El slasher es un subgénero del terror muy fácil de menospreciar: parecería consistir en una serie de jóvenes siendo asesinados uno a uno por un terrible asesino. Sin embargo, propuestas recientes como X, Scream y Sissy nos han recordado qué es lo que hace tan especial a este género: más allá de las vísceras derramadas e ingeniosos asesinatos, este tipo de historias permiten explorar temas mucho más profundos de la psique humana de una forma ligera y divertida. Lastimosamente, el director Carlos Alonso Ojea solo se quedó con lo primero en su nueva adición al género: El club de los lectores criminales.

Tras ser acosada sexualmente por un maestro, Ángela (Veki Velilla) y su grupo de amigos de un club de lectura deciden darle un susto: se disfrazan de payasos para ir a aterrarlo en la noche. Sin embargo, esta broma termina con la muerte del maestro y poco después un usuario de un sitio de fanfiction empieza a publicar una historia seriada en la que promete asesinarlos a ellos uno a uno como consecuencia de esto. Los amigos se ponen en contra uno del otro, pues están convencidos que entre ellos se encuentra el payaso asesino.

Aunque El club de los lectores criminales trata de replicar el metacomentario de Scream, en más de una ocasión (incluyendo varios giros) carece de la inteligencia para integrarlos en una trama que vaya más allá del cliché. El guion parece pensar que por ser autorreferencial ya no necesita tener sustancia, sin embargo el ser meta no es suficiente para cargar toda la película. El resultado es una colección de muertes sin mucho que los una entre sí. Si bien hay un comentario sobre los fanfiction y la obsesión de la gente por llevar a la realidad sus fantasías más macabras, es visto de forma superficial y ya se ha explorado mejor en muchas otras películas.

A veces el hecho de que los personajes no sean profundos no es problema si son lo suficientemente llamativos como para enganchar a la audiencia, pero acá no son lo uno ni lo otro. Nunca sabemos realmente nada de ellos, ni siquiera de la protagonista, de la cual únicamente aprendemos que quiere ser escritora y tuvo un libro muy famoso hace algunos años. Nada más, todo el resto de su tiempo en pantalla consiste en gritar, pelearse con su novio o culparse por lo sucedido. Lo más triste es que es la más interesante de los personajes, lo cual ya da una idea de qué tanto vemos del resto.

Algunas de las muertes son divertidas, pero nada espectacular, al menos no lo suficiente para justificar hora y media del tiempo del espectador. Otras sagas como Destino final compensan su falta de desarrollo con muertes extremadamente ingeniosas y creativas que rayan hasta en humor malintencionado, pero acá todo consiste en una serie de golpes y puñaladas. Además, una vez que se sabe de dónde viene el asesino, varias de sus decisiones caen en la incoherencia absoluta, lo que hace molesta a su historia que de por sí ya era vacía.

Para compensar la falta de sustancia, Ojea utiliza varios elementos a medio desarrollar que resaltan más la torpeza de la historia. Un ejemplo de esto es que al inicio se introduce la idea de que Ángela tiene alucinaciones inesperadas del payaso, por lo cual no sabemos si realmente está allí o es su imaginación; sin embargo, este recurso se usa muy pocas veces y luego parece ser olvidado por los creadores: se siente más como una excusa para provocar tensión gratuita. Otro caso similar es el de un triángulo amoroso que tiene el objetivo de agregar conflictos a la protagonista, pero cuyo tratamiento es tan acelerado que ni bien empieza a funcionar ya estamos cerca del final de la película.

El slasher es un género muy dinámico que juega con el morbo del espectador de formas interesantes, y se aprecia que más directores estén dispuestos a explorarlo. Es una lástima que El club de los lectores criminales lo desaproveche en situaciones y personajes nada interesantes. Si quieres una buena propuesta del género en Netflix, la trilogía de Fear Street es una mucho mejor opción.

“El club de los lectores criminales” está disponible en Netflix.