En 2002 llegó a la pantalla grande “La era de hielo”, una tierna y divertida historia sobre tres curiosos inadaptados que ayudaban a un niño humano a regresar con sus padres, y en el camino formaban una familia peculiar. Veinte años y varias secuelas después, el grupo de amigos regresa con “La era de hielo: Las aventuras de Buck”, del director John C. Donkin, una película cuya existencia nos demuestra algo muy importante: hay historias que no deberían continuar.

Contrario a lo sugerido por su título, esta película no se centra en Buck (Simon Pegg), la temeraria comadreja que conocimos en la tercera entrega de la franquicia, sino en los hermanos zarigüeya Eddie (Aaron Harris) y Crash (Vincent Tong). Tras una pelea, el dúo decide abandonar su manada para demostrar lo capaces que son de cuidarse solos. Su distracción los lleva de regreso al mundo perdido, una tierra subterránea llena de dinosaurios y peligros. Junto a Buck y su amiga Zee (Justina Machado) se enfrentan a Orson (Utkarsh Ambudkar), un inteligente dinosaurio cuyo principal deseo es acabar con los mamíferos para siempre.

Esta sexta entrega es fácilmente la peor en una franquicia que hace tiempo debió retirarse. Si bien las películas pasadas nos trajeron piratas, meteoritos y hasta viajes al espacio, al menos compensaban con tramas abiertamente ridículas la pérdida de la sencillez que hizo tan memorable a la primera. Además, aunque sus premisas resultaban cada vez más inverosímiles (estamos hablando de historias en las cuales una protoardilla en un traje espacial crea el sistema solar), el mensaje de la unión familiar siempre se mantenía como centro de cada nueva secuela.

Crítica de “La era de hielo: Las aventuras de Buck”, un spin-off que avanza a un ritmo glacial

En 2002 llegó a la pantalla grande “La era de hielo”, una tierna y divertida historia sobre tres curiosos inadaptados que ayudaban a un niño humano a regresar con sus padres, y en el camino formaban una familia peculiar. Veinte años y varias secuelas después, el grupo de amigos regresa con “La era de hielo: Las aventuras de Buck”, del director John C. Donkin, una película cuya existencia nos demuestra algo muy importante: hay historias que no deberían continuar.

Contrario a lo sugerido por su título, esta película no se centra en Buck (Simon Pegg), la temeraria comadreja que conocimos en la tercera entrega de la franquicia, sino en los hermanos zarigüeya Eddie (Aaron Harris) y Crash (Vincent Tong). Tras una pelea, el dúo decide abandonar su manada para demostrar lo capaces que son de cuidarse solos. Su distracción los lleva de regreso al mundo perdido, una tierra subterránea llena de dinosaurios y peligros. Junto a Buck y su amiga Zee (Justina Machado) se enfrentan a Orson (Utkarsh Ambudkar), un inteligente dinosaurio cuyo principal deseo es acabar con los mamíferos para siempre.

Esta sexta entrega es fácilmente la peor en una franquicia que hace tiempo debió retirarse. Si bien las películas pasadas nos trajeron piratas, meteoritos y hasta viajes al espacio, al menos compensaban con tramas abiertamente ridículas la pérdida de la sencillez que hizo tan memorable a la primera. Además, aunque sus premisas resultaban cada vez más inverosímiles (estamos hablando de historias en las cuales una protoardilla en un traje espacial crea el sistema solar), el mensaje de la unión familiar siempre se mantenía como centro de cada nueva secuela.

“Las aventuras de Buck” deja atrás tanto el corazón como la diversión para darnos una película en donde, dramáticamente hablando, no pasa nada: los creadores, aparentemente temerosos de que su público no conozca las entregas pasadas o no esté familiarizado con el mundo, llena el argumento con flashbacks, recuentos de los acontecimientos de las anteriores películas y diálogos expositivos a más no poder. El propio Buck no aparece hasta el minuto 20, y la historia comienza apenas en el 40, lo que le da a la película poco más de la mitad de su tiempo de duración para mostrarnos la “aventura” prometida.

Al final del día este es un producto que comete el peor pecado de todos: tomar a su audiencia como tonta. La película no confía en la capacidad de los niños de entender lo que está pasando y se ve en necesidad de explicar cada paso, convirtiendo así lo que pudo ser un cortometraje en una tortuosa experiencia de hora y media. Llega un punto en el cual, mientras Orson se dirige al manantial donde se reúnen los mamíferos, y un personaje exclama: “¡No puede ser, Orson se dirige al manantial!”, como si no fuéramos capaces de deducirlo con nuestros propios ojos.

“La era de hielo” no era perfecta, tenía problemas de tono y algunos de sus chistes no eran tan buenos como otros, pero nunca le faltó alma. “La era de hielo: Las aventuras de Buck” se siente más como un descarado intento de sacarle más jugo a un producto querido por muchos que un verdadero deseo por continuar esta historia, uno que no solo es indigno de sus personajes, sino también del tiempo de los fans de las aventuras de Manny y sus amigos.

“Las aventuras de Buck” deja atrás tanto el corazón como la diversión para darnos una película en donde, dramáticamente hablando, no pasa nada: los creadores, aparentemente temerosos de que su público no conozca las entregas pasadas o no esté familiarizado con el mundo, llena el argumento con flashbacks, recuentos de los acontecimientos de las anteriores películas y diálogos expositivos a más no poder. El propio Buck no aparece hasta el minuto 20, y la historia comienza apenas en el 40, lo que le da a la película poco más de la mitad de su tiempo de duración para mostrarnos la “aventura” prometida.

Al final del día este es un producto que comete el peor pecado de todos: tomar a su audiencia como tonta. La película no confía en la capacidad de los niños de entender lo que está pasando y se ve en necesidad de explicar cada paso, convirtiendo así lo que pudo ser un cortometraje en una tortuosa experiencia de hora y media. Llega un punto en el cual, mientras Orson se dirige al manantial donde se reúnen los mamíferos, y un personaje exclama: “¡No puede ser, Orson se dirige al manantial!”, como si no fuéramos capaces de deducirlo con nuestros propios ojos.

“La era de hielo” no era perfecta, tenía problemas de tono y algunos de sus chistes no eran tan buenos como otros, pero nunca le faltó alma. “La era de hielo: Las aventuras de Buck” se siente más como un descarado intento de sacarle más jugo a un producto querido por muchos que un verdadero deseo por continuar esta historia, uno que no solo es indigno de sus personajes, sino también del tiempo de los fans de las aventuras de Manny y sus amigos.

“La era de hielo: Las aventuras de Buck” ya se encuentra disponible en Disney+.