Cuando a Julio Cortázar le preguntaban cuál era la diferencia entre un cuento y una novela siempre respondía con una metáfora del box: la novela gana por puntos, el cuento por knockout. Esto se refiere a la forma en la que una novela se va ganando al lector, tiene más tiempo para desarrollar a sus personajes y sus tramas, mientras el cuento, por su extensión breve, debe ser conciso, directo e impactar al lector en pocas líneas. Esto mismo se puede aplicar al hablar de cortometrajes y largometrajes, especialmente de La maravillosa historia de Henry Sugar (The Wonderful Story of Henry Sugar), El cisne (The Swan), El desratizador (The Rat Catcher) y Veneno (Poison), cuatro cortometrajes dirigidos por Wes Anderson (Asteroid City) para Netflix que adaptan distintas historias del famoso escritor Roald Dahl.
La maravillosa historia de Henry Sugar
El primero de los cuatro cortometrajes, hilados a través de varias escenas donde interviene directamente Roald Dahl (Ralph Fiennes), nos presenta la historia de Henry Sugar (Benedict Cumberbatch), un hombre rico que encuentra en una biblioteca el relato de un doctor inglés (Dev Patel) quien cuenta su experiencia al conocer a Imdad Khan (Ben Kingsley), un hombre con la capacidad de ver sin utilizar sus ojos, misma que adquirió a través de las enseñanzas de un gurú (Richard Ayoade). Al conocer la existencia de una habilidad como está, Henry decide seguir las enseñanzas del gurú y emplearlas para poder hacer trampa en los juegos de cartas.
Anderson construye el relato de Henry Sugar a través de varios marcos referenciales (una forma de narrar parecida a la de Las mil y una noches) para ir cada vez más y más profundo hasta llegar al corazón de la historia. A partir de ahí comienza a cerrar cada uno de los marcos pero esto mismo provoca un cambio en el personaje principal, pareciera que él ha hecho ese viaje a su interior y ha encontrado un propósito en el camino, la iluminación. Además el director utiliza a su favor la corta duración del formato para estructurar el relato, delimitar cada uno de sus actos y al mismo tiempo entretener al espectador.
El artificio de la metaficción está presente, como en los dos últimos trabajos de Anderson. Esto le da una personalidad particular al cortometraje pues la puesta en escena simula en muchas ocasiones una puesta teatral: vemos cómo colocan la escenografía, a los tramoyistas moviéndose y ayudando a los actores a cambiar de vestuario y de maquillaje e incluso se utilizan trucajes propios del teatro durante la historia, como el hecho de simular la levitación empleando un cubo de madera pintado de los mismos colores que el fondo. Estos recursos autorreferenciales se utilizan de forma inteligente y no distraen al espectador de la historia principal, además van a seguir presentes en el resto de los cortometrajes.
La maravillosa historia de Henry Sugar se siente como cuando de niño te contaban un cuento: no puedes dejar de prestar atención a cada detalle del relato, te diviertes, dejas volar tu imaginación y terminas satisfecho luego de pasar un muy buen rato con tus personajes favoritos.
El cisne
El cisne nos cuenta la historia de Peter Watson (Asa Jennings), un joven amante de observar aves. Un día Peter se cruza con un par de bullies quienes lo torturan de formas horribles hasta alcanzar un destino poético.
Aquí, a diferencia del cortometraje anterior, tenemos un solo narrador, Rupert Friend (La Crónica Francesa), quien nos lleva a través de un laberíntico set minimalista donde somos testigos de los momentos más impactantes de la historia de Peter. La decisión de tener escenarios con pocos recursos funciona perfectamente para esta historia en particular, pues el relato se construye en la cabeza de los espectadores mientras cada situación escala hasta transformarse en un relato de suspenso digno de Hitchcock.
En El cisne, Anderson experimenta con el poder de la narración y, sin mostrar actos violentos frente a la cámara, nos regala una historia tan triste como terrible.
El desratizador
Un pequeño pueblo tiene una plaga de ratas y los habitantes llaman al Hombre Rata (Ralph Fiennes), un famoso cazador de roedores, para hacerse cargo de la situación, sin embargo sus métodos para acabar con la plaga resultan ser muy poco ortodoxos.
En El desratizador Wes Anderson decide dejar de lado la experimentación con la forma de narrar para enfocarse completamente en los personajes. Toda la historia está guiada por la fabulosa interpretación de Ralph Fiennes, el actor transforma su imagen, gracias al increíble trabajo de maquillaje, su postura, su forma de hablar e incluso su mirada y se convierte en este peculiar y algo aterrador personaje.
La situación escala hasta llegar a un punto de quiebre, casi de película de horror, que se consigue a través de la iluminación y las interpretaciones de los actores.
Veneno

Veneno comienza en el medio de una situación bastante tensa: Woods (Dev Patel) llega a la casa de su amigo y compañero Harry Pope (Benedict Cumberbatch) para encontrarlo inmóvil en su cama pidiendo ayuda entre susurros inaudibles. Una peligrosa serpiente se deslizó hasta la cama de Harry y se instaló en su estómago para dormir. Woods llama al doctor Ganderbai (Ben Kingsley) para intentar salvar la vida de Pope.
En este último ejercicio cinematográfico, Anderson juega con la tensión: desde el primer instante explica el peligro en el que se encuentra su personaje y a partir de ahí nos mantiene expectantes, sabemos que cualquier movimiento brusco de Harry podría ser el último y esperamos con ansias ver el resultado de cada intento del médico para rescatarlo. Benedict Cumberbatch transmite todo el estrés de la situación a través de su fantástica actuación, y si bien la situación lo limita bastante, eso no es impedimento para que utilice todos los recursos a su alcance y nos haga sentir temor por el resultado final.
Cada uno de los cortometrajes representa un ejercicio distinto de storytelling tanto narrativo como visual por parte de Wes Anderson, quien no tiene miedo de experimentar con el cine y sus formas para regalarnos historias divertidas, profundas y melancólicas.
“La maravillosa historia de Henry Sugar”, “El cisne”, “El desratizador” y “Veneno” ya se encuentran disponibles en Netflix.