Dirigida por Rodrigo Moreno, Los delincuentes comienza como una película de crimen pero a lo largo de sus tres horas de duración se transforma en algo impredecible y difícil de describir. Su historia se dobla y se desdobla, juega con varios géneros, experimenta y fluye por corrientes inesperadas. A veces accesible, a veces dispersa, esta es una película que sutilmente te atrapa a través de su crítica social y fascinante desarrollo de personajes.
Después de una introducción dedicada a mostrarnos la mundana y hasta aburrida existencia laboral en un banco en Buenos Aires, nuestro protagonista (por ahora) Morán (Daniel Elías), un tesorero, tranquilamente se roba exactamente el doble del dinero que ganaría de seguir trabajando hasta su jubilación. Esa tarde se reúne con su colega Román (Esteban Bigliardi), le ofrece la mitad del botín y le explica su plan: se va a entregar a la policía y pasar tres años en la cárcel para luego salir y disfrutar del dinero, mismo que Román deberá esconder durante todo ese tiempo. Para Morán es mejor tres años en la cárcel que veintitantos trabajando en un banco. Román tiene muchas dudas sobre el plan pero termina aceptando, pues la tentación de libertad frente a una existencia miserable como empleado de banco es demasiada.
Moreno no se queda con los brazos cruzados durante el desarrollo del crimen sino que aprovecha cada toma para sutilmente presentarnos a sus personajes, sus vidas, personalidades y motivaciones. Y es que mientras su compañero cumple su sentencia, a Román le toca esconder el delito y eso implica secrecía ante su pareja y sudar en el trabajo, pues su jefe (Germán Da Silva) y una implacable inspectora (Laura Paredes, exquisitamente nefasta) lo tienen bajo la lupa. Siguiendo el consejo de Morán, Román viaja hasta Córdoba para esconder el dinero y aquí conoce otra idea de “libertad”, el concepto clave de esta película y que Moreno desmenuza una y otra vez.
Es así que la narrativa de Los delincuentes comienza a mutar hacia territorios extraños y sensoriales. La película va y viene entre líneas de tiempo y entre lugares (ciudad y pueblo), Moreno juego con la forma y sus técnicas de edición, a veces incluso tenemos una pantalla dividida: de un lado Morán en la cárcel y del otro Román estresado en su departamento, ambos fumando, ambos en diferentes tipos de prisiones. El director se toma muchas libertades creativas que a veces caen en caprichos: una larga escena de un rodaje en el campo, por ejemplo, tal vez no sea necesaria pero de alguna manera nutre el discurso y la impredecibilidad de una película que por momentos se asemeja a Trenque Lauquen por su aproximación temática y hasta formal.
Los delincuentes es una película de paralelismos y dualidades. Además del juego de nombres (Román/Morán y, más tarde, Norma/Morna), tenemos un disco de Pappo’s Blues cambiando de manos así como el dinero cambia de manos en L’Argent, película de Robert Bresson que Román ve en el cine. Asimismo, vemos a Germán Da Silva interpretar a dos personajes secundarios: Del Toro, jefe del banco en donde trabajan nuestros protagonistas, y también a Garrincha, un prisionero que cobra por sus servicios de protección en la cárcel. Ambas son personas con poder que manifiestan ideales fascinantes de libertad: el banquero dice que tal vez no había más libertad durante la dictadura pero “podías fumar en todas partes”, mientras que el prisionero argumenta que la ventaja de su predicamento es que son libres del celular y tienen todo el tiempo del mundo para pensar. Diálogos y escenas, chicas y grandes, como estos pueblan la narrativa para hacerte pensar una y otra vez sobre la naturaleza de la libertad. Mientras Morán está en una prisión literal, Román está en una prisión laboral; uno se vuelve prisionero de las amenazas de Garrincha y el otro de la presión de ocultar el dinero.
Con dos tremendas actuaciones de Daniel Elías y Esteban Bigliardi como su guía, Los delincuentes hace sus propias reglas. Hay romance, crimen y comedia, pero también hay cuestionamientos incisivos sobre los excesos del capitalismo y meditaciones contemplativas sobre las formas que puede tomar la libertad. Con aires ligeros y una cualidad humorística abrazadora, Rodrigo Moreno nos mete a un laberinto filosófico en el que tal vez algunos se pierdan pero cuya recompensa le hace justicia al largo camino para obtenerla, o más bien, reflexionarla.
“Los delincuentes” formó parte de la programación del Festival Internacional de Cine de Morelia 2023 y es la selección de Argentina para el Oscar 2024. Estará disponible en MUBI el 15 de diciembre.