Jane Campion pasó doce años alejada del mundo del cine, albergando su sapiencia cinematográfica para finalmente soltar su talento de golpe en “El poder del perro” (o “The Power of the Dog” en inglés), un filme que, a pesar de ser meditativo y silencioso, parece estar nadando siempre en tensión. Su historia es como un cántaro a punto de reventar. ¿Su contenido? Represión y masculinidad tóxica. 

Campion suele enfocarse en mujeres protagonistas, pero esta vez, la psicología del hombre toma el escenario principal. La ubicación es Montana de 1926 y el sujeto principal a seguir es Phil (Benedict Cumberbatch), un hombre letrado que trabaja y vive en un rancho junto a su hermano George (Jesse Plemons). Mientras este último es dulce, tímido y parece sentirse incómodo en todo lugar, Phil es un ser cruel; estudió en Yale y utiliza su inteligencia para rebajar y humillar a aquellos y aquellas que le rodean.

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Un día, Phil, George y un grupo de vaqueros visitan el restaurante operado por una viuda llamada Rose (Kirsten Dunst). Las mesas están adornadas por flores de papel creadas por su hijo Peter (Kodi Smit-McPhee), un joven sensible que inmediatamente resalta por su ropa holgada, el ceceo en su voz y su físico alto y puntiagudo. Es la presa perfecta para Phil, quien quema una de las flores y arremete psicológicamente contra él, provocando el llanto tanto en madre como hijo. George intenta consolar a la viuda y así comienza un romance.

Después del matrimonio, Rose se muda con George. Por supuesto, Phil no está nada contento, pues no solo se está interponiendo entre él y su hermano, también cree que Rose solo está interesada en riquezas. Como consecuencia, Phil comienza una guerra psicológica contra su nueva cuñada; se mete en su cabeza, la atrapa en un juego claustrofóbico y utiliza un inquietante chiflido para anunciar su presencia cerca de ella y así controlarla. Una escena involucrando un duelo de pianola contra banjo es sobresaliente para estos fines. 

La primera mitad de “El poder del perro” se arrastra y debido a la desagradable naturaleza de su protagonista, es difícil conectar con ella. Sin embargo, Campion recompensa tu paciencia con una segunda mitad compleja e impredecible en donde el minimalismo cobra sentido. Aquí, la película toma una dirección inesperada al tiempo que la tensión y sensualidad aumentan; pasamos de un thriller sobre un hombre aterrorizando a una mujer, a un estudio psicológico de represión.

Cuando Peter regresa para vivir en el rancho, la figura de Phil adquiere un aura aún más grande de peligro. Benedict Cumberbatch (“The Mauritanian”) es aterrador en el papel, pues cada vez que asoma su cabeza, o se escucha su chiflido, el peligro es palpable. El soberbio score musical, con tintes siniestros, de Jonny Greenwood refuerza esta noción. Da la impresión de que algo muy malo va a suceder. Sin embargo, Campion hace algo mucho más efectivo. 

Las trayectorias de Phil y Peter se conectan y la película adquiere alas. De repente, comprendes que ambos son seres inadaptados con grandes similitudes. Una escena involucrando a un conejo y una sirvienta (interpretada por una desperdiciada Thomasin McKenzie) te deja ver que el muchacho también tiene un lado cruel. La ubicación del rancho — sitiado por montañas y repleto de hombres trabajando — cobra fuerza en la historia y los numerosos planos generales de un Phil aislado se hacen más significativos. Lo que inicia como un tormento psicológico provocado por machismo se transforma en sutil erotismo y una exploración de deseo.

Quitando un acento distractor, Cumberbatch entrega una actuación comandante que adquiere mayor fuerza en momentos de vulnerabilidad. Sin embargo, es Kodi Smit-McPhee (“Dolemite Is My Name”) quien se termina llevando las palmas e incluso logra opacar a Cumberbatch en sus escenas juntos.

Por momentos parece que el personaje de Rose y su relación con George desaparecen del filme, pero Campion siempre encuentra una manera de regresarlos a cuadro, estudiar sus dinámicas de poder y enriquecer su desarrollo. Kirsten Dunst (“The Beguiled”) y Jesse Plemons (“Judas and the Black Messiah”) son pareja en la vida real y naturalmente, esa química se ve en “El poder del perro”. Dunst sobresale como una mujer luchando por ajustarse a su vida y clase social nueva; los constantes ataques psicológicos de Phil, así como la carga de su pasado la obligan a refugiarse en la bebida. Dunst nunca pierde el paso y plasma este complicado desarrollo.

Con una gran dirección, Jane Campion explora dinámicas de poder y psicología masculina tomando como referencia a un hombre homosexual reprimido con un profundo desprecio a sí mismo y un ímpeto por controlar a otras personas. Y así como el poder de Phil se siente en cada paso de la historia aun cuando no se encuentra a cuadro, “El poder del perro” se trepa en tu mente y ahí se queda, rondando e invitando a revisitar este ambiguo e hipnótico misterio.

“El poder del perro” / “The Power of the Dog” formó parte del Festival Internacional de Cine de Morelia 2021 y se estrena el 1 de diciembre en Netflix.