Basada en el musical homónimo de Broadway de Lin-Manuel Miranda, “In the Heights” o “En el barrio” en español, resulta ser un producto convencional, con buenas dosis musicales y lo que necesitamos en tiempos pandémicos: esperanza, unión y felicidad. Sin embargo, pese a sus buenas intenciones discursivas y pudiendo potenciarlas más, se limita a la superficialidad. 

Usnavy (Anthony Ramos) es un joven dominicano soñador y dueño de una tiendita, quien está enamorado de Vanessa (Melissa Barrera), una chica “casi imposible” para él y con la aspiración de ser diseñadora de modas. Ellos, así como muchos de sus familiares viven en el excéntrico y marginado barrio de Washington Heights, donde se respira música y baile. 

El director Jon M. Chu delinea la forma de esta película muy al estilo de la saga de Step Up (él dirigió la segunda en 2008), aunque con más mesura y menos espectacularidad. Los pocos momentos dancísticos lucen, y no precisamente por los aburridos movimientos de cámara, sino por los mismos talentos. El canto, sin dudarlo es el aspecto que más sobresale, no sólo por la capacidad vocal de los intérpretes, sino porque maneja y mantiene la narrativa a flote con cada palabra entonada.

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“In the Heights” | Cortesía de Warner Bros.

Lo político, a lo que le apuesta la cinta, yace en una complacencia y visión limitada sobre la inclusión y la discriminación. Todo en la película se vuelve parte de un espectáculo vacío y sin metas claras, porque no vemos contraste, ni molestia, sólo se muestra la parte linda y sentimental del asunto, donde la resolución es con “paciencia y fe”. El guion plantea idealizaciones sobre temas como la inmigración, la muerte y el amor, utilizando el canto y el baile como modo de resistencia en medio del total desamparo. 

Los discursos endebles son resultado de la voracidad comercial y esto hace que la cinta no sea directa ni honesta. No quiere ofender a nadie, más bien quiere gustarle a todos. No se puede vivir la opresión con idealizaciones ni condescendencias y mucho menos con indiferencias y en al menos estos tres aspectos, la película se revuelca. La cinta está al nivel de la inadmisible frase “el pobre es pobre porque quiere” o “si estás triste, ponte feliz”.

Definitivamente, “En el barrio” no es apta para gente ajena a los musicales, ya que el canto podría cansar y hostigar, porque hasta un mínimo “sí” se convierte en canción, sin embargo, es un producto hecho para emocionar, complacer, hacer bailar al espectador, y para nunca ponerlo a pensar o confrontarlo. Los discursos son un adorno y son igual de ligeros que la cinta. 

“In the Heights” o “En el barrio” ya se encuentra disponible en cines y llegará a HBO Max Latinoamérica en julio.