodea, así como navegar en un limbo destructivo gracias al alcohol. Las acciones y emociones de Stan trazan un puente hacia el comportamiento y el sentir actual de las personas: la insatisfacción y la antipatía. 

El director de fotografía Dan Laustsen, vuelve a colaborar con el originario de Guadalajara, luego de “La forma del agua” y “La cumbre escarlata”, lo cual consagra un estilo visual inmersivo, con atención al decorado y al detalle, sin tregua a la distracción, donde cada plano y movimiento pareciera una pintura, de ahí las inagotables peticiones a poder disfrutar de esta obra fílmica en blanco y negro, tal como su género, el cine noir, lo pide. 

“El callejón de las almas perdidas” es otro intrigante cuento de hadas tenebroso y oscuro de Del Toro, y no por la aparición de seres mágicos, sino por la gran angustia que sus personajes poseen con respecto al mundo, prácticamente sin vigencia temporal. Es una cinta que busca toda la atención posible y que minuto con minuto atrapa al espectador sin darle oportunidad de pestañear. 

“El callejón de las almas perdidas” ya está disponible en cines.