“Joyland”, primera película pakistaní en ser exhibida en Cannes, aborda tabúes e ideales conservadores del país a través de una inteligente intersección narrativa que el director Saim Sadiq, en su debut, hila con habilidad para llevarte por caminos inesperados.

Bastan un par de escenas en los primeros 15 minutos para dejar en claro que nuestro tímido y sensible protagonista Haider (Ali Junejo) le tiene pavor al conservador patriarca de su familia (Salmaan Peerzada), quien le echa en cara su desempleo, el no tener hijos y el hecho de que es mantenido por su esposa maquillista Mumtaz (Rasti Farooq). Todo lo contrario ocurre con su hermano mayor Kaleem (Sohail Sameer), un macho tradicional quien está a punto de tener su cuarta hija con su esposa Nucchi (Sarwat Gilani). 

Pero las cosas cambian drásticamente en la familia cuando, con ayuda de un amigo, Haider encuentra trabajo como bailarín de respaldo para Biba (Alina Khan), una carismática y feroz bailarina erótica de quien rápidamente cae enamorado. Dado que Haider es terrible en el trabajo, sus horas extra de práctica lo acercan a Biba para así comenzar un romance. Pero mientras esto ocurre, Mumtaz es obligada a renunciar a su amado trabajo para quedarse a trabajar en casa y, junto a Nucchi, atender las necesidades de la familia. Es así que la película planta las primeras semillas de una excelente transformación narrativa. 

“Joyland” inicia con un romance LGBTQ con chispazos de comedia que visibiliza con sensibilidad la transfobia que permea en la sociedad pakistaní (al igual que en muchas otras), sin embargo, entre besos y escapadas de Haider, vemos a Mumtaz sufrir el peso de la opresión patriarcal. Similar a lo que vimos en “El baile de los 41”, este filme no se centra exclusivamente en el placer y miedos del hombre secretamente enamorado. Sadiq exhibe cómo Mumtaz, la esposa engañada, se convierte en una mujer invisible cuya vida está vacía de placer y cuya única función en la familia es servir al hombre, tanto a nivel de trabajadora doméstica como reproductiva. Como se hace profusamente evidente en el trágico tercer acto, Mumtaz es vista como poco más que un recipiente para almacenar y entregarle un nuevo hijo a la familia. 

Haider es incapaz de plantarle cara a su padre para apoyar a su esposa y mucho menos de aceptar su rol en la creciente infelicidad de ella. De manera paulatina y efectiva, comprendemos que Haider no es un tierno hombre ni una especie de víctima del sistema patriarcal, sino un egoísta que antepone su placer y confort antes que el de sus dos parejas: indirectamente le hace la vida un infierno a Mumtaz y nunca se preocupa por ello, y del otro lado, jamás se toma el tiempo para entender quién es Biba. 

El guion de Sadiq y Maggie Briggs también hace un soberbio trabajo plasmando la infelicidad de Mumtaz, su necesidad de placer y la opresión que vive dentro de la familia. Rasti Farooq interpreta con excelencia las exigencias del papel: una mujer independiente con sueños que se ve completamente subyugada por las expectativas de la opresiva familia de su esposo.

Joe Saade viene de hacer maravillas como cinefotógrafo en “Costa Brava, Lebanon” (otro gran drama familiar) y aquí vuelve a demostrar su calidad creando composiciones evocadoras y visualmente asombrosas. Su uso de la iluminación produce tres escenas inolvidables que producen tres sentimientos muy diferentes: un acercamiento íntimo y muy erótico, un emocionante baile iluminado por celulares y una aterradora interrupción entre penumbras (dicha escena provocó un fuerte shock en mi sala). 

Todo desemboca en un devastador tercer acto que, desafortunadamente, Sadiq alarga de manera innecesaria. Si “Joyland” hubiera acabado en una toma involucrando la puerta de un baño, estaríamos ante uno de los cierres del año, pero Sadiq no confía en su audiencia y provee 10 minutos de intrascendente exposición. Y ese es el único gran defecto de un filme audaz y volátil que hila de manera brillante problemas sociales como el sexismo y la transfobia.

“Joyland” ganó la Queer Palm y el Premio del Jurado (Un Certain Regard) en Cannes 2022 y es la selección de Pakistán para el Oscar de Mejor Película Internacional 2023.