Recientemente salimos de la pandemia por COVID-19, la cual tomó numerosas vidas y tuvo un fuerte impacto mundial en temas de salud, tanto física como mental. Para muchos, este miedo era algo nuevo, pero en varios países (principalmente al este de Asia) hubo una epidemia similar: la del SARS en 2003. Este acontecimiento es tomado como base para la película Foco de contagio, del director Lin Chun Yang, un efectivo thriller sobre los límites a los que somos llevados por el miedo y la incertidumbre.
En un hospital en Taipei, la vida de todos cambia cuando se anuncia que hay un posible brote de SARS, lo cual lleva a las autoridades a encerrar a las personas que se encuentran adentro en espera a que se resuelva la situación. Mientras el virus se extiende, los profesionales de la salud se enfrentan a una difícil decisión: arriesgar su vida para proteger la de los pacientes o negarse a atenderlos en espera a que mueran y acabe la epidemia.
Es imposible no relacionar la trama de Foco de contagio con la pandemia reciente: los cubrebocas obligatorios, la incertidumbre, la paranoia y las muertes a causa de complicaciones respiratorias son elementos que todos vimos en noticieros y redes sociales. En este sentido, para algunos tal vez sea demasiado pronto y abrumador ver una película que retrata de forma tan detallada horrores a los cuales tal vez preferiríamos no acercarnos por un tiempo. Sin embargo, para quienes se queden, la película ofrece bastante tensión y reflexiones valiosas sobre el ayudar a los demás.
La dirección logra generar suspenso en un espacio muy cerrado y logra elevar un guion un tanto caótico, principalmente por su exceso de subtramas, muchas de las cuales no llegan a un cierre, como ocurre muchas veces en este tipo de historias corales. Aun así, el debate central entre los dos protagonistas es bastante interesante: un enfermero joven y altruista (Tseng Jing Hua) que es enviado por sus compañeros de trabajo al ala de contagios, y el de un cirujano egoísta (Wang Poh Chieh) que solo quiere recluirse y regresar a casa con su hija. Las escenas en las cuales ambos están juntos y debaten son tan interesantes que uno hasta desearía dejar de ver las otras subtramas para que ésta se desarrollara mejor. En este aspecto, documentales como The First Wave o 76 Days logran capturar de forma más equilibrada lo que es una crisis hospitalaria desde múltiples perspectivas.
Pese a su falta de enfoque, la película encuentra momentos poderosos para reflexionar sobre la importancia de estar juntos en estas crisis. Hay escenas, como la de enfermeras lanzando sus batas por la ventana en protesta para no atender a pacientes con SARS o la de un hombre ayudando a una niña a buscar a su madre en medio del caos, que generan un debate fuerte en el espectador: ¿si estuviéramos ante una situación así realmente salvaríamos a los demás o nos encerraríamos en nuestra burbuja mientras los demás sufren a nuestro alrededor? Aunque la respuesta parece éticamente sencilla, en la práctica es algo mucho más difícil de hacer.
De forma similar a Contagion, Foco de contagio logra balancear el impacto emocional de la tragedia humana mostrada en pantalla con el conflicto moral que ésta plantea. No todas sus subtramas cuajan tan bien, pero el sentimiento general de incertidumbre y tensión se transmite efectivamente. Aunque no es perfecta, es un importante recordatorio de la importancia de la empatía y el heroísmo del personal médico durante las epidemias.
“Foco de contagio” se encuentra disponible en Netflix.