En 1981 el sistema de justicia estadounidense se enfrentó por primera vez en su historia a un caso donde la defensa del acusado era la posesión demoníaca. El famoso juicio “El diablo me obligó a hacerlo” (en el cual se basa de forma libre la tercera cinta de El Conjuro) le dio la vuelta al mundo y se instaló en la cultura popular gracias a varios libros que se escribieron sobre el acontecimiento. Ahora, de mano de las personas afectadas directamente por este hecho inexplicable, llega a nosotros Juicio al diablo, el más reciente documental del director Chris Holt (Jeffrey Dahmer: Mind of a Monster).

Juicio al diablo explora la tragedia de la familia Glatzel: la supuesta posesión del miembro más pequeño de la familia, el asesinato cometido por Arne Cheyenne Johnson, el juicio posterior y las repercusiones en los hermanos Glatzel y el propio Arne. Todo relatado por ellos mismos en primera persona mientras escuchan distintas grabaciones capturadas por los supuestos demonólogos Ed y Lorrain Warren.

La propuesta de Chris Holt luce sencilla, el formato incluso recuerda mucho a las producciones televisivas de canales como History Channel, sin embargo el valor de Juicio al diablo recae en separar a cada uno de los hermanos Glatzel y a Arne, darnos sus versiones de los hechos para contrastarlas y así formar nuestras propias conclusiones. En ese sentido Holt no se pone del lado de nadie, no toma partido ni busca confirmar o desacreditar nada, sencillamente presenta los hechos y deja todos los juicios en el espectador.

Las experiencias de los hermanos Glatzel y Arne son recreadas por un elenco profesional mientras escuchamos de fondo sus voces y las grabaciones de Ed Warren sobre el caso, todo aderezado por una música con tono de misterio. Estos momentos sirven para darnos una mejor idea de los acontecimientos, sin embargo llega un punto en el que se deja de lado y Holt utiliza fotografías y titulares de periódicos, un recurso más convencional y mucho menos interesante.

Es interesante ver esa reconstrucción de la memoria por parte de cada hermano basada tanto en su edad, sus experiencias personales y su relación con sus padres: David, quien supuestamente fue poseído, y Alan creen con firmeza en la posesión y en la inocencia de Arne, sin embargo Carl, el mayor de ellos, plantea una respuesta más realista y aterradora a los hechos ocurridos durante el verano.

El documental también aborda, aunque en menor medida, la experiencia de la familia Glatzel con los Warren, desde el acercamiento inicial a la pareja para tratar el caso de David, su exorcismo y cómo los embaucaron para vender su historia a varios escritores y productores en Hollywood. En ningún momento se mencionan las demandas contra los demonólogos por parte de la familia ni las controversias posteriores a la publicación del libro en el que fueron consultores.

Juicio al diablo es un documental convencional que nos cuenta un mismo acontecimiento desde los recuerdos de personas distintas sin juzgarlas o presentar una versión como la verdad absoluta. A Chris Holt no le interesa convencernos de la existencia de seres malignos a través de los testimonios de la familia Glatzel, más bien intenta explorar los efectos de un hecho inexplicable con alcances mediáticos importantes en una familia como cualquier otra. 

“Juicio al diablo” ya está disponible en Netflix.