“El último duelo” fue vendida por el marketing de 20th Century Studios como un drama épico sobre valientes guerreros medievales y peleas de espadas, pero en realidad es algo mucho más interesante. Con un guion coescrito por Nicole Holofcener, Ben Affleck y Matt Damon, Sir Ridley Scott utiliza el ambiente medieval y a un tremendo elenco para forjar una poderosa y refrescante examinación de opresión patriarcal que lentamente destapa sus intenciones hasta obtener la verdad absoluta; una verdad con tintes contemporáneos.
La narrativa se centra alrededor de un conflicto: Jacques Le Gris (Adam Driver) viola a Lady Marguerite (Jodie Comer), esposa de su examigo y excompañero de armas, Jean de Carrouges (Matt Damon). Le Gris niega todo y como consecuencia, Carrouges lo reta a un duelo a muerte. La genialidad de esta película reside en analizar cómo se llegó a tal conflicto desde el punto de vista de cada personaje.
De esta manera, “El último duelo” presenta tres “verdades” o experiencias en sucesión, primero la de Le Gris, luego la de Carrouges y finalmente la de Marguerite. Cada una brinda nuevas perspectivas y pedazos de información que paulatinamente revelan la historia completa y la verdad absoluta.
Muchas escenas se repiten en cada capítulo, pero su contenido cambia de acuerdo a la perspectiva en turno. Aquí encontramos una riqueza de detalles, algunos pequeños y otros obvios, para destacar las diferentes ideologías y personalidades. Por ejemplo, en su “verdad”, Carrouges se ve a sí mismo como un hombre honorable e indulgente, dedicado a cuidar el bienestar de su esposa. Y por momentos, le crees. Sin embargo, los siguientes capítulos (vistos desde los ojos de Le Gris y Marguerite) lo muestran tal y como es: un ser egocéntrico, inseguro y machista que solo utiliza a Marguerite para intentar obtener un heredero y mejorar sus finanzas personales.
La estructura de la película es brillantemente ensamblada para crear una atmósfera de opresión patriarcal que enfurece y llena de impotencia. Los dos primeros capítulos, aparentemente enfocados en una enemistad entre hombres, acumulan detalles y ocurrencias que adquieren enorme impacto en el último capítulo, cuando conocemos la perspectiva de Margueritte, De repente, la escena de violación es más despiadada, el egoísmo de Carrouges se hace evidente, las miradas incómodas de las mujeres relucen, el amor se convierte en una palabra utilizada por el hombre para perpetrar abuso, visualizamos los sistemas de encubrimiento entre hombres y se hace claro el rol de la Iglesia en la facilitzación del control patriarcal. Lo presentado anteriormente solo era una visión azucarada de la historia, en donde dos hombres van por la vida proliferando un machismo normalizado, viéndose y proyectándose como héroes nobles, sin darse cuenta de sus desagradables conductas o buscando apologías para cubrirlas. La representación de estas actitudes es auténtica y completamente reconocible hasta nuestros días.
Una escena de juicio medieval es inquietantemente moderna. Un montón de hombres humillan a una mujer, cuestionando su valía en la sociedad y haciendo preguntas degradantes. Es una escena que hemos visto, no en libros de historia, sino en carne y hueso, hace apenas algunos años con hombres blancos entrajados acusando a mujeres como Anita Hill y Christine Blasey Ford.
El elenco entero es fenomenal. De cero a cien, Adam Driver (“Marriage Story”) pasa de galán adulador a un aterrador abusador; Matt Damon (“Ford v Ferrari”) maneja con gran precisión el contraste de personalidades de Carrouges plasmado por el paulatino paso de los capítulos; en un principio, Ben Affleck (“The Way Back”) y su look rubio provocan risa, pero pronto se apodera del papel para crear a un ser arrogante; y Jodie Comer (“Killing Eve”) es absolutamente brutal mezclando el hartazgo de vivir bajo opresión con la alegría brindada por el escapismo de tener a su esposo lejos (en pocas y preciosas escenas) y el trauma del ataque sexual. La memorable actuación de Comer es el alma del filme.
Ridley Scott dirige con autoridad cada faceta de este astuto rompecabezas. El estilo visual es inmersivo, el ritmo es utilizado para construir tensión con cada capítulo y las escenas de acción son magníficos espectáculos viscerales. El trabajo de Dariusz Wolski (“News of the World”) es crucial; además de transportarnos a la Francia medieval con su fotografía áspera y grisácea, utiliza poderosos encuadres para no perder detalle de los contrastes entre cada “verdad”.
“El último duelo” es una inteligente representación cinematográfica de opresión sistémica que examina y condena a la cultura patriarcal y de violación. El guion es efectivo creando equivalencias entre el manejo de estos temas durante el medievo y la modernidad para formar una reflexión del lento progreso de la sociedad.
“El último duelo” llega a Star+ el 19 de enero.