Han pasado más de 100 años (Nosferatu, 1922) desde que la primera película de vampiros llegó a salas de cine y es genial ver que nuevas y originales historias en torno a la mítica criatura siguen entreteniéndonos y refrescando el subgénero. La última en integrarse a esta lista de éxitos vampíricos, que también tiene el mejor título de todo el Festival de Venecia 2023, es Humanist Vampire Seeking Consenting Suicidal Person, un original coming-of-age de terror y humor negro dirigido por Ariane Louis-Seize.
Debido a un episodio traumático durante su niñez involucrando a su familia vampírica y un inocente payaso, la adolescente Sasha (Sara Montpetit) es demasiado empática y es incapaz de lastimar a un humano para alimentarse. Después de años de recibir ayuda de sus padres (bolsas de sangre) para sobrevivir, Sasha es forzada a buscar a sus propias víctimas. Por fortuna, pronto encuentra una interesante solución a su problema: Paul (Félix-Antoine Bénard), un joven solitario, introvertido y víctima de bullying que está convencido de querer morir y que, por lo mismo, le ofrece su vida a Sasha.
En sus galardonados cortometrajes Wild Skin y Shooting Star, Aiane Louis-Seize dejó en claro su interés en historias adolescentes y personajes poco convencionales, así como su capacidad para plasmar emociones sin necesidad de palabras. Todo esto está presente pero a un nivel avanzado en Humanist Vampire Seeking Consenting Suicidal Person, pues nuestrxs misteriosxs protagonistas adolescentes están atravesando por un conflicto interno y conectas con ellxs principalmente en las escenas más sutiles, aquellas en donde hay música o los gestos de Montpetit y Bénard nos dejan comprender su dolor y confusión.
Al igual que esta película subvierte los relatos tradicionales de vampiros, Louis-Seize y su coguionista Christine Doyon juegan con las ideas convencionales de los géneros que está utilizando. Por ejemplo, una magnífica escena en el cuarto de Sasha es como sacada de un coming-of-age en donde adolescentes incómodos están a punto de tener sexo, pero aquí, la intención es siniestra. Saha y Paul momentáneamente conectan a través de música, pero ninguno de los dos sabe cómo proceder. Paul es movido por la ansiedad de llegar a su objetivo mientras que Sasha siente que está a punto de transgredir una barrera invisible.
La construcción del mundo es impresionante. Un encantador prólogo encapsula todo lo que necesitas saber sobre Sasha y la sociedad vampírica a la que pertenece. Más adelante, el elegante diseño de producción de Ludovic Dufresne es brillantemente utilizado para reforzar la personalidad de Sasha y recordarte que estás viendo una película de vampiros: sus cuartos tienen objetos y piezas de arte antiguos, así como muchos discos de vinilo, pero también lámparas y sillas con diseños modernos y luces en las paredes. Algo similar ocurre con el precioso trabajo de Shawn Pavlin, cuyos encuadres e iluminación crean una sensación de sobrenaturalidad y exuberancia pero también evocan intimidad y el conflicto interno de Sasha. La musicalidad es exquisita, pues tanto el uso de un clásico de Brenda Lee como la jocosa canción de los créditos (mejor no spoilearla) y el juguetón score de Pierre-Philippe Côté sirven para alimentar la atmósfera nostálgica y divertida del filme.
En apenas su tercera película, Sara Montpetit vuelve a dejar en claro que es una actriz especial. En Falcon Lake interpretó magistralmente a una joven confundida cuya sexualidad está emergiendo y también hay algo de eso presente en Humanist Vampire, pero con el giro de la comedia negra y el vampirismo. Con movimientos limitados pero una expresividad tremenda, Montpetit nos recuerda que Sasha, a pesar de su longevidad vampírica, es una jovencita que se siente atrapada y confundida porque su naturaleza la está obligando a hacer algo que no quiere. La actuación de la joven canadiense tiene una dimensión extra: la del deseo, concepto muy explorado por Louis-Seize en su filmografía y que aquí se hace presente a través del apetito de Sasha; Montpetit eficazmente mezcla sexualidad con el ímpetu de su personaje por alimentarse, como si la aparición de sus colmillos fuera su despertar sexual.
La directora toca los temas de muerte, ansiedad y depresión adolescente con mucha sensibilidad pero sin sacrificar el tono divertido y extravagante del filme. Este balance tonal hace que Humanist Vampire sea siempre una experiencia agradable y cautivadora; también importante es el gran trabajo actoral, pues Montpetit y Bénard conforman una encantadora mancuerna de inadaptados que a la vez están rodeados por personajes secundarios sencillos pero muy efectivos: una impaciente prima (Noémie O’Farrell), un adorable padre sobreprotector (Steve Laplante) o hasta un imbécil fiestero que resulta ser un tipo bastante dulce (Gabriel-Antoine Roy) le dan color a esta historia.
La soledad y la muerte son dos palabras estrechamente relacionadas con los vampiros y Humanist Vampire Seeking Consenting Suicidal Person explora esas conexiones con mucha originalidad y exuberancia. Ariane Louis-Seize toma ideas potencialmente trágicas y las moldea en algo dulce y jovial que, de manera oscura y con un estilo totalmente único, celebran a la vida y a los seres inadaptados de este mundo.
“Humanist Vampire Seeking Consenting Suicidal Person” tuvo su premiere mundial en la Giornate degli Autori del Festival de Cine de Venecia 2023 y tendrá su premiere internacional en TIFF 2023.
Imagen de portada cortesía de THE PR FACTORY.